El lugar del ladrón es
el más visitado…
Cuenta incluso con defensores tan conspicuos como Hugo Chávez, quien ya en uno de sus primeros discursos como presidente, en 1999, justificó el robo en el caso de que no tuviera cómo dar comida a su hija. Esta idea no era nueva. La guerrilla urbana aludía los robos de bancos como “recuperación revolucionaria”; y no ha faltado cierta sociología que ve en los atracos, hurtos y asaltos una forma de distribución de la riqueza.
Las víctimas, en cambio, no tienen tanto glamour. El relato de su sufrimiento no compite en interés con el de los malandros, a quienes se sigue invistiendo de un aura romántica e incluso heroica. Los saqueos, por ejemplo, suelen ser percibidos como una actividad impulsada por la necesidad o por la intrepidez. Muy rara vez se la nombra como lo que es: un vil robo en el que los delincuentes se agavillan para despojar a un trabajador.
En la tradición venezolana de alcahuetazgo frente al saqueo, es costumbre atribuir esta práctica al “hambre” o, peor aún, a una variante de la protesta. Muy rara vez se le enrostra al desvalijador que, al cebarse con la mercancía de un camión accidentado, está robando, es un vulgar ladrón, y está afectando severamente a un trabajador. Porque lo otro es que se intenta aminorar la gravedad de la falta diciendo que el robo no se perpetra contra una persona sino contra una empresa (y la empresa es el enemigo a destruir) o contra unos ricachones a quienes ese despojo no los rasguña.
La realidad es que Empresas Polar, pongamos por caso, no tiene vehículos de transporte de carga. Todos los camiones son propiedad de pequeños empresarios, tanto las gandolas de transporte primario como los vehículos de la Red de Franquicias de Distribución Polar. De manera que cada vez que usted ve en la prensa que han saqueado un camión de Polar (y ocurren cuatro por trimestre), en realidad lo que ha pasado es que han despojado a un ciudadano común que tiene en ese camión su forma de trabajo.
Desde luego, en casos de siniestro seguido por saqueo, la carga está cubierta por un seguro. Pero la frecuencia de esos siniestros redunda en un incremento de la prima, lo que, a su vez, provoca un aumento de costos que, al final, pagamos los consumidores. También ocurren saqueos cuando el camión se accidenta en zonas poco protegidas; y en este caso el seguro no cubre la carga (puesto que esos siniestros no están amparados por la póliza). En este caso Polar asume la pérdida, lo que no deja al pequeño empresario incólume: en muchos saqueos, el vehículo sufre daños causados por la acción vandálica, que no están cubiertos por la póliza. Esa pérdida es exclusiva del pequeño empresario.
Normalmente, la causa del siniestro está en malas condiciones de las vía, entre las que destacan las fallas de borde; y la consecuencia más común es el vuelco de la carga. Hay una gran incidencia en el Oriente del país, la bajada de Tazón, en el corredor Lara-Zulia, zona central del país (Autopista Regional del Centro), entre otras.
El saqueo se ha afincado tanto en la cultura venezolana que el 100% de los siniestros de camiones terminan con este delito, que, no solo encuentra condescendencia en la sociedad sino en las propias autoridades que, cuando están en el sitio del accidente, tratan de resguardar la propiedad del camión y la seguridad del conductor, pero no evitan la rapiña. Esto es lo que pasó hace un par de semanas en Tazón, donde la Guardia Nacional compareció, pero no hizo nada para detener el latrocinio. Muchas víctimas del pillaje han dado testimonio de la participación de uniformados en el festín.
El día 26 de abril de este año se registró un evento excepcional en el peaje de Santa Rita, donde se inició un saqueo y la Guardia Nacional lo controló, evitando que la horda de ladrones completara su labor depredadora. Pero este fue un hecho aislado, que merece reconocimiento.
Tal es la resignación frente a este género delictivo, que los transportistas no están organizados. Algunos participan en las cámaras de transporte de sus regiones. Pero, por lo general, no presentan reclamos ante las instituciones.
En contraste, los bandidos ni se molestan en ocultarse de las cámaras de los reporteros gráficos. Y es así como hace una semana vimos en la prensa del centro del país las imágenes de unos salteadores agrupados en torno a la carga de cerveza que traía un camión volcado en la vía. Y ahí estaban ellos, alegremente, degradados en el rol de turba primitiva. Esa misma tarde leeríamos en el Twitter comentarios que eximían de culpa a esa chusma porque, supuestamente, se trataba de pobres hambrientos… arrastrándose ante las gaveras de cerveza. Nadie mencionó al trabajador ni su predicamento.