“No les extrañe que unos días de estos
Miraflores amanezca con otro nombre..”
Total, a eso nos han acostumbrado estos pseudorevolucionarios que, como no han tenido mucha destreza construyendo y edificando, lo único que han hecho es echarle el guante a lo que ya existe, pintarlo de rojo y ponerle otro nombre.
Por supuesto habrá quien salga en defensa del régimen y refute mi crítica diciendo que si acaso no he visto las construcciones de Misión Vivienda; a lo que tendría que responder que sí, que “lamentablemente” las he visto. Y el lamentable con él que las califico no responde más que al hecho de que esos enormes edificios, sembrados en distintos puntos de nuestra capital -en algunos casos, incluso, edificados en muy buenos lugares- , se han construido sin reparar en el impacto que generarán en las zonas donde se ubican, ya de por si colapsadas. Muchos de ellos, me comentaba hace poco Zulma Bolívar, presidenta del Instituto Metropolitano de Urbanismo, no respetan ni siquiera el retiro que deben guardar de la calle.
A propósito de esas “viviendas dignas” construidas por el gobierno, rescato un comentario que leí recientemente de Alfredo Cilento, investigador del Instituto de Desarrollo Experimental de la Construcción de la Universidad Central de Venezuela, quien aseguraba que “sin calidad de vida, la vivienda no es un hogar, es un refugio”. ¿Por qué la traigo a colación? Porque muchas de esas construcciones ya están completamente habitadas, sin siquiera estar culminadas. Hace cuestión de unos días tuve que circular por una zona donde abundan estos edificios de Misión Vivienda, los cuales están a medio terminar; pero ya los apartamentos están ocupados. Habitantes, cemento, cabilla y maquinarias, haciendo vida conjunta. Sin jardines, sin ascensores, sin estacionamientos, sin áreas comunes recreativas. ¡Eso no es calidad de vida!
Pero, volviendo al tema que me ocupa, habrá quien, de nuevo en defensa del régimen, hable del Cuartel de la Montaña como una obra arquitectónica atribuible a la revolución. Muy cierto, por supuesto. Como cierto es también que el nombre con el que la bautizaron pega más con la ideología de quienes nos desgobiernan. Por eso, tengo la sospecha que un buen día el Palacio de Miraflores amanecerá con otro nombre. Recuerden además que, en ese afán que los obsesiona por borrar nuestra historia y rescribirla, Miraflores pudiera resultar una raya para el difunto presidente -o un obstáculo en su camino hacia la heroicidad- porque en su intentona golpista del 4 de febrero, fue incapaz de alcanzar sus objetivos. ¿Y cuál era su objetivo principal en ese momento? ¡Tomar Miraflores!
El Palacio de Miraflores siempre ha sido, para mí, sinónimo de poder. El eje desde donde se rigen los destinos del país. Si bien Joaquín Crespo, cuando lo mandó a construir, lo tenía en mente como su residencia, el devenir de los años lo fue llevando a lo que es hoy en día: la sede del gobierno, el despacho oficial del presidente de la República. A más de un chavista radical, de esos para quienes la imagen de Che Guevara -y ahora del difunto presidente es estampa obligada en la franela-, pudiera resultar bochornoso que Miraflores lleve como antesala la rimbombante palabra palacio: tan monárquica ella, tan imperialista, tan burguesa la palabrita. Por supuesto, eso no concuerda con la ideología que profesan.
Pero, como Maduro también ha demostrado cierta pasión por eso de cambiar los nombres, tal vez en honor a su amada Cilia -quien, gracias a Nicolás no es la primera dama, sino la primera combatiente- le quite de un plumazo el “Palacio de Miraflores” y le ponga “El Cuartel Cilia Flores”. Así, un nombrecito bien revolucionario, más acorde con los tiempos que corren. Más de uno pegaría el grito en el cielo. Incluso Mario Silva -por cierto, ¿qué ha pasado con la investigación a Mario Silva?- quien en su audio advertía, entre otros detallazos, su “temor a que Nicolás estuviese siendo manipulado por Cilia”.
Espero equivocarme; pero, si Simón Bolívar, con esta revolución, tiene un nuevo rostro; si a Venezuela desde hace rato la cambiaron a República Bolivariana, si a la bandera nacional le sumaron una estrella y al escudo le voltearon el caballo… ¡pues segurito, que el nombre del Palacio de Miraflores también lo siquitrillarán! ¿O no Cilia Flores?