La lucha que iniciamos, continúa;
El mal tiene sus días contados…
Dicen que dicen las encuestas que actualmente Venezuela está viviendo una onda de pesimismo, desilusión y desesperanza. No hay por qué dudarlo, porque realmente hay razones para ello. Muchos de nosotros nos enamoramos del mal por la buena vida que nos ofrecía, tal como se la ofreció a Jesús de Nazaret en el desierto, pero nosotros no rechazamos la oferta como bien lo hizo Él. Hoy, desengañados y tristes, sentimos el arrepentimiento por nuestra acción y omisión, sobre todo por la omisión, por haber dejado voluntariamente que el mal actuara, y en otra buena parte, por haberlo ayudado a que colgara nuestra propia soga.
Nadie nos obligó a hacer lo que hicimos. Actuamos por nuestra propia voluntad, tal vez no a conciencia de lo que nos vendría encima, pero pasaron los años y los años y se nos ha hecho difícil corregir el error que cometimos. Muchos de los nuestros han muerto en el intento de cambiar lo establecido, otros están presos y otros han ido al exilio, también muchos de los de ellos han muerto en su afán de sostener lo logrado. Ambos queríamos un cambio, deseábamos y deseamos mejorar la democracia, pero el mal nunca actúa para hacer el bien, actúa para destruir, para eliminar lo que está bien, para aborrecer lo bueno y darle espacio y cabida a quienes actúan mal. Los venezolanos no somos malos, nunca lo hemos sido, y cuando el mal se apoderó de nosotros, sentíamos un rechazo natural, pero él apretó las clavijas como lo hacían los dueños con los esclavos, y hoy lo hace el Estado totalitario con nosotros.
Nos quieren enseñar a vivir en la pobreza y en la miseria. Dejan a oscuras las calles para que el mal actúe a sus anchas, para que nuestro corazón se comprima y no vea la luz del camino, para que lo festivo se convierta en tristeza y para que la noche le permita al mal pasearse pomposo como el rey de las tinieblas. Eso es lo que desean, ese es su plan. Nos convocan en fila india para entregarnos subsidiada la comida del día y nos marcan en el brazo para identificarnos como el amo al esclavo. Nos dicen que tenemos como enemigo al imperio y que debemos combatirlo por tierra, aire y mar; pero al mismo tiempo, las grandes trasnacionales explotan nuestras minerías, negocian y convirtieron en millonarios a quienes nos enamoraron del mal y nos ofrecieron la buena vida, pero, según ellos, nosotros para bien de la “revolución” tenemos que vivir en pobreza.
¡No, compatriotas! La lucha que iniciamos por mejorar la democracia, continúa su rumbo. El mal tiene sus días contados, el error será subsanado y los hombres y mujeres libres, podemos actualmente estar atados al poder por la aplicación indebida de la ley, pero nuestra mente está libre, el totalitarismo de Estado no entra en nuestra conciencia ni hoy, ni mañana ni nunca. Somos demócratas, partidarios de la autonomía de los poderes y convencidos de que los cambios los haremos con el sufragio universal, con los votos, con los mismos votos con que apoyamos las ofertas para la buena vida que nos prometió el mal. La felicidad es nuestra y no del mal, el mal nunca nos hará feliz. La Madre Teresa de Calcuta, entre otras cosas, nos decía que la cosa más fácil es equivocarse, el obstáculo más grande es el miedo, la peor derrota es el desaliento, el mejor remedio es el optimismo, la fuerza más grande del mundo es la fe y lo más bello de todo es el amor. Y agreguémosle: la felicidad está en sentir nosotros el amor de Dios. La felicidad es nuestra y no del mal.
01 de Agosto del 2013.
Lenín Valero
Por: Lenín Valero
(Periodista)
leninvalero1@hotmail.com
@valeromarquez
Valera, jueves 01 de Agosto del 2013
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