La odisea de recuperar un
carro robado o secuestrado
■ En Caracas se produce cinco robos cada 60 minutos.
■ La oferta de carros es tan pequeña que hay listas de espera de más de doce meses.
■ Venezuela es uno de los pocos lugares en el mundo donde al comprar un carro se incrementa su valor.
“¡Es un estafador . A ese tipo hay que buscarlo hasta debajo de las piedras!”, gritaba molesto Jesús Alberto Silva (identidad utilizada para este reportaje). Caminaba rabioso y desesperado de un lado a otro en la recepción de la sede de la Dirección Nacional de Vehículos del Cicpc, en Quinta Crespo. Estaba allí para averiguar por qué su hijo Juan, de 22 años de edad y estudiante estaba detenido.
Un funcionario de guardia recibe a los denunciantes y otros dos transcriben documentos en escritorios aparte. Mientras la familia de Juan trataba de resolver su situación, a la Dirección Nacional de Vehículos llegaron Tania y Liliana. A la primera, le robaron un Toyota Corola el 11 de febrero en Plaza Venezuela. Seis días después puso la denuncia porque no tenía los papeles del carro.
“A mi hermana la interceptaron dos hombres, hicieron que se parara y la bajaron del carro”, dijo Liliana. Media hora antes, cuando llegaron al Cicpc, el funcionario que las recibió les pidió copias de la cédula de identidad y de los documentos del vehículo para recibirles la denuncia.
A mitad de la mañana, el señor Silva se seguía preguntando por qué habían detenido a su hijo. Juan Silva compró un Chevrolet Aveo, cuatro puertas, del año 2007, en 72.000 bolívares fuertes el 6 de noviembre pasado. El vendedor, que se identificó como Williams Ramón Pinto Ugarte, ofreció el vehículo a través de la página www.tucarro.com. Cuando Juan acudió el martes en la mañana al Instituto Nacional de Tránsito Terrestre para la experticia del vehículo y colocarle nuevas placas se encontró con una sorpresa: el carro estaba solicitado por robo y tenía los seriales alterados. Lo que procedía era su detención inmediata.
En la dirección de Vehículos de la policía científica aseguran que en un día muy agitado reciben hasta 25 denuncias por robos o hurtos de carros o motos. En la página web del Cicpc se registra que entre enero y octubre de 2010 se han recuperado 22.603 vehículos en todo el país, cifra que equivale a 60,7% del total de carros denunciados como robados o hurtados. En Caracas, han recuperado 3.289 autos en ese lapso, de acuerdo con información suministrada por el comisario Mervin Bolívar, jefe de la Dirección Nacional de Vehículos del Cicpc.
Delito en evolución:
El comisario Bolívar reveló que los hurtos de vehículos han disminuido, mientras que los robos han aumentado, aunque se negó a precisar los porcentajes.
“Todos los dispositivos de seguridad que traen los carros fabricados a partir de 2000 hacen que sea casi imposible hurtarlos, a menos que sea con la llave original del vehículo, pero esto, a su vez, ha hecho que los robos aumenten”, dijo el jefe policial. Los dispositivos a los que se refiere Bolívar son el GPS, las llaves codificadas y los cortacorrientes.
El funcionario también explica por qué el robo de vehículo se ha incrementado. Grupos de delincuentes se han organizado para surtir talleres y chiveras con piezas provenientes de carros robados y paliar el déficit de repuestos que hay en el país a consecuencia de la caía en las importaciones.
Catarsis:
En la sala de espera de esta dependencia del Cicpc los afectados aprovechan el tiempo para contar sus dramas personales a raíz de la pérdida de sus vehículos. “A mi hermano se lo llevaron de Montalbán II junto con la novia y una amiga. Estaban en un Mazda 3, color negro. Los secuestraron y los dejaron botados en El Marques, cerca de la Cota Mil el domingo como a las 7:00 pm”, contaba un muchacho mientras esperaba a un familiar que ponía una denuncia.
“¡Ah no, menos mal que por lo menos el mío apareció!”, suelta otro señor al que le robaron un camión cargado de juguetes valorados en 250.000 bolívares fuertes. Los ladrones interceptaron al conductor en Boleíta el 13 de febrero al mediodía. Tres horas más tarde el vehículo apareció en Catia, pero vacío.
“Ahora tengo que esperar que un fiscal dé la orden para que me lo entreguen. Espero que sea rápido y que no le vayan a quitar nada”, dijo resignado el comerciante.
No todos corren con la misma suerte. Aunque para interponer la denuncia sólo se necesita la cédula de identidad y los papeles del carro no hay garantía de que el auto aparecerá. En el mejor de los casos, cuando los consiguen, los trámites para entregarlos pueden durar meses. A la Dirección Nacional de Vehículos acuden a diario las personas a denunciar, gestionar la entrega y revisar los autos con la esperanza de que sus casos sean resueltos.
Carros ‘secuestrados’:
La cascada de irregularidades que genera la escasez de vehículos y la explotación de sus precios genera desde nuevas modalidades de empleo (gente que solo se dedica a la compraventa de vehículos y los vende con escaso sobreprecio) hasta situaciones impensables como el “pago de rescate” por vehículos robados, una nueva modalidad criminal.
Le ocurrió a Francisco Corrales*, pero no con un último modelo, sino con su vieja Toyota Land Cruiser del 85. Recién pintada y en buen estado le fue robada en el parqueadero de un centro comercial. “Yo la di por perdida y me llamaron. Me dijeron que si les dejaba 20.000 ‘bolos’ (3.174 dólares) en el mismo puesto donde estaba la camioneta me la dejarían dos cuadras más abajo. Como pensé que podía recuperarla, porque es un modelo viejo y creí que los ladrones buscan carros más nuevos para tener más provecho, les dejé mis ahorros, pero nada. Perdí la plata y el carro”, le contó consternado a EL TIEMPO.
El Gobierno intenta calmar la demanda y la distorsión del mercado. Con el programa ‘Venezuela Productiva Automotriz’, ofrece dos modelos de vehículos (de fabricación china) ensamblados en el país. Se inició con la venta de 2.500 carros a quienes se inscribieron por Internet. Hasta ahora hay más de 276.000 inscritos.
La otra vía será la próxima aprobación de la Ley de Regulación de Compra y Venta de Vehículos, con la que espera establecer ‘topes’ a los precios en los concesionarios y establecer que la reventa no supere en más del 10 por ciento del precio del concesionario. Es una de las pocas leyes en las que parece haber algún consenso entre diputados oficialistas y de la oposición.
*Nombre cambiado por petición de la fuente
Un carro nuevo:
La oferta es tan pequeña que hay listas de espera de más de doce meses.
“Déjeme anotar sus datos. ¿Lo va a pagar de contado? La llamamos cuando tengamos un carro disponible, que será entre 10 y 12 meses. Usted está como de 400 en la lista”.
La amable respuesta es de una vendedora de automóviles Dodge-Chrysler en Caracas, ante el interés de comprar uno de los poquísimos modelos que todavía se ensamblan en Venezuela. Sin embargo, no para ahí: “Recuerde que por la inflación no podemos garantizar el precio, cuando lleguen estarán alrededor de los 600.000 bolívares (95.300 dólares). Tampoco puede escoger el color. Pero no se preocupe, la mayoría salen color plata”.
Desde hace dos años comprar un vehículo nuevo en los concesionarios venezolanos es una ‘misión imposible’. La dependencia del sector automotor del acceso a dólares para la compra de autopartes y vehículos ha ralentizado drásticamente la producción, sobre todo durante el 2013.
Según la Cámara Automotriz de Venezuela (Cavenez), entre enero y junio en Venezuela se han producido 36,39 por ciento menos vehículos que en los primeros seis meses del 2012 y, si se compara con junio del año pasado, la producción nacional ha caído 45,46 por ciento.
El presidente de la Cámara de Concesionarios, José Sanabria, aseguró a la prensa local que durante los últimos cinco años en el país se han dejado de ofrecer 1,2 millones de vehículos por la escasez de divisas y por la falta de licencias de importación por parte del Gobierno. Y es evidente: los concesionarios en el país lucen como cajas de cristal vacías.
Pero el cuadro es aún más complejo, pues esta situación –además de la siempre creciente inflación del país, que este año ya acumula 25 por ciento– ha generado una fuerte ola especulativa con los vehículos, que fuera de los concesionarios sí logran conseguirse pero dos y tres veces por encima del precio del concesionario.
Por THABATA MOLINA
tmolina@el-nacional.com
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