¿Golpista o demócrata?
Maduro emplea cadenas de radio y TV para hacer proselitismo; utilización de los mensajes establecidos en la Ley Resorte, para campañas institucionales, en cuñas electorales del oficialismo; traslado de electores en vehículos públicos el día de las elecciones; cierre de mesas fuera de la hora convenida para permitir el voto de militantes del PSUV, sufragios “asistidos” en una proporción exagerada y un largo etcétera.
Nicolás Maduro dice no entender a la oposición y, recordando al fallecido comediante Joselo, le preguntó si era molusco o era marisco. La duda presidencial tiene que ver con la decisión de la MUD de participar en las elecciones municipales del venidero diciembre, algo que no tiene por qué sorprenderlo, y por lo tanto se trata de una pregunta ociosa.
Las organizaciones democráticas agrupadas en la Mesa han dejado bien claro, desde el año 2006 (fecha en que se concretan los primeros esfuerzos unitarios), que el camino para salir de este gobierno es democrático, pacífico y constitucional.
La estrategia ha venido dando frutos, al punto de que el resultado electoral del 14 de abril fue bien cerrado y dejó serias dudas en buena parte de los venezolanos, incluyendo a muchos chavistas.
Dudas que no quisieron ser aclaradas por Maduro, a pesar de haber aceptado el mismo día de las elecciones la verificación de los resultados. Ni tampoco por sus rectoras electorales, quienes utilizaron leguleyismos apresurados para impedir verificar los cuadernos de votación y hacer evidente la transparencia del proceso.
Esas rectoras son las mismas que han alcahueteado todos los abusos que desde el Gobierno se han cometido durante las campañas electorales a cualquier cargo de elección popular: uso de los recursos del Estado para apoyar a sus candidatos durante las campañas y el mismo día de los comicios.
Empleo de las cadenas de radio y TV para hacer proselitismo; utilización de los mensajes establecidos en la Ley Resorte, para campañas institucionales, en cuñas electorales del oficialismo; traslado de electores en vehículos públicos el día de las elecciones; cierre de mesas fuera de la hora convenida para permitir el voto de militantes del PSUV, sufragios “asistidos” en una proporción exagerada y un largo etcétera.
Desde el Gobierno se alienta a los sectores más radicales de la oposición. Maduro y compañía prefieren a esa oposición, la que vive soñando con plazas tahrires, primaveras árabes y cosas por el estilo.
La que le tiene tirria a los partidos. La que llama a no votar. Le gustaría que la MUD repitiera el error monumental del año 2005 y no participara en los comicios de diciembre, para así dejarles el camino libre y permitirle al Gobierno presentarse ante el mundo como lo que no es: como un Gobierno conformado por gente que cree en la democracia.
Por todo eso no mueven un solo dedo para sustituir a los tres rectores del ente electoral que tienen su período vencido, repiten como loros que saben quiénes no votaron por ellos, y quiénes no sufragaron en abril.
Sin embargo, la dirección de la MUD tiene el camino claro y el rumbo trazado y no se va a salir de él.
Es cierto que no todo fluye por un camino de rosas, pero buena parte del trabajo ya está adelantado al haberse elegido los candidatos a alcalde el año pasado. Quedan algunas candidaturas pendientes y esperemos que todo se resuelva dentro del espíritu unitario que tan buenos frutos ha dado.
También es probable que la escogencia de los candidatos a concejales genere algunos disgustos, pero eso es algo natural. Donde las cosas no están claras es en el mundo chavista.
Allí nadie elige y ante la falta del dedo que todo lo decidía ahora hablan de un supuesto consenso que nadie sabe cómo será alcanzado. Como ven, la democracia no es lo suyo.
En la MUD nadie celebra golpes de Estado, como sí lo hace el chavismo cada 4-F y cada 27-N, entonces, ¿quién es el que tiene que definirse?
Por: XABIER COSCOJUELA
Politica | Opinión
Diario TalCual
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