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Wednesday, November 20, 2024
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CRISIS: 170 mil empresas cerradas en los últimos 10 años



El nuevo contrato ofrecido a los trabajadores de EFE elevará el salario promedio a 8 veces el salario mínimo, pero "persisten" acciones de paralización que han provocado un ausentismo de 10%.
El nuevo contrato ofrecido a los trabajadores de EFE elevará el salario promedio a 8 veces el salario mínimo, pero “persisten” acciones de paralización que han provocado un ausentismo de 10%.

EFE quiere producción de 100%

 

Paralización en Helados EFE se torna “sumamente grave”.

El gerente general de la empresa señaló que no tienen acceso a las instalaciones de la planta, situada en Chacao.

Un grupo de sindicalistas mantiene sitiada la planta de Productos EFE con frecuentes paralizaciones. En el último ejercicio 2011-2012 se registraron pérdidas por 161 millones de bolívares.

“Entrar a la planta de Helados EFE es como ingresar a un penal controlado por los pranes”. Así es la percepción que tiene el joven trabajador, Eufracio Cueto, de la planta de helados, ubicada en Chacao donde labora. En esa industria un grupo de sindicalistas “intocables” maneja la planta y la vida de los 450 empleados que allí trabajan. “Corremos el riesgo de permanecer secuestrados, que seamos agredidos físicamente, nos quitan nuestras pertenencias, los celulares. Es preocupante el nivel de violencia que ellos manejan. Ellos hacen su acción de violencia pero no pasa nada, no pueden ser castigados. Vivimos con miedo”.

Cueto ingresó a Productos EFE en el área de mantenimiento hace año y medio. Dice amar su trabajo ya que ese ha sido su primer empleo. Pero ahora el trabajo ha resultado una pesadilla, una película de terror, según sus propias palabras, por las amenazas constantes de un grupo de sindicalistas, quienes amparados por el Gobierno, han tomado la dirección del sindicato y tienen a la empresa al borde de una quiebra. “En la planta estamos a merced de ellos, asegura Cueto. “Es difícil trabajar en ese esquema de violencia. Me gradué en noviembre de 2011, hice mi pasantía en Productos EFE y ahora soy empleado. Es una empresa que me gusta y un trabajo que me gusta, pero uno tiene que vivir con esto todos los días. Tengo una moto y no la puedo traer a la planta”.

La vivencia de Cueto se repite en la mayoría de los empleados quienes sospechan que el grupo en poder del sindicato no lo mueven las luchas por reivindicaciones laborales a favor de los trabajadores, ya que EFE posee uno de los mejores niveles de salario de los que gozan las industrias en Venezuela, sino otros fines de tipo político o simplemente el poder. Tal como algunos de ellos lo han expresado públicamente: “somos un Estado dentro del Estado” o la calificación que se hacen así mismos cuando entra en grupo: ¡apártense que llegó el hampa!

Desde 2010 tomaron la planta

La historia de ese grupo sindical se remonta a 2010 cuando el grupo que ahora dirige el sindicato irrumpió en una asamblea de trabajadores en donde se ratificaba la convención colectiva, que había sido aprobada por la mayoría de los trabajadores.

Este grupo de unos 20 trabajadores, que conformaban un “Consejo de Trabajadores”, logró la suspensión de la convención con el apoyo de la Inspectoría del Trabajo.

En el transcurso de las nuevas discusiones el sindicato decidió promover a Luis Morón y a Arahuac Rivas del Consejo de Trabajadores a la directiva del sindicato en sustitución del secretario general y otros dos dirigentes que fueron suspendidos de sus cargos, y en agosto de 2010 presentaron una nueva convención.

Desde entonces la planta ha vivido de conflicto en conflicto sin poder cerrar la nueva convención laboral encontrándose en arbitraje.

Desde ese año la gerencia de la planta ha tenido que negociar con el grupo “de facto” que se apoderó del sindicato, que presiden Luis Moros y Abraham Rivas. Este último perteneció a la Policía de Caracas y fue destituido de ese cuerpo por acusaciones de extorsión. Desde que este grupo asumió el control del sindicato, la vida en la planta ha estado signada por el conflicto y la violencia, acciones denunciadas por algunos trabajadores ante la Fiscalía y el CICPC.

Justamente aquellos empleados que no se someten a los designios del sindicato son amenazados constantemente, en ocasiones han sido secuestrados y la mayoría evita estacionar sus vehículos en los estacionamientos de la empresa por temor a ser víctimas de vandalismo. Pero lo más grave es que en esos dos años, bajo la conducción de los sindicalistas asignados, la producción de la planta ha caído a la mitad por los constantes paros, operación morrocoy o trabas que imponen los nuevos “dirigentes”.

Hablan los empleados

Cansados del permanente conflicto y de paros ilegales que les afectan el salario y los ingresos, un grupo de trabajadores se enfrentó al sindicato y en una asamblea les impusieron ir al arbitraje con la empresa para llegar a un acuerdo definitivo y firmar la nueva convención colectiva. Esa solicitud fue aceptada por el Ministerio del Trabajo y en este momento representantes de cada sector se encuentra en una comisión de arbitraje, con un plazo que tiene el límite de 60 días para llegar a un acuerdo.

Varios empleados han venido denunciando ante la Fiscalía el amedrentamiento del que han sido objeto por parte de este grupo sindical.

Sandra Niño, especialista en desarrollo narra el drama diario que vive en la planta: “Cada día que llego al trabajo recibimos insultos, acoso, amedrentamientos y amenazas de los sindicalistas y los grupos que los apoyan. Al día siguiente que regresé a trabajar, luego de haber consignado una denuncia por amenazas ante el Ministerio Público, llegó un trabajador hasta mi puesto de trabajo amenazándome, diciéndome que no me acercara por la zona donde se hace la mermelada. En una ocasión, al salir a almorzar a la calle, iba sola, uno de ellos, de nombre Tomás Pérez, quien estaba con otros trabajadores, frente a mí, pateó de forma amenazante una papelera mientras en voz alta ordenaba que le trajeran la pistola. El día 6 de febrero una miembro del sindicato se abalanzó sobre mí y me golpeó sin ningún motivo varias veces en el pecho y me insultó. Ese acoso lo denuncié ante el CICPC”.

Denuncia la trabajadora que el estacionamiento ya no lo pueden utilizar, “lo tenemos prohibido por los del sindicato y aunque sabemos que hay puestos, estacionamos afuera por temor a que nos hagan algo a nosotros o al carro”. Recuerda que durante la pasada huelga hubo personas a quienes les secuestraron el carro durante 14 días.

Triste lo que se está viendo

“Yo me siento más segura estando en la calle que en la planta” confiesa Raiza Sánchez, gerente de calidad y desarrollo con 24 años en la empresa. Recuerda que en 2012, durante un conflicto liderado por el sindicato estuvo secuestrada en su propia oficina sin poder comunicarse ni con su familia.

En el reciente conflicto de marzo y abril, al contrario fue desalojada de la planta junto a varios compañeros. “Los miembros del sindicato, en la medida en que nos desalojaban nos decían que viéramos bien las oficinas porque más nunca las volveríamos a ver mientras nos insultaban con groserías y ofensas”.

Comenta que en un día normal en el que no había paro, el 22 de mayo, en horas de la mañana, un grupo del departamento salió a almorzar y cuando intentaron salir las puertas estaban tomadas por los del sindicato, entre ellos Tomás Pérez, y otras dos personas. Los empleados intentaron sin éxito persuadir a los sindicalistas. Algunos trabajadores pidieron la ayuda de la policía pero ni la policía puede entrar a la planta. Los sindicalistas no permitieron que nadie saliera hasta las 5 de la tarde. De manera que ese día nadie pudo salir a almorzar.

Comenta con tristeza cómo, el 15 de mayo, al regresar nuevamente a trabajar luego de la huelga, una trabajadora a quien conoce desde hace años la saludó afectuosamente y fue reprendida por la gente del sindicato por haberla saludado. “Eso está ocurriendo muy frecuentemente. Cuando camino por los pasillos uno se da cuenta que gente que uno ha tratado por años evaden el contacto, voltean hacia otro lado. En esos pasillos se siente que hay una presión hacia los compañeros de trabajo. Es muy triste lo que se está viendo porque la convivencia entre nosotros se ha vuelto muy difícil. La situación de violencia en los últimos meses ha sufrido una escalada. Ya ellos no se miden en lo que hacen. Saben que hay impunidad y ocurra lo que ocurra saben que no les va a pasar nada”.

Al borde de la quiebra

Productos EFE S.A. está al borde del precipicio. No tenemos opción: o la empresa entra en una senda de crecimiento de la producción o los trabajadores, la gerencia y los accionistas perderán cualquier beneficio que se derive de la existencia de la empresa. Así lo plantea la gerencia en su plan de rescate en una suerte de llamado a la reflexión. En el ejercicio económico de 2009-2010 la empresa perdió más de 25 millones de bolívares fuertes y en el de 2011- 2012 las pérdidas se quintuplicaron alcanzando 161 millones de bolívares, lo que la hace insostenible.

Tales pérdidas tienen su origen en una caída dramática de la producción. Aunque el presidente Nicolás Maduro ha hecho un llamado a aumentar la producción a todos los productores del país, la situación laboral y las nuevas leyes parecen ir en un sentido diferente. Ya van 170 mil empresas cerradas en los últimos 10 años.

En el ejercicio de 2007-2010 EFE produjo 26 millones de litros de helado. En 2009-2010 la producción cayó a 19,4 millones de litros, en 2011-2012 bajó nuevamente a 16, 4 millones de litros. Es decir en los últimos 5 años, a pesar de que hay más empleados, la producción cayó en 57%.

Esto se puede comprender claramente con la siguiente cifra: En 2005 por cada trabajador se producían 7 mil litros de helado al mes. En 2012 por cada trabajador se producen 3 mil litros de helado al mes. El ausentismo laboral le cuesta a la empresa 3 millones 376 mil litros de helado por años.

Varios son los factores que han generado ese declive. Uno de ellos es el ausentismo laboral auspiciado principalmente por el sindicato. Visto en cifras el ausentismo alcanza a 10% de los trabajadores, es decir de cada 10 trabajadores, uno no se presenta a trabajar, mientras el promedio en el país es de 3%. Hay un caso inaudito de un trabajador que a la fecha lleva 307 días sin asistir al trabajo. Ello se complica por el hecho de que la Ley Laboral impide que ese trabajador sea despedido. Hay 30 calificaciones de despido con contra reposeros y por acciones violentas atribuidas a sindicalistas. Pero hasta el momento la gerencia ni siquiera ha logrado que sean citados por el Ministerio del Trabajo. Adicionalmente hay 19 denuncias penales contra los líderes sindicales por casos de violencia en contra de otros trabajadores.

Otro aspecto que afecta la producción es la constante interrupción del proceso productivo por iniciativa del sindicato con reiteradas asambleas convocadas en horas de trabajo.

“Estrangulan la planta creando ausentismo en los puestos clave de la producción, deteniendo el proceso. Dan órdenes a los empleados clave para que no asistan y el sindicato impide que ese trabajador pueda ser sustituido por otro en esa ausencia, para afectar el proceso de producción”, así describe Luis Cartaya, gerente de producción, una de las tantas acciones que promueve el sindicato.


Por: Francisco Olivares
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CARACAS, martes 02 de abril, 2013