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Thursday, November 21, 2024
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LUIS VICENTE LEÓN: ¿Qué hay detrás del “Patria o papel toilet”?



chavismo sin papel higieno

El maniqueísmo del siglo XXI

 

No es una banalidad intentar comprender qué hay detrás del planteamiento hecho por el canciller Elías Jaua sobre si los venezolanos quieren Patria o papel toilet. Si bien el dilema ha sido tomado por muchos como un elemento superficial, en las actuales condiciones económicas y políticas que vive Venezuela se trata de un planteamiento controversial, por los elementos que permite evaluar en el orden del debate y el clima electoral.

La pregunta de Elías Jaua podría considerarse como una estrategia para minimizar el impacto y el costo político dentro de sus propias bases del desabastecimiento y la escasez, sobre todo porque sucede en un contexto previo a unas elecciones municipales. Pero, al mismo tiempo, ofrece la oportunidad de evaluar en qué nivel está la sociedad venezolana —en especial la masa electoral— para sentirse conectada o no con elementos discursivos que resultan difíciles de aprehender en contraste con las principales preocupaciones del venezolano promedio.

Esto es lo que se ve en los focus group y lo que se mide en las encuestas: cuando se le pregunta a los venezolanos si sienten que el país está en peligro de invasión o de una guerra, ni siquiera el 12% responde que sí. La mayoría de la población no siente esos peligros como reales, pero más del 70% evalúa negativamente el tema de la seguridad personal. Además, más del 80% califica de manera negativa el tema del abastecimiento y más del 65% califica de la misma manera las gestiones vinculadas con la infraestructura.

Hay que tener cuidado con algo: esto no quiere decir que haya una evaluación negativa del gobierno, sino de estos temas concretos. El gobierno es otra cosa y los datos son otros. Pero cabe preguntarse si estas abstracciones utilizadas como eje discursivo pueden ser eficaces, sobre todo cuando los conectores electorales y de vida en la mayoría del país son otros.

Cuando la población tiene necesidades esenciales no cubiertas, los planteamientos abstractos le resultan excéntricos. “Revolución”, “Libertad” o “Democracia” están en un nivel muy inferior a “comida”, “vivienda o “papel toilet”, cuando se revisa la jerarquía de las mayorías. En un clima así de dramático, críticos en cuanto a la cobertura de las necesidades, que el gobierno hable de Patria o la oposición utilice Libertad o Derechos Políticos muda el discurso a conceptos alejados de los verdaderos intereses políticos. No son buenos motivadores.

Si se le hablara a una población que está en medio de una guerra, con un país inmerso en un conflicto —Vietnam en los años sesenta; Bosnia en los años noventa; el caso reciente de Libia o Siria—, las ideas como Patria o el honor de sus hijos son factores con un poder concreto y motivador, por encima del jugo de naranja o el papel toilet. Si se le habla a un ciudadano con estudios de alto nivel, hecho y derecho, que tiene su vida económica resuelta y las necesidades básicas de educación, vivienda y salud cubiertas, elementos como democracia, rescate de los derechos políticos o defensa de la libertad de expresión se vuelven factores fundamentales.

Pero cuando se le habla a un país que sabe que está en crisis, pero sus condiciones entran dentro de lo que ya es común y corriente en la vida de sus ciudadanos, sin una guerra ni una invasión que comprometa a la Patria, con serios problemas de infraestructura que se mezclan con necesidades básicas no cubiertas y problemas críticos de producción y abastecimiento, los planteamientos —ni desde el gobierno ni desde la oposición— pueden basarse en nociones alejadísimas de las motivaciones reales.

Y ése es el país actual. Y en ese escenario las ofertas políticas abstractas no conectan con las masas, que en realidad lo que buscan son soluciones concretas a sus problemas cotidianos. En su momento, la oposición planteó sus propias abstracciones como una gran oferta a la masa electoral, pero empezó a obtener resultados favorables cuando habló de la inseguridad, del desempleo, de los servicios públicos, de la inflación, de la vivienda y del alto costo de la vida. Eso sólo demuestra lo que dicen las encuestas: que el electorado exige que sus líderes entiendan que aún está insatisfecha una base primaria de cobertura de necesidades. Son soluciones a sus problemas de vida cotidiana.

De ambos lados, cualquier intento de reincidir en el estímulo a través de abstracciones sería un error. Esto no quiere decir que eso no importe: Libertad, Democracia, Revolución o Patria pueden ser conceptos vitales para la vida política del país, pero serán innegablemente inasibles mientras la realidad de las necesidades básicas no cubiertas dificulten la vida de los venezolanos. Están ahí, pero en una dimensión muy alejada en el orden de prioridades de una persona que no consigue comida, que el salario no le alcanza, que siente que su vida corre peligro, que no confía en las instituciones o que no cuenta con servicios públicos de calidad en su cotidianidad.

Cuando un ciudadano siente que la Patria está en peligro, cuando alguien va a la guerra, su preocupación no es ni el papel higiénico ni la harina de maíz. Hay situaciones en las cuales el ser humano debe decidir entre un concepto abstracto valioso y uno concreto pero que puede postergarse. Entre comida y libertad de expresión o entre Patria y papel toilet, por ejemplo. Una variable fundamental es capaz de sustituir las necesidades básicas en ciertas circunstancias. Pero los venezolanos no estamos en esa situación, así que se trata del planteamiento de un dilema falso y evidentemente desconcertante.

El elector venezolano quiere Patria, pero una patria moderna, desarrollada, con calidad de vida y, también, con papel toilet.


Por: LUIS VICENTE LEÓN
luisvicenteleon@gmail.con
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sabado 29 de junio, 2013