Investigaciones apuntan a
la banda de “el bato”
El martes 11 de junio en la noche, un vecino de la playa uchireña se encontró con el dantesco escenario de un niño maltratado, agonizante, en las riveras del Río Uchire. Inmediatamente, el niño fue asistido y enviado al centro de salud. Tenía el cráneo fracturado, golpes y evidencias de violación. Lamentablemente, el niño, que estudiaba sexto grado en la escuela local, falleció y dio paso -como es natural-, a un clima de rechazo, estupor y tensión general por lo sucedido de parte de los pobladores uchireños, que exigían captura y castigo del asesino.
La muerte del niño, puso sobre la palestra una vez más, la realidad que se vive en los pueblos del oeste anzoatiguense, donde reina la delincuencia en medio de carencias extremas e inoperancia de las autoridades policiales.
Como en Uchire no hay una delegación del CICPC, entonces había que notificar del asunto a la delegación de Píritu y esperar que se trasladaran al lugar de los acontecimientos e iniciaran las averiguaciones. “Si se consigue al delincuente, es porque Dios es muy grande, con todo y que hay rastros de ADN del delincuente” -me comentaba mi amigo Nemesio Paraqueima-. “Falta ver si los cuerpos policiales tienen la experiencia para lograrlo”-añadió luego, y entonces, me relató un curioso caso que vio en Televen, de una serie de investigadores forenses, que encuentran al asesino más oculto en esos casos ultra difíciles y que en otra parte del mundo quedan impunes. Entonces, yo le dije que la revolución, no es buena en laboratorios sofisticados, pero si agarra a un sospechoso, lo muele “a golpe limpio” para que cante.
El malestar era evidente: La gente exclamaba la pobreza en uchire, la caída del turismo, la inseguridad, el alejamiento de los turistas, la baja de las visitas frecuentes de los propietarios de las casas de descanso, el desempleo reinante, el alto costo de la vida en franco crecimiento y la apariencia de pueblo fantasma que se niega a morir en medio de una especie de desmadre; que es aprovechado por el ocio, la droga, la prostitución y la caída de los valores de la familia y la sociedad como si viviéramos a finales del siglo xix en medio de peleas de gallos y la ley del machete.
También, la gente denunciaba a una policía estatal corrupta, que vive una especie de relación trashumante con la delincuencia; que trafica drogas, comete fechorías; asalta casas con o sin gente adentro y donde se multiplica el delito, pasando de hurtos, violación de la propiedad privada a robos agravados, violaciones, intentos de homicidio, etc. Habría que hacer una investigación para detectar si la policía estatal tiene vehículos suficientes, sistemas de comunicación, personal suficiente y si tiene procedimientos establecidos para hacer recorridos, vigilancia vial y operativos constantes que ataquen y detecten el tráfico de drogas y los mal vivientes.
Algunos cristianos han pedido la presencia de la Guardia Nacional para que opere contra los delincuentes; que tienen a medio pueblo sometido a sus armas, chantajes y toda esa especie de modus vivendis de gente expuesta a la ley del más fuerte y que ocasiona un comportamiento de miedo; terror, sálvese quién pueda, y otras manifestaciones de pueblo sin ley, donde las autoridades existen para la matraca de motorizados en noches de hambre y llevando fresco en un módulo policial, que solo sirve para hablar tonterías y no ejecutar políticas policiales que conlleven a auspiciar la prevención delictiva.
Sin embargo, en defensa de una policía que no sirve para nada, hay que reconocer por la calle del medio, que en uchire hay un enfermo mental suelto por esas calles: un delincuente psicosocial que disfruta violando niños…
Por: Luis Alfredo Rapozo
Politica | Opinión
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@luisrapozo
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