¿Por qué progresan los pueblos?
Seguramente avanzan más rápido aquellos que previamente han invertido en educación, instruyendo a sus habitantes para que juntos o separados pero organizadamente participen de un plan elaborado desde el gobierno. En plena discusión sobre la pobre calidad de la educación venezolana, es bueno plantearse si este gobierno que se dice socialista-comunista y por lo tanto humanista (y humanizado) tiene claro que los seres humanos que habitan el país serán quienes decidan con sus actos la felicidad o la infelicidad futuras. Nadie puede discutir la enorme diferencia en el trato material hacia los sectores más desposeídos.
Los planes en marcha con las llamadas misiones han permitido que gigantescas masas de habitantes marginados tengan al menos los elementos mínimos de supervivencia. Estas masas han estado y siguen estando ocultas a los ojos de la mayoría. Pero de tanto en tanto algunas puntas se salen del área asignada como territorio e invaden otras áreas a través del delito. Comen y se visten un poco pero no por ello mejoraron su intelecto.
De todos modos hay que convenir en que un trato “socialista y revolucionario” de los sectores necesitados aún no ha permitido salir de cuadros vergonzantes quecaracterizaron las décadas pasadas. Si el plan de ayuda a través de las misiones es o no suficiente importa tan poco como que algunos hayan malentendido la ayuda.
Será en todo caso motivo de acumulación de experiencias para la discusión casi eterna ¿qué hacer con los pobres?. Lo que en cambio aterra de verdad es la marcha atrás constante que la educación sigue teniendo en el país combinando bajo rendimiento en escuelas, liceos y universidades con fuertes cambios culturales.
Esta explosiva mezcla hace que los adolescentes y jóvenes de hoy imiten todo lo malo con una facilidad de asombro. Se inclinan por conductas predilectas de los delincuentes, hablan con el estilo de ellos, se pintan el cabello y caravanean en motos y carros con resonadores, como seres que desconocen por completo la ética y la armonía y hacen de la violencia su programa preferido de televisión. Además, el delito aumenta, y la edad para delinquir o prostituirse disminuye.
¡Vaya problema el que tenemos en Venezuela! Porque si era lógico esperar de un gobierno revolucionario socialista-comunista del siglo XXI que dice ser “humanista” la puesta en marcha de un feroz, agresivo y sedicioso programa de educación, nos hemos topado con la sorpresa que la costumbre de “dejar pasar la historia” no era patrimonio de aquellos gobiernos que se llevaron la acusación de liberales, capitalistas y desalmados.
El dedo acusador ya no sabe a dónde apuntar y lo peor sería concluir que todos los gobiernos son igualmente ineficientes a la hora de las grandes transformaciones, incluso éste socialista-comunista que prometía “hacer temblar las raíces de la República”.
Es increíble concluir que casi 15 años después de puesta en marcha una oportunidad inmejorable para cambiar a Venezuela, no solamente no se haya encarado un programa de transformaciones sino que esté instalada una clara pelea entre la educación oficial que demanda presupuestos y el gobierno socialista-comunista que se hace de rogar, al mismo tiempo que celebra el crecimiento de la recaudación impositiva a niveles nunca antes alcanzados. Son tan pocos los años que separan al niño(a) del adulto que al país se le va todos los días la posibilidad de formar mujeres y hombres transformadores.
Por: Zenair Brito Caballero
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@zenairbrito
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