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ISA DOBLES: Reescribir la historia en Argentina



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Yo soy una fanática de “la
noticia” como protagonista

 

No hay nada que me apasione más que recorrer de un extremo a otro de mi control cada país con sus hechos y vivencias, las opiniones confrontadas en voces autorizadas, las reacciones de la opinión popular.

Y por supuesto en este momento preciso de nuestra vida nacional, uno encuentra lo que no tiene aquí y sigue sorprendiéndose y aprendiendo, de repente recibes de otra latitud la referencia exacta para recuperar la esperanza, la ilusión, para entender o tratar de hacerlo, realidades ajenas que siguen enseñando este mundo convulso en búsqueda inconclusa de su propia vida.

Por supuesto que este continente nuestro está siempre lleno de esas circunstancias que siguen dando respiro a esta inquietud de lucha y de libertad. Y Venezuela allí, en la angustia y en el corazón.

Las noticias se apresuran, se montan una tras otra a veces sin darnos tiempo de asimilarlas o siquiera vivirlas.

Capriles va a Colombia, estremece el miedo disfrazado de arrogancia del “cartel político” de Venezuela, y como declarara Santos, una “descabellada” reacción del “ilegitimo” mandatario venezolano llena los espacios informativos ridiculizando al pais, descalificándolo ante un mundo ya fastidiado de tanto espectáculo barato.

Y llego otra vez a Argentina donde la Kischner, prepotente, ocupando el histórico espacio de Evita, ese síndrome que no se olvida en el espíritu gaucho, se defiende entre acusaciones terribles de corrupción que sin embargo parecen no tocarla.

Los argentinos llenan las calles, cacerolean multitudinariamente, pero parecen no encontrarse en las grandes decisiones. Sin embargo, las instituciones se defienden, los medios siguen en pie de lucha, la justicia trastabillea pero son obligadas a funcionar. Y así, Buenos Aires hoy defiende su monumento de Cristóbal Colón, de 623 toneladas, del acoso oficialista que pretendía, trasladarlo a Mar del PlAta.

A Cristina tampoco le hace gracia ver al genovés desde su Casa Rosada porque es un “símbolo” de la conquista y el tratamiento a los indígenas que por cierto hoy reseñan en su más absoluta necesidad humana los medios que combate. En el momento que comenzaban a desmantelar el proceso, llegó la medida cautelar que dictó una juez “Federal quien ordenó al Ejecutivo nacional a que se abstenga de “concretar cualquier acto que implique el desmantelamiento y traslado” de la pieza. La “K” quería sustituir a Colón con una estatua de Juana Azurduy, que se financiaría con un millón de dólares donados por el gobierno de Bolivia.

No hay duda, aseguran algunos, que todo esto es un nuevo capricho de la “K con el que pretende esconder y ocultar a figuras trascendentes de la historia mientras sobresalta aquellas que favorecen su tendencia ideológica.

Se trata de reescribir otra historia. Como aquí.

Mientras veía todo, me acordaba de aquella imagen terrible de un Colón destrozado y arrastrado por hordas incitadas al odio y la violencia por aquel discurso terrible de destrucción y venganza.

Y también me hizo penar en una realidad agobiante: ese millón de dólares que iba a pagar el monumento de la heroína boliviana al final… ¡lo pagábamos nosotros!


Por: Isa Dobles
Politica | Opinión
Sabado 1 Junio del 2013

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