Artillería de Oficio
■ El poder comunal promueve el atraso y la ruina.
Los responsables de las últimas farsas publicitarias del Gobierno acaban de lanzar una cuña que maneja una gran verdad: vivimos en una patria nueva. A partir del resultado electoral del 7 de octubre, Chávez tomó el camino de la radicalización con Cuba como referente. La amenaza de imponer el comunismo se concreta con las “leyes revolucionarias” que supuestamente promueven la justicia e igualdad social; con la Ley de las Comunas comunismo, aprobada en 2010 y con los consejos comunales, existe una nueva institucionalidad que comenzó a actuar para desplazar a las alcaldías, gobernaciones, prefecturas, incluso a las asociaciones de vecinos. Y gozan de autonomía.
Resulta estremecedor que hasta los dólares de viajeros sean aprobados por un consejo comunal, de hecho, el Sitme ya está pidiendo la autorización de los consejos comunales como requisito para la entrega de divisas preferenciales.
Los consejos comunales han sido diseñados para entrometerse en todo, participarán en todas las actividades públicas y privadas, empezando por la economía y la educación de los hijos, en consecuencia, limitarán nuestras libertades.
El panorama económico no puede ser más desalentador cuando los consejos comunales condicionen a todo el sector productivo, aprobando o negando sus proyectos e inversiones, promoviendo la corrupción y la paralización del aparato productivo. Cualquier iniciativa privada tendrá que pasar por la alcabala de los consejos comunales y es posible que también pague peaje.
Para emprender un proyecto ya hay que sortear una carrera de obstáculos; con los consejos comunales cualquier iniciativa se topará con un muro de contención. No hay garantía para la propiedad privada, por eso el Estado promueve las invasiones y las arrebata. Es el atraso y la ruina, tal como sucedió en Cuba.
Este asunto tan grave requiere de estrategias políticas para enfrentarlo, individuales y colectivas, en las que se involucre a toda la ciudadanía, no sólo a la dirigencia opositora, sino a las universidades, academias, gremios, empresarios, sindicatos y toda la sociedad civil organizada. Hay que activarse, es un asunto que trasciende el tema electoral. Es la hora del liderazgo opositor combativo, de la desobediencia civil consagrada en la Constitución Bolivariana. ¿Qué pasó con el llamado de Antonio Ledezma para desconocer al Consejo Nacional Electoral, que ordena pasar por las estaciones de información en los centros electorales el 16-D? Después de que las rectoras dijeron que no era opcional sino obligatorio, al dirigente de Alianza Bravo Pueblo le cayó un balde de agua fría y nos dejó esperando directrices.
Necesitamos saber cómo vamos a instrumentar la desobediencia civil no sólo en elecciones, también ante cualquier medida arbitraria e inconstitucional que se implemente. La oposición es la mitad del país, somos más de 6 millones de venezolanos que no podemos continuar en este estado de postración y derrotismo. Debemos crecernos en la adversidad, demostrar fuerza y hacernos respetar. Hay que salvar la patria, desde el silencio y la inactividad la perderemos y viviremos en la patria nueva de la propaganda oficial, que no es otra que la del caos y la miseria, el crimen, la carestía, el trueque y la barbarie.
Y ahora una pregunta inocente a los responsables de esa cuña vendedora de “la patria nueva”, ¿creen de verdad que con esa estulticia han conseguido convencernos de que en la patria comunal viviremos felices? Personalmente no creo que en este momento, cuando la triste realidad de nuestra economía ha impuesto un racionamiento, logren convencer a nadie.
Por: MARIANELLA SALAZAR
msalazar@cantv.net
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