HomeMundo & America LatinaOlgak: Mi lista de enjuiciables…y la tuya?

Olgak: Mi lista de enjuiciables…y la tuya?



Derrotar al socialismo castro-chavista es la ruta para rescatar el camino de la decencia y la integridad.

¡El fin del chavismo es inminente!

 

I

El título de esta nota no es una provocación…bueno, en realidad sí. Para bien.

Electoralmente su fecha es el 7 de octubre, pero política, social y culturalmente la erradicación de sus perversidades dependerá íntegramente de las medidas que tome el nuevo gobierno de Capriles.

Al escribir esta nota, estoy tecleando con la tensión concentrada de un acróbata que debe cruzar la distancia entre las dos torres de Parque Central sobre una guaya delgadita, sin malla y con mucho viento. Que así se siente el camino de la Reconciliación post-revolucionaria, dar pasos sobre una guaya muy fina buscando equilibrio con un balancín que por un lado tira a la Revancha y por el otro a la Impunidad. Les confieso que me da miedo acometer estas líneas. Pero me enseñaron a tenerle más miedo al Miedo que al factor puntual que lo provoca. Así que ahí voy, sin malla…y con mucho viento.

Partamos de dos hechos: en primer lugar, estos 14 años de chavismo muy lejos de ser la revolución salvadora prometida, no han sido otra cosa que una revancha sostenida que desfiguró los votos que de buena fe le fueron dados para reparar los errores de nuestra imperfecta democracia. Pero en segundo lugar indiscutible, llegamos a esta revolución porque la Impunidad de la era que la precedió, desbordó todos los límites.

Ambas conductas comparten el calificativo de indecentes.

Ambas deben quedar proscritas.

Por eso hoy, a pocos días de definir nuestro futuro, asumo con prudencia pero también con temple la responsabilidad de hablarles de lo que muchos piensan, pero nadie dice. Se trata de “Mi lista de Enjuiciables”. Me mueve una poderosa razón. A mis hijas les transmití lo que me enseñó mi Viejo: “puedes cometer errores, lo que no puedes permitirte es repetirlos”. Y de eso se trata esta nota, advertir sobre el peligro de repetir errores.

A pesar del título provocador, dejo clarísimo que estoy dispuesta a enfrentarme a los que dicen que para la reconstrucción habrá que “dejar pasar y pasar la página” con actitud pseudo virtuosa y tonillo de superioridad moral que ni acepto, ni respeto y tampoco les creo. Así también me plantaré con igual fiereza frente a los desenfrenados que quieren violencia de paredón para el colectivo chavista en un talante que más parece querer sustituir el chavismo que erradicarlo.

No! Rotundo y categórico.

No! Ni revancha, ni impunidad. Más nunca.

Entre ambos conceptos, quede claro, no hay tal cosa como “un mal menor”. El Mal como el Bien, no tienen apellidos. Son.

Ya ven de donde viene mi miedo. La conciencia de la delicada línea por la que transito y la responsabilidad que asumo al escribir estas líneas. Ahora les pido que me acompañen por la escabrosa travesía que finalmente me permitió poner en blanco y negro pensamientos igualmente rudos pero necesarios.

II

Si acordamos, avanzamos:

Nuestra sanidad y nuestra Paz dependen perentoriamente de impedir que se repitan los dos errores trágicos que nos trajeron hasta el día de hoy: el error de la revolución de hacer pagar a un colectivo inocente cuando los culpables eran perfectamente contabilizables; o el error, igualmente trágico de la Cuarta, de finiquitar con ligereza negligente e insultante a nuestra inteligencia, los asuntos de corrupción adjudicando todas las culpas a chivos expiatorios o figuras insignificantes como el tristemente célebre “ chino de Recadi”. Tantos y tan acumulados golpes a la moral republicana por dejar impunes a los verdaderos y grandes responsables, derivó en el golpe, éste militar, del 4F que nos puso a rodar por este despeñadero revolucionario.

El chavismo potenció ese error y lo quiso llamar revolución. Tengo la absoluta certeza que, entre muchas, la peor equivocación del chavismo fue cobrar al país al completo una factura que correspondía a unos pocos. Con nombre y apellido. Y pudiendo hacerlo, no lo hizo. Ese será para siempre su estigma.

Así pues, partamos de lo incontestable: en estos 14 años se ha hecho mucho daño, durante mucho tiempo a mucha gente y al país en su totalidad.

Acuerdo unánime.

III

Comience la ventisca:

Ahora un golpe de viento: sostengo categórica que no todos los chavistas son culpables.

Y digo más, digo que en la Culpa, hay grados que diferencian a los decisivamente enjuiciables de los censurables. Me ocupan los primeros, los que, por el bien de todos, han de ser puestos-sin tibiezas ni piruetas políticas- a la orden de la Justicia. Esa que ha estado dolorosamente ausente estos 14 años y la única-léase bien, la única- con el poder de mantenernos de pie en esta resbalosa guaya de la Reconciliación que merecemos y aspiramos.

Por eso hice mi lista de enjuiciables. Y los exhorto a que hagan lo propio.

Es fácil imaginar las reacciones que provoca este exhorto: una parte de los lectores está ansiosa por ver correr la sangre (figurativamente, aclaro). La otra está escandalizada y replicará con argumentos que van de lo que eufemísticamente llaman “políticamente correcto” apelando hasta a lo religioso para repudiar esta nota y a quien la escribe. Organizarán una cadena de oración por la salvación de mi alma?

Respetuosamente, paso.

Como dije, ambos extremos me encontrarán en la acera de enfrente y combatiéndolos.

Repito: demando Justicia. Tengo mi lista de enjuiciables y los exhorto a que hagan la suya.

IV

Todo destino tiene un mapa, les presto el mío:

Antes de hacer su lista, permítanme compartir los puntos de mi azaroso recorrido personal por si les sirviera de guía. Les cuento: la tarea de listar los atropellos y las felonías que hemos padecido resultó inabordable. El material da para llenar la Británica. Entonces opté por escribir más bien los nombres de los que consideré responsables. Sin orden. De entraña y sin filtros.

Pasado el arranque original teñido de coraje y pesares, y con la lista impresa en mi escritorio, la veía cogiendo polvo y manchas de café, le hice tachones y garabatos distraídos. Cada ojeada revivía unos recuerdos y alejaba otros. Empecé a hacer pequeñas notas al margen. Finalmente tomé una hoja nueva y reescribí la lista eliminando los tachados. Encontré, para mi propio asombro, que en la lista final hay menos nombres de los que creí. En ese momento la lista me habló.

V

Lo que me dijo la lista:

Viendo por milésima vez el inventario de nombres, saltaron a mi vista ciertos patrones y de pronto hacer “esto” adquirió nitidez, sentido y sobre todo, proporción. Pude racionalizar y darle justa perspectiva al cometido de listar a los enjuiciables.

Supe al punto que en la Venezuela que quiero, exigir Justicia no genera miedo sino orgullo. Supe que pedir Justicia es tan natural como respirar y no una batalla épica librada en desventaja.

Esos patrones que reconocí en mi lista de enjuiciables se convirtieron en una suerte de fórmula para que, en lugar de una lista inmensa, fuera una lista concisa y lógica. Y con EL requisito clave: que los juicios de los allí nombrados fueran VIABLES.

Así reduje la lista.

Criterio 1: El enroque

Resulta que no hay alto funcionario que a lo largo de estos 14 años no haya tenido cuatro, cinco y hasta 8 cargos distintos. Eso que aquí llamamos “enroque” es el equivalente caribeño del soviético “nomenklatura”. A los efectos de redactar mi “lista de enjuiciables”, el sistemático enroque chavista lejos de multiplicar responsables, concentró en unos pocos -muy pocos- las responsabilidades derivadas del mal ejercicio del Poder, y consecuentemente los que tienen la condición de enjuiciables. La rotación de cargos resultó en una multiplicación de culpas pero compactadas éstas en pocos individuos.

Criterio 2: La Parca

Entre los nombres de mi lista, algunos dejaron profundas y dolorosas cicatrices. Sin embargo el juicio que les corresponde, dejó de estar en nuestras manos: Tascón, Lina Ron, W.Lara, C.Escarra, R.Peñalver, Clodosvaldo, Anderson, Muller Rojas. Ellos enfrentan, si la hay, otra Justicia. Y si no la hubiere, la Parca puso punto final a sus delitos. En mis viejos apuntes universitarios repasé a Tanatos y Hades. Borrados de la lista.

Criterio 3: Los Genéricos

Mi lista se contrajo drásticamente cuando saqué de ella a los que dejaron el proceso sin ruido y/o los que estuvieron en él pero sin ruido. Me percaté que a este criterio corresponde una importante mayoría. Incluye desde el votante crédulo del 1998-2006 al funcionario de nivel bajo y medio, otrora entusiasta portador de franela roja y hoy abatido y amedrentado. Engloba a algunos medianos empresarios que hicieron fortuna legítima con contratos legítimos (franelas, rotulados, imprentas, transportistas, por decir unas pocas ramas), abarca a los artistas que pronto descubrieron que habían sido utilizados, y el lote mayor de esta categoría, lo integran los mediocres cuya culpa fue creer -por eso son mediocres!- que la pseudo-ideología de eslogan sustituye el Conocimiento y la Experiencia.

En aras de la Reconciliación también desincorporé de la lista a los que, visto el entuerto, salieron (escaparon?) del país y de la revolución que en su día ayudaron a montar con el atrevimiento adicional de querer dictar cátedra sobre lo que debimos hacer…pero desde su computadora en algún país del Primer Mundo. Entre todos estos, son tantos, que decidí darles nombres genéricos: el Arrepentido, el Penitente, el Confundido, el Traicionado, el Manipulado, el Despojado. Si algunos se deslindaron del proceso por Vergüenza o estuvieron con él por Conveniencia, es algo que no nos interesa a los fines de esta nota. El caso es que no califican para un dictamen de la Justicia de Tribunal. Van quedando menos…

Criterio 4: Los disidentes

Este criterio contrajo aun más mi lista. Son los disidentes del proceso en altos cargos, los que lo abandonaron con valentía denunciando sus irregularidades. Tan chusca es la revolución que hasta diseñó para ellos la absurda ley Anti-talanquera. Puede que de estos algunos nos generen una dosis de desconfianza comprensible. Pero justo es valorar que al irse de la revolución, lo hicieron recriminándole a Chávez su traición a los ideales por los que un día lo apoyaron. Ideales que mantienen y precisamente por eso, están trabajando con igual tesón por la causa Unitaria como lo hicieron por la revolución en su momento. Su liderazgo es independiente del comandante y de ahí su fuerza. A su disidencia pública debemos agradecer haber allanado el retorno de sus seguidores a la idea de una Venezuela unida y en Paz, en lugar de la fracturada y enguerrillada que alimenta Chávez. Aclaro sin embargo que las denuncias de Aponte-Aponte no le dan entrada en este lote…su confesión solo busca cuidar su pellejo.

VI

La lista, el juicio y sus consecuencias

Aplicados los 4 criterios de depuración, en mi lista quedaron, oh sorpresa, exactamente 38 nombres.

Si, después de 14 años de desmanes, abusos, corrupción, traiciones y daños patrimoniales a la patria, en mi lista quedaron 38 individuos clave. Enjuiciarlos no reparará los daños causados, pero el valor de la condena justa de un tribunal es la fórmula de disuasión del mundo civilizado. Es la ruta para rescatar el camino de la Decencia y la integridad.

Delinquir debe ser lo único que provoque miedo en el gobierno de Capriles.

Así pues esto, el juicio a los grandes responsables, es lo único que espero de Capriles. Sus promesas electorales son asunto de buena gerencia. Pero someter a juicio a esos, + o – 38 individuos, los demostrables agentes ejecutores de los grandes males infligidos a la República, es lo que haría que la tambaleante cuerda de Reconciliación se convierta en un puente salvo, una autopista. El país está harto de tanta trocha.

Este camino que propongo tiene calibre de cruzada. Vamos a necesitar aplomo y cordura. Ambos y en grandes dosis. La Justicia ofrece ese camino y hay que tomarlo. Cualquier otro atajo califica de Complicidad.

Y para que se entienda la talla de mi petición, para que nadie con tonillo de superioridad moral ose calificarme de Angel Vengador se los voy a retratar en cifras: de los 7.309.080 revolucionarios que en 2006 votaron por Chávez esos 38 enjuiciables por algo tan comprobable como “Daño al patrimonio de la Nación” representan, lean bien, el 0,0005% de los chavistas de entonces.

Para la Reconciliación que necesitamos los 28.000.000 de venezolanos, chavistas o no, esos 38 enjuiciables son apenas el 0.0001%.

No hay argumento que me convenza de poner en riesgo el país y el futuro de 28 millones de venezolanos por “pasar la página”. Simplemente no resiste análisis.

Rotundamente no. Ni revancha, ni impunidad. Más nunca

La Reconciliación sanadora debe transitar por la única via segura: Justicia

Tanto como los votos, ese juicio sería la verdadera derrota del chavismo. El voto que le vamos a dar a Capriles es para ir a un triunfo más allá y más noble de lo electoral.

En la Venezuela que quiero, exigir Justicia ha de ser tan natural como respirar…En cuanto a repetir errores… No. Mas nunca.

Ya hice mi lista. Y la tuya?


Por: OlgaK
@olgak26
Olgaknoticierodigital@gmail.com
Martes 25 Septiembre, de 2012

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