HomeMundo & America LatinaCLAUDIO NAZOA: El único que no está loco

CLAUDIO NAZOA: El único que no está loco



“Todo demente tiene salud de hierro y si
se enferma, se cura misteriosamente..”

 

Creo haber tratado este tema en 2007 para la revista Clímax, ¿o sería en 2005?, o tal vez no lo publiqué o…

¿qué fue lo que dije que hice?…

Pasé varios años de mi vida recluido en el Hospital Psiquiátrico El Peñón, primero como paciente y después creyéndome psiquiatra. En ese tiempo aprendí que la locura tiene dos puntos de vista: la del loco (aunque a mis colegas no les gusta el término) y la de los supuestos normales.

Seamos sinceros, la demencia no tiene cura, sólo tratamientos atenuantes. Aparte, quien sufre trastornos mentales, es generalmente un ser en apariencia feliz que cree que él está bien y que los otros son los que están enfermos.

El demente a quien realmente molesta es a quienes tienen la mala suerte de estar a su lado.

Todo demente cree que hay un complot en su contra. Los más delirantes en su paranoia, incluso llegan a creer que los quieren matar.

Todo demente insulta y arremete contra quienes lo rodean, como forma de afianzar el absurdo poder que creen tener. Nunca un enfermo mental la agarra por hacerle cariño a alguien.

Todo demente se cree psiquiatra.

Todo demente miente compulsivamente. En realidad, piensa que su mentira es una verdad.

Son tan perfectos en este arte que logran que algunas personas les crean. Mi colega, el Dr. Rómulo Aponte, piensa que debemos ser escépticos cuando escuchamos a un paciente con trastornos mentales, por más real que parezca su historia.

Todo demente es capaz de confundir, llegando en ocasiones a convertirse en líder, presentando situaciones irreales y fantásticas que, inexplicablemente, sirven como red para atrapar a seguidores incautos. Hiltler, Mussolini, algunos predicadores religiosos y, bueno, etcétera. Estos seguidores de dementes fácilmente abren una grieta misteriosa en su cerebro y pueden fanatizarse por un desquiciado. Este fanatismo los puede llevar al suicidio, a la hambruna, al asesinato y a la guerra.

Todo demente tiene salud de hierro y si se enferma, suele curarse misteriosamente. Es capaz de llevar lluvia, sol, hambre y sed sin sucumbir, caminan kilómetros, comen cosas podridas, toman agua sucia y no se tiran ni un peíto.

Todo demente tiene un cuerpo perfecto y nunca hace ejercicio. Sólo algunos se hinchan en vez de engordar, unas veces por tomar medicamentos y otras por un extraño proceso ligado a la locura, en el que el cuerpo retiene agua. La próxima vez que vean a un enfermo de este tipo en las calles, fíjense que si son mujeres, tienen senos perfectos que no se caen y si son hombres, tienen un pene digno de envidia.

Todo demente se enamora solo y después le echa la culpa a la pobre e inocente persona víctima de su fijación. Por cierto, tengo una paciente a quien trato clínicamente desde hace años, es una periodista de El Nacional. No voy a mencionar su nombre por caballerosidad y ética médica.

Estoy seguro de que está leyendo este artículo y sabe que me refiero a ella. Sé que no es ético que un psiquiatra hable públicamente de un paciente, pero creo que esto va a ser parte del tratamiento para lograr que esta dama, desista de su obsesión amorosa. ¡Ana Matute! ¡Basta! ¡Déjame en paz! Ahora, queridos lectores, los dejo porque creo que alguien que me está leyendo me quiere matar ¡Epa! ¡Sí, es con usted!, vuelva a leerme, mire que yo soy el único que no está loco en esta página.


Por: Claudio Nazoa
Política | Opinión
EL NACIONAL
lunes, 23 Julio, 2012