El Calabozo de la Libertad
Todo el mundo lo sabe: la revolución de Hugo Chávez no puede garantizarle a usted lo más preciado que tiene un ser humano: la vida. Pero no se preocupe, cuando usted se muera, como consecuencia de una bala perdida disparada por un pran desde una de las tantas cárceles del país, o producto de un disparo propinado por un choro, que lo asaltó para quitarle los zapatos, o el BlackBerry, usted y su familia podrán estar tranquilos y sin nervios, porque la revolución se ocupará de que su entierro le salga gratis.
Así como lo está leyendo. Este es el más reciente invento creado por la revolución bolivariana de Hugo Chávez: la Gran Misión Entierro Gratis. Una nueva y moderna oferta electoral lanzada por los extraordinarios cerebros de la Sala Situacional del Palacio de Miraflores, integrada por cubanos de la más absoluta confianza de Fidel Castro, quienes están convencidos de que este ofrecimiento le reportará centenares de miles de votos al comandante presidente que aspira a la reelección el próximo 7 de octubre.
La revolución de pacotilla que lidera Hugo Chávez, según las cifras que maneja la Asociación Civil Indignados de Venezuela, ha dejado en 13 años de gestión la impresionante cifra de 156 mil 990 personas muertas a manos del hampa. En 1998, el último año de gobierno de Rafael Caldera y de la llamada cuarta república, la cifra de venezolanos muertos a mano de la delincuencia fue de 4.550. En el año 2011, en plena efervescencia del socialismo del siglo XXI, fueron asesinados 19.336 compatriotas, un incremento de más del 300 por ciento. Las cifras dejadas por la delincuencia en lo que va de este año 2012, que todavía no llega al primer semestre, prometen superar con creces esos números. La revolución difícilmente llegue a los 10 millones por el buche. Pero este año promete superar la barrera de los 20 mil muertos. Como ejemplo podemos colocar al Táchira, estado en el que en 2011 se reportaron 518 homicidios. En los primeros cinco meses de 2012, Táchira lleva 305 homicidios distribuidos así: enero 63, febrero 80, marzo 47, abril 65, mayo 50, lo que significa que el año podría terminar fácilmente con aproximadamente 700 muertos a manos del hampa.
La revolución de Hugo Chávez, nadie lo duda, ha sido incapaz de contener esta matazón que está acabando con miles y miles de venezolanos honestos, humildes y trabajadores. Hay acciones que, incluso, hacen dudar de la voluntad de este gobierno para enfrentar a los delincuentes, verbigracia, el trato que el gobierno le da a los pranes de las cárceles venezolanas, quienes conversan y negocian directamente con el jefe del Estado, mientras que a las policías, como a la de Carabobo, se le despoja de sus armas de reglamento para que no puedan combatir el crimen.
Chávez se da cuenta, 13 años después, de que la inseguridad se le ha convertido en un grave problema que amenaza seriamente sus posibilidades de ser reelecto en los comicios del venidero 7 de octubre. Y como no tiene otra cosa que hacer, le ofrece a los venezolanos un gran premio de consolación: como no puedo garantizarte la vida, entonces voy a garantizarte un entierro gratis, para que tus familiares no tengan que cargar con ese muerto. Pero eso no es todo: los centenares de muertos de cada fin de semana están generando un serio problema en los cementerios: Los camposantos de todo el país se encuentran abarrotados y hacinados. Ya no hay espacio donde enterrar a los difuntos. En pocas palabras, la revolución no halla que hacer con las decenas y decenas de cadáveres que todos los fines de semana, abarrotan las morgues de todo el país.
Por lo tanto, la revolución no solamente ofrecerá la Gran Misión Entierro Gratis, sino también la Gran Misión Cremación Gratis, de manera que, de ahora en adelante, los muertos serán convertidos en polvo. Por cierto, esta última gran misión, la de la cremación, viene a constituirse en la cristalización de uno de los grandes sueños del comandante presidente, quien prometió en una de sus tantas campañas electorales, que convertiría en polvo cósmico a quienes se opusieran a su revolución.
Por: GUSTAVO AZÓCAR A.
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