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Thursday, November 21, 2024
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NICOLAS P. DIAZ-ARGÜELLES: El cáncer de las mil caras


¿Por qué un tema tan kafquiano
es el eje actual de Venezuela?

 

José Ramón Marquina dice que el mal no será detenido, el cáncer de Chávez es raro e incurable.

En casi todos los países las campañas electorales se libran oreando en la tendedera pública los asuntos que preocupan a su población. Actualmente, por ejemplo, en las elecciones en los Estados Unidos entre Barack Obama y Mitt Romney, se discute continuamente sobre los termómetros que decidirán los comicios: economía e inmigración.

En México Enrique Peña Nieto, Josefina Vázquez Mota y Andrés Manuel López Obrador se cruzan continuos dardos envenenados sobre la narco violencia, la censura en los medios, el eventual regreso al pasado con un predecible triunfo del PRI y las relaciones entre el palacio presidencial de Los Pinos y la Casa Blanca.

Sin embargo, la campaña venezolana es sui generis, su tema central es un cáncer del tamaño de una pelota de béisbol descubierto en Cuba en la zona pélvica de Hugo Chávez en julio del 2011, y que se le reprodujo en febrero de este año, pero de tan solo dos centímetros, y que el alto mando de la oficialidad chavista lo califica eufemísticamente como “lesión”. ¿Por qué un tema tan kafquiano es el eje actual de Venezuela?, porque es la preocupación que está sentada en la silla turca del pueblo de Simón Bolívar.

Es un cáncer curioso, tiene un poder de ubicuidad superior a la del jefe cimarrón haitiano Mackandal, cuya vida narró genialmente el cubano Alejo Carpentier en su novela El reino de este mundo.

Y digo que el cáncer de Chávez es ubicuo porque es capaz de estar al mismo tiempo en la próstata, el hígado, los nódulos linfáticos y hasta en los huesos.

No digo, Dios me libre de decir que Hugo Chávez no está gravemente enfermo. Pero como lo que le ocurre al hombre que gobierna Venezuela se está manejando con una alta dosis de secretismo, más que una evolución médica y lógica de este tipo de enfermedad, lo veo como un libreto escrito desde La Habana por El Totí en Jefe, con el suspenso de Alfred Hitchkock, la imaginación de Julio Verne y el dramatismo teatral de Esquilo.

En otras ocasiones el elemento macabro ha sido un factor con más pescado que salsa en la política latinoamericana. La muerte de un líder político a veces se confunde con un glorioso martirologio por esa atracción fatal, piedad y respeto que todos sentimos por la corona de flores, el minuto de silencio y la paz de los sepulcros, que nos hace exclamar sobre alguien que murió o está a punto de morir: “ !La verdad es que el tipo no era tan malo!’’.

Y a veces rinde excelentes dividendos políticos, como en el caso de Argentina y la muerte de Néstor Kirchner, que catapultó en las encuestas su modelo agotado de gobierno encarnado en su viuda Cristina Fernández Mis conclusiones pueden parecer disparatadas y producto de la imaginación calenturienta de un exiliado cubano que emocionalmente le echa la culpa a Fidel Castro hasta del asesinato de Abel por Caín.

Pero si nos remitimos a los hechos, a los resultados concretos, Hugo Chávez sigue aventajando a Henrique Capriles en las encuestas, y mientras el venezolano promedio se pregunta las 24 horas del día si será un cáncer o un toque de bola por tercera base, si Hugo llegará o no vivo a las elecciones del 7 de octubre del 2012, si lo sucederán Diosdado Cabello, Nicolás Maduro o Adán Chávez, no se preocupa en absoluto por discutir sobre la falta de seguridad pública, que provocó que el año 2011 fuera el más violento de la historia nacional con un total de 19,336 personas asesinadas, ni sobre la corrupción judicial, él pésimo estado de los equipos de PDVSA, ni de los 38,000 barriles de petróleo diarios que Venezuela regala graciosamente a Cuba.

¿Mi opinión final?… la enfermedad de Hugo Chávez por supuesto que es un cáncer, pero también una estrategia política. Y se valen de los medios más creativos para que la noticia se mantenga en primera página de todos los periódicos del país.

Recientemente aparecieron afiches electorales en la Avenida Libertadores, una de las más transitadas de Venezuela, proclamando “Diosdado Presidente”, refiriéndose a Diosdado Cabello, uno de los principales delfines en la sucesión de Chávez, generándose furor en las redes sociales del país sobre la
noticia. ¿Quién colocó el letrero? No fue evidentemente el propio presidente de la Asamblea Nacional, no está loco y sabe que una osadía de tal calibre podría hacerlo volar en mil pedazos.

Menos una oposición que no es tonta como para comprar soga para su propio pescuezo.

En mi opinión, los carteles fueron colocados por órdenes del propio Hugo Chávez para seguir insuflando suspenso, incertidumbre e intriga, y para que el pueblo venezolano siga pensando única y exclusivamente, en el cáncer de las mil caras.


Por: Nicolás Pérez
Nicop32000@yahoo.com