“Yo no escribo ni para ganar
ni para ahuyentar votos..”
Si concebimos una visión política que quiera dar la respuesta a cuál es el pronóstico más probable en los acontecimientos que se supone “ordenarían” la crisis sistémica profunda que desbarranca este país, es por demás difícil esgrimir discernimientos, sobre la sucesión de episodios por venir, no solo porque serán inéditos por definición, dada la originalidad de esta tramoya histórica montada por el chavismo, sino por ser esta una sociedad ya poseída por los típicos sectarismos enfermizos, propios de las tramas belicosas que preparan confrontaciones donde los más probables desarrollos se darán de forma distinta acomo se prefieren en la credulidad general.
Sobre todo hay que poner en duda el pensamiento lineal, primario, básico, de tanta gente que creen estar dando forma y destino cierto a la realidad venezolana en lo que resta de año, al defender vehementemente una determinada propuesta electoral, cuando esta cruda realidad en verdad va por un lado y las ilusiones, sobre todo las de finales felices, van por otro.
No me escapa que la decisión de un vasto segmento social, que impulsa la opción política electoral opositora, pueda convertirse en un factor objetivo que puede transformar esas realidades. Pero no es así cuando lo que se propone es un andar cantarín, que solo sirve de acompañante en el decorado útil a una ruidosa opción del poder establecido, dispuesta a quedarse atornillada empleando todos lo medios de chantaje a su plena disposición.
La crisis terminal, absolutamente inevitable del régimen chavista continuará impertérrita, con Chávez vivo o no, ganando o perdiendo las elecciones y si ganara la oposición, lo único cierto es que: o pacta el alma con el chavismo, para que le dejen compartir el régimen en condiciones disminuidas, o sencillamente ese triunfo es desconocido, pretendiendo el chavismo pasar a otra forma de régimen aun más revulsivo y despótico. Y todo ello apenas será un episodio de entretenimiento de escasos meses, mientras sigue su curso la marcha hacia el enfrentamiento inevitable.
Un hipotético gobierno de este liderazgo opositor, con esta orientación política apaciguadora, o es sencillamente inviable y portador de una crisis de naturaleza insoluble, por su incapacidad para arrinconar al chavismo, o debería revelarse con un recóndito o desconocido signo opuesto al que ha revelado hasta ahora y que desatando en su interés la confrontación abierta, logre reunir las fuerzas y la decisión para doblegar a los rojos, basándose en que representa una voluntad nacional que impondrá el orden, frente al caos que desatará el régimen en ruinas y en retirada desordenada, desquiciante y explosiva.
Lo electoral amigos es solo una puesta de escena de la parte superficial y conspicua de los actores, que se supone personifican tendencias sociales y políticas profundas.
Y si he de creer que lo que se aparenta si es una lectura real de esas tendencias, entonces aquí el Presidente Chávez o quien lo sustituya, aspirará a mantener y profundizar, desde octubre el proceso de descomposición lumpen del poder y del Estado, haciendo del régimen, ya exhausto, una realidad “institucional” que buscará sobrevivir agónicamente, evidenciando y asumiendo putrefacciones aun mas espeluznantes que las ya conocidas.
Intentando contrastar con ellos, la propuesta opositora, “distraída”, busca un mayor espacio con una candidatura con su piso político social de clase media, que apenas quisiera pactar un modus vivendi que detuviera ese deterioro, tratando de hacerle tomar en cuenta al régimen despótico, además de esos sectores medios y sus clientelas regionales, al empresariado tradicional, que es pugnazmente excluido de las provisiones del poder central bajo hegemonía roja excluyente, sectario, atropellante y sobre todo vindicativo, porque se nutre y alimenta el resentimiento social.
Barajando esto más sencillo, quisiera llamar la atención no a miles de electores, ni siquiera a formadores de opinión, sino a sectores con responsabilidad dirigencial a tomar en cuenta otras opiniones distintas a esa especie de autocomplacencia superficial, con la que se manejan hasta ahora las hipótesis en medio de la confrontación político-electoral.
Yo no escribo ni para ganar ni para ahuyentar votos, escribo para intentar discutir sobre los temas que no son procesables en cuñas conformistas de marketing, al límite, ni siquiera me interesa que dice o no dice nuestro candidato, sino es en relación a que considero una grave irresponsabilidad sembrar ilusiones de todo calibre sobre una institucionalidad chavista que está preparándose para el ventajismo, el fraude y la confrontación y no para una cohabitación con ellos, como la que se supone adquirida de antemano desde nuestras bucólicas expectativas opositoras.
Si me lee alguien que clasifica en grueso con las características típicas del cultor del pensamiento político primitivo, de maniqueísmos electoreros triunfalistas o proclamatorios de bondades de candidato y de atavismos contra la “vieja política” y otras ridiculeces del planteo generacional, propio de imbéciles, de una vez les dijo que no podré hacerle comprender lo muy poco que vale esa manía por reducir todo a autoafirmarse en la perspectiva y necesidad del triunfo inevitable del 7 de octubre. Eso es para los simplistas sin remedio.
Vale poco y nada pretender discutir con alguien cuyo ideario se traduce y reduce en cantar loas al candidato unitario y denigrar contra el que no refleje incondicionalidad con el tótem ocasional escogido, al que no puede ser nadie infiel con su mensaje en lo que diga o escriba, so pena de ser execrado y echado del paraíso que cultivan los entornos de eunucos intelectuales, sin nunca descubrir que hay quienes preferimos nunca pertenecer a esas cortes de conmilitones.
Como tengo por norma de vida no pertenecer a ninguna corriente política que se declare en idolatría a un humano vivo y hasta con dificultad podría tolerar solo alguna identificación parcial con un sobresaliente sistema teórico de ideas políticas , defendido por alguien bajo tierra hace décadas o siglos, me cuesta demasiado entender las mentes simples de quienes andan embanderados y apasionados por un candidato al que considero solo alguien útil para la formalidad de dar identidad a un reagrupamiento político, obligatorio en los calendarios que nos impone un régimen político, que ahora está en las ultimas, con su líder en tareas preparatorias a dejar establecida su herencia de esta desconcertante corriente de destrucción nacional, cuyo símbolo más notorio será el habernos devuelto un siglo, en la elaboración de nuestra síntesis cultural y política como nación, en proceso civilizatorio tan accidentado como incierto.
En un país donde los presos de la Cárcel de Sabaneta en Maracaibo, con un millar de presentes en el patio, se dan un escenario para un palurdo reggaetón, en medio de disparos al aire de decenas armas de guerra de gran calibre, que exhiben a cara descubierta los “internos”, uno se pregunta: ¿Y es esto lo que solucionará la inefable fosforito?
Estamos ante un Estado que ya se pudrió sobre sus bases, hasta los tuétanos y requiere de una “cura de burro”, unas soluciones de fondo. Porque eso es solo un síntoma de la descomposición general que llego a límites de explosión probable, a niveles muy profundos.
Esto no lo arregla ni la continuación del chavismo en el poder, ni tampoco esa propuesta idílica que pareciera edulcorarse como propuesta de gobierno alternativo desde la oposición electoral.
Cuando algunos contradictores descerebrados celebran con carcajadas que las soluciones radicales fueron de escasísima resonancia en las primarias y ensalzan el triunfalismo de las cifras abultadas que logró el marketing televisivo, para esta campaña de “una noche tan linda como esta” no tienen la menor idea que discurren en un mundo paralelo al real.
El país conocerá días tenebrosos y por más que ustedes se empeñen en presentar una fábula, un escenario de duendecillos y hadas madrinas, aquí viene es un mierdero que enfrentará el lumpenaje gubernamental a segmentos civilizados del cuadro institucional de las FFAA que aun pueda subsistir y que lo hará no por deber patriótico, sino por simple sobrevivencia.
El escenario, que de forma puede ser electoral y cruzado por el 7 Oct, tendrá un trasfondo solo visible y con figuras protagónicas cuando se produzca ese escenario posterior, porque será un choque múltiple de trenes que vienen desde distintas direcciones y confluyen contra lo que quede de la estabilidad del régimen, con sus columnas profundamente resquebrajadas. Los actores serán en su mayoría nuevos, sustituirán sobre todo a los que resultaren del escenario electoral, porque ese mundo de apariencias pasará cada vez más a segundo plano y se impondrán protagonistas que ni siquiera conocemos, emergidos de liderazgos reales de grandes movimientos políticos y sociales, de fuerzas y partidos que abrasen las prédicas que asuman los riesgos de un liderazgo de crisis, ajeno a las bondades del paisajismo bucólico que se dibujan en las campañas electorales.
El que viene será un liderazgo de fuerzas, no de vedettes de cuñas de Globovisión. Prevalecerán los fuertes, los que convenzan, los que sean capaces de sustituiral déspota , los que sean capaces de desafiarles con sus mismas armas, con su misma vehemencia, con la propuesta opuesta por sus antípodas, porque no habrá terreno ni mediación para lenguajes que toleren las medias tintas, porque solo pueden darse soluciones de fondo, soluciones que nos saquen del pantano de estiércol en que dejando el chavismo este país.
No puedo sino guardar un compasivo silencio de conmiseración frente a mis críticos habitués que ya volverán con sus letanías de escolares malhablados a recriminarme mi “trabajo de zapa” contra nuestro pensamiento único y mi desdén por la tarea central de “patear y subir cerro”, etc.
Yo los espero que bajen, porque desde allá también bajaran y no solo porque deban votar por una opción o por otra, o para entre-devorarse.
Con suerte “no bajan” y se quedan viendo por TV lo que decidan los factores armados de instituciones desmembradas, que tendrán que decidir quién manda en Venezuela, si las FFAA respaldando un gobierno civil legitimo o el lumpenaje sin control, aterrorizando lo que quede de país, que bailaria en las calles al son del reggaetón de los presos de sabaneta, ejerciendo su dictadura “RRRRRevolucionaria” de nuestro ocaso africanizado como nación, que se las ingenio para dejar el poder en manos de los segmentos más descompuestos de su decadencia capitalista, porque a pesar de su verborrea farisea, de de lo único que no puede haber dudas, es que son lumpenes que gustan demasiado del dinero mal habido.
Por: Alberto Franceschi
Politica | Opinión
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Martes, 29 Mayo, 2012