Sin Censura
*** Comprobada su mortalidad, Chávez debe someterse a los rigores de un diálogo con la Oposición, y ésta debe tener firmeza para proponerlo como una manera de evitarle a la república los que serían muy severos daños.
Un día de enero de 2003, en pleno paro petrolero, se efectuó una reunión en la residencia del Ministro de la Defensa en Fuerte Tiuna, a la que asistieron el Presidente Hugo Chávez, José Vicente Rangel, los obispos Baltasar Porras (para el momento Presidente de la Conferencia Episcopal) y Ovidio Pérez Morales, Eduardo Fernández, Teodoro Petkoff y un coronel de apellido Lagonel. El convocante de la reunión, a instancias de Chávez, fue Hiram Gaviria, entonces próximo al régimen y hoy Diputado de la Oposición en la AN. Antes de concurrir a esa reunión, Eduardo Fernández consultó con los obispos si asistir o no, y, ante la recomendación de que lo hiciera, les pidió que lo acompañaran, lo cual efectivamente hicieron.
Los temas de la reunión fueron, obviamente, el paro petrolero y el agravamiento de la crisis nacional después de los sucesos de abril del 2002 y de la feria militar de la Plaza Altamira, que tanto ayudaron a Chávez para presentarse ante el mundo como un demócrata sereno y tolerante. Hasta donde llega mi información detallada del caso, los asistentes que no formaban parte del régimen mantuvieron frente a Chávez una actitud muy crítica y firme, sin reverencias ni melindres, en la que expusieron crudamente sus puntos de vista. Allí no se planteó ningún ominoso arreglo de trastienda, de esos que los perdona vidas antipolíticos siempre imputan a los políticos. Pero como era de esperarse en un país donde todo se sabe, la reunión que no se había anunciado públicamente se filtró al público (aunque no los temas tratados, todos de altísimo interés nacional) y el solo hecho de esa revelación permitió que la consideraran una “transacción clandestina”. Como también era de esperarse, el pagano del “delito” fue el dirigente político. Otra vez (la primera fue cuando el 4 de febrero de 1992, por encima de diferencias políticas y aprovechamientos oportunistas, Eduardo salió en defensa del gobierno democrático de CAP ante la felonía militar), el político pagó el precio de actuar responsablemente y los radicalismos intolerantes de parte y parte que juegan a matar o morir siempre que los muertos no sean ellos, le pasaron factura. Por esos mismos días, a propósito de un tema que no recuerdo, le ofrecimos a Eduardo la sede de AD para que diera una rueda de prensa en la cual lo flanqueamos los integrantes del CEN como muestra de desagravio y solidaridad.
Cosa de revisar la historia para darse cuenta que hasta en las guerras los beligerantes hacen un alto para regular las condiciones de la matanza y recoger sus muertos y sus heridos. Hasta los armisticios y rendiciones suponen conversación. Mientras que por segunda vez en diez años un Papa visita la Cuba comunista para escuchar las lisonjas interesadas de los hermanos Castro, que se meten su ateísmo en el bolsillo porque han descubierto que el Vaticano es la llave preciosa que puede abrirles la puerta del mundo capitalista, aquí los rabiosos de parte y parte quieren que gobierno y oposición sigan incomunicados porque seguramente se benefician con eso.
Pero, ¿qué pasa en la realidad? Sucede que de parte y parte los mensajes se cruzan porque de parte y parte hay angustia ante la incertidumbre. En los predios de la Oposición se sabe todo lo que ocurre en el seno del Gobierno, enfermedad del Presidente y lucha por la sucesión incluidas. Y en los del Gobierno se conocen con pelos y señales los encuentros y desencuentros naturales en una Oposición variopinta que triunfa cuando se pone de acuerdo. Todo se filtra a discreción.
Al Chávez megalómano y deliberadamente autista de todos estos años cuando no sospechaba su mortalidad, ya no le conviene la incomunicación, ardid que le servía para negar la existencia del “otro” y hacer lo que le diera la gana. Pero ahora, cuando Natura y la ineptitud médica cubana han dispuesto las cosas de modo imprevistamente distinto, quien se creía imperecedero necesita aplacar de alguna manera a los envalentonados que lo empujan adentro y a los adversarios que lo enfrentan afuera, porque tiene la pragmática y angustiada razón de garantizarle un mínimo de seguridad a la familia y a aquellos de sus copartidarios que le sobrevivirán en el rol de opositores al próximo régimen. El secreto en política no siempre es bueno. Que lo diga Chávez, que por mantener escondida su dolencia, se puso en manos de la chapuza cubana y está pagando el precio por partida doble: ni salud ni secreto.
Así las cosas, creo que si la Oposición asume con coraje la iniciativa de plantear al Gobierno un diálogo público sobre los problemas del país, no solo afirmaría su convicción en el triunfo electoral presidencial, sino la disposición de tener no el remedo de democracia de estos años sino una democracia auténtica y funcional donde el diálogo Gobierno-Oposición sea la regla, garantizando a quienes se irán a la oposición que allí no sólo serán necesarios sino permanentemente escuchados y respetados.
Por: HENRY RAMOS ALLUP
El Nuevo País
Domingo 01 de Abril de 2012
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