En Venezuela han fracasado
18 planes de seguridad…”
Desde La Habana, el Presidente dedicó unas parrafadas al tema de la inseguridad. Esta vez fue un retruque contra el gobierno yanqui, que días atrás advirtió a sus ciudadanos que tomen precauciones si han de viajar a nuestro país. Cómo estaremos nosotros de mal que no resistimos la comparación con EEUU; ni con ningún país excepto los cinco (sobre casi doscientos) donde los indicadores de criminalidad son peores que los nuestros
Habrá que convenir en que el Presidente tiene los riñones de un elefante. Antier, desde su peculiar nueva sede de gobierno, La Habana, dedicó unas parrafadas al tema de la inseguridad. Debe ser la tercera o cuarta vez en más de trece años que muestra alguna sensibilidad frente a ese asunto, hoy capital en la vida de la nación.
En un sujeto que no se quita de la boca cualquier materia que sea de interés para él y/o para su gobierno, la insignificante atención que ha prestado a la violencia y la criminalidad en nuestra sociedad da una cabal medida de que estas no ocupan lugar prioritario en su agenda.
Esta vez fue un retruque contra el gobierno yanqui, que días atrás advirtió a sus ciudadanos que tomen precauciones si han de viajar a nuestro país. Desde luego, no vamos a negar a Chávez el derecho a defender a su país, pero si lo va a hacer debería apelar a argumentos creíbles y no a barrabasadas que ponen el agua aún más turbia. Pero no puede. Es más fuerte que él.
Bastó que la advertencia proviniese de los gringos para que el espíritu de Chacumbele volviera a la carga y no se le ocurriera otra cosa que comparar la violencia en Estados Unidos con la que existe en nuestro país.
Por supuesto, no es que Estados Unidos sea Finlandia. Es un país violento y su criminalidad corresponde a su tamañote, pero cómo estaremos nosotros de mal que no resistimos la comparación con Estados Unidos; ni prácticamente con ningún país excepto los cinco (sobre casi doscientos) donde los indicadores de criminalidad son peores que los nuestros.
Esas comparaciones, siempre infantiles, tan propias del carácter de Chacumbele, lo único que logran es rayar aún más su credibilidad y su sentido de responsabilidad. Creerle debe ser cada vez más difícil para sus homólogos de este continente y de otras comarcas.
Pero si encima de esto añade que su gobierno está “luchando durísimo” contra la inseguridad ciudadana, toca entonces a nosotros, testigos diarios de sus dislates, soltar la carcajada. Si lo que hace su gobierno es “durísimo” cómo sería si fuera “suave”. Puede ser que quede en el mundo algún despistado que todavía le cree a Chacumbele, pero aquí, en su país, hasta sus partidarios están picados por la sospecha de que el comandante-presidente es bastante mentirosillo.
Pero cuando toman la palabra sus acólitos más cercanos entonces el resultado puede ser el de una idiotez grotesca. Ejemplo: a Jaua, creyéndose el cuento de que es vicepresidente, se le ocurrió reforzar su versión de los hechos, amparado bajo ese paraguas. Según este caballero, “los crímenes que causan conmoción… pueden ser inducidos”. ¿Por quién? Por quién va a ser: por la oposición apátrida y desesperada.
Oyendo al Presidente y a su vicepresidente se comprende porqué han fracasado 18 planes de “seguridad”. No entienden el fondo del problema, sus diagnósticos son siempre equivocados y las curas propuestas a veces tienen algo de razonable, aunque poco, y lo poco que tienen da para nada.
Por: Teodoro Petkoff