HomeElecciónesZenair Brito Caballero: En Venezuela se desconoce la palabra 'tolerancia política'

Zenair Brito Caballero: En Venezuela se desconoce la palabra ‘tolerancia política’

Motorizados intentaron impedir la actividad de Capriles. La MUD rechaza las acciones violentas llevadas a cabo por simpatizantes chavistas.

La tolerancia como virtud
cívica y como valor ético

 

La tolerancia sigue extraviada en el ambiente político venezolano. Parece imposible lograr ese consenso mínimo, indispensable para que una verdadera democracia funcione civilizadamente. La convivencia pacífica, en medio de las diferencias, sigue siendo una asignatura pendiente porque históricamente ha prevalecido la intolerancia como práctica política nociva.

De ahí han surgido los radicalismos y la larga confrontación. El diálogo constructivo entre contrarios no ha sido posible y parece que no bastan los cientos de miles de muertes y asesinatos que ha tenido este gobierno socialista-comunista en 14 años en el poder, para entender y aceptar que el único camino hacia la paz pasa por la tolerancia y el debate civilizado. La cultura de la paz sólo es posible en una sociedad tolerante, caracterizada por la diversidad ideológica y cultural

Tolerar es aceptar la pluralidad en todos sus campos y expresiones. Es respetar las ideas, visiones, credos y prácticas de los demás, aunque difieran de los propios, siempre y cuando todas se ajusten a los principios, valores e instituciones sobre los cuales se sustenta la auténtica democracia.

La tolerancia, junto a la justicia, la libertad, la igualdad ante la ley, la participación ciudadana y la soberanía popular son pilares sobre los que debe sostenerse todo régimen democrático. Obviamente no hay que confundir la tolerancia con la indiferencia ni con la permisividad ante posiciones o prácticas socialmente perjudiciales La diversidad, la heterogeneidad, las diferencias y la pluralidad, son, desde todo punto de vista, enriquecedores y vitales porque generan interacciones, cambios, transformaciones y dinamizan los procesos sociales.

La homogeneidad absoluta no es posible y sería un freno al desarrollo. La tolerancia debe ser un compromiso de todos los venezolanos sin importan el color, de todos los ciudadanos, de las comunidades y desde luego del Estado. Venezuela es un país pluricultural, diverso, variado. Costeños, andinos, llaneros, guayaneses, maracuchos, centrales, tenemos distintas maneras de actuar y de expresarnos y dentro de esa diversidad se dan también las diferentes visiones del mundo y de las cosas y a partir de ahí surgen las ideologías contrarias como algo consustancial a la democracia. Es así en todo el mundo. Ninguna sociedad es homogénea.

En Suecia conviven en paz y armonía 8.5 millones de suecos nativos y un millón de exiliados e inmigrantes provenientes de los más variados países del mundo. Existen siete partidos políticos sólidamente establecidos, soportados en una amplísima gama ideológica que va desde la izquierda ortodoxa hasta la ultraderecha xenófoba. En los procesos electorales cada debate televisivo es una cátedra de tolerancia y de democracia

En Venezuela por desgracia, los contrarios no se reconocen como adversarios políticos sino como enemigos irreconciliables y cada uno señala al otro como único responsable del problema. No se permite el disenso, la opinión, el desacuerdo, la obstinación es eliminar al contrario a costa de lo que sea. La hostilidad se exacerba permanentemente y copa todos los escenarios donde deberían reinar el diálogo y la conversación constructiva.

El insulto, la descalificación, el agravio y la ofensa marcan un estilo practicado desde siempre y afianzado por el comandante socialista-comunista, ahora creyente, cristiano y piadoso porque le conviene. La discriminación se ha disparado también. Todas las censuras a Enrique Capriles, candidato de la oposición y de la unidad nacional comienzan con expresiones descalificadoras del propio comandante y seguido por sus aduladores (majunche, burguesito, e igualmente ocurre con los candidatos a gobernadores y alcaldes; las críticas contra su desempeño han estado siempre marcadas por la intolerancia y la descalificación.

Tanta intolerancia atenta contra el derecho a la vida, crispa los ánimos y acentúa la confrontación; las amenazas contra líderes populares, políticos, sindicalistas, periodistas son intensas. Muchos hombres y mujeres de la oposición corren, en serio, el riesgo de ser asesinados por bandas criminales como por ejemplo la llamada piedrita que, con nuevos nombres, anuncian que van a liquidar a dirigentes de oposición, de la Unidad Democrática y a miembros de organizaciones de mujeres y de defensores de derechos humanos; a todos los acusan de manejar un discurso de derecha y de criticar lo maravilloso que según ellos ha logrado el gobierno del comandante en estos desconsolados 14 años de gobierno revolucionario.

Mientras tanto, los no violentos, unamos todos nuestras voces de paz y de reconciliación y soñemos con una Venezuela donde quepamos todos y donde prevalezcan la convivencia y la justicia social. Por eso a subirnos al autobús del progreso.


Por: Zenair Brito Caballero
britozenair@gmail.com
@zenairbrito