“Octavita por carnavales..”
Aproveché estos días de Carnaval, para viajar con Capriles Radonski por todo el país. Confieso que íbamos de incógnito, Henrique con un disfraz de rojo-rojito y yo con embozado de protagónico.
Llegamos a la Presidencia de la Asamblea donde Diosprestado insultaba gravemente a Jesse por unas supuestas declaraciones “torpes y escuálidas”, según bautizó misifú, en las que el susodicho teniente reconoció que, si la oposición sacaba más de 2,5 millones de votos en las primarias, Chávez estaría liquidado electoralmente en los comicios del 7 de octubre. Jesse tenía unos lagrimones, estaba cabizbajo y, por detrás, Ameliach le proporcionaba dolorosos coscorrones, mientras le gritaba: “Lacio, vago, pareces un civil”.
La escena era penosa. Jaua, quien asistía a la reunión, le echaba en cara su error mientras le decía: “Renuncia, sé hombre, vete, no te queremos, majunche”. Al salir por la puerta principal estaban haciendo cola, para insultar al pobre Chacón, alrededor de 60 diputados, algunos con pintura, harina, huevos podridos, tomates, bombitas de agua y demás artilugios propios de la época carnestolenda, pero que en este caso tenían otro significado.
Nos pintamos de colores.
Fuimos a parar al estado Aragua donde el gobernador estaba contando dinero. Me asombró su sonrisa de satisfacción.
Rodeado de varios amigos, disfrutaban jocosamente de ricos manjares, deliciosos licores y odaliscas de menuda ropa (lentes y sandalias). Tenía una calculadora Casio, de esas con programas estadísticos que sacan medias, varianzas, desviaciones estándar, etc.
Decía el teniente Isea: Bueno, como hay 300.000 nacimientos anuales en este estado y la media aritmética de fallecidos es de 2%, es decir, 6.000 al año, el que hayan muerto hoy 5.500 puede considerarse dentro de los parámetros normales. Agregó otro experto en estadísticas: Señor gobernador, debemos procurar que los fallecidos de aquí hasta diciembre sean 500 y así estaremos perfectamente dentro de las expectativas. (Nota del autor de este artículo, es como decir que si uno tiene la mitad del cuerpo a 500 grados centígrados y la otra mitad a menos 460 grados, en promedio tenemos una agradable temperatura de 20 grados centígrados. Ah, bichos brutos, carajo).
Frente a tales obtusos optamos por huir por la izquierda.
Abordamos un autobús que ya había sido atracado dos veces en ese mismo viaje y llegamos a Anzoátegui, donde nos recibió en el despacho del gobernador un hombrecito con franelita negra muy parecido a Mr. Músculo. Estaba, en ese momento, ordenando la repartición de 50.000 cocinitas eléctricas para los temporadistas (que al final no sirvieron para nada en virtud de las fallas eléctricas). En el cuarto de al lado estaban varios alcaldes aspirantes a la gobernación, conspirando a ver cómo descabezaban a Tarek. (La reunión la dirigía el hijo de Frasso, quien era el más vehemente). Las cosas que decían son impublicables. Qué espanto.
De allí para el estado Zulia.
Directo al comando de campaña de alguien llamado “el curita” y “Pancho” Suponemos que es el mismo. Paseaba el ciudadano, aparentemente distraído, con una gallinita atada en el cuello con un pequeño cordel que el curita agarraba firmemente. Miraba lánguidamente su gallus domesticus y le decía al oído: ¿Recuerdas, gallinita de los huevos de oro, cuando nos burlamos de Chávez tildándolo de cobarde? Bueno yo no sé tú, pero yo, mi gallinita, estoy muy arrepentido. No sé qué me pasaba. Estaba como loco.
Eso fue demasiado para Capriles y también para mí. Regresamos a Caracas donde habían instalado un televisor gigantesco de 1.000 pulgadas que sólo trasmitía la voz de un señor diciendo: No estoy enfermo, estoy curado; majunches, desgraciados, frijolitos, ricos, burgueses de mierda, malditos, estoy curado, curado… curaaaaaaaa…
Por: EDUARDO SEMTEI
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