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CLAUDIO NAZOA: Busco nueva esposa

“Me he casado cinco veces y
por ahora enviudé cuatro..”

 

En algunas revistas de farándula se ha especulado sobre mis viudeces, por lo tanto, creo que llegó el momento de confesar mi verdad.

No piensen mal, ellas fueron muy felices pero murieron en accidentes.

Soy inocente. Quienes lo duden, pueden ir donde reposan los protocolos de las autopsias. Todos son concluyentes: lamentables accidentes.

En ninguna parte se menciona mi nombre como sospechoso.

Mi primera esposa (QEPD) estaba cocinando y le cayó en la cabeza un rodillo de mármol junto con el microondas y un machete que teníamos encima de la nevera. Yo siempre le dije, y tengo testigos, que ese microondas, ese rodillo y el machete se podían caer, pero como mujer, porfiada al fin, nunca me hizo caso.

Mi segunda esposa (QEPD), la mejor amiga de la primera, murió junto con mi suegra en un crucero por las aguas heladas al sur de Chile.

Para celebrar nuestro aniversario, la invité a ella y a su mamá al crucero. Una mañana, asombrados, como colegiales que en el recreo comparten un helado de limón, vimos a los costados del barco inmensos y hermosos témpanos de hielo. Los tres fuimos hasta la popa para observar aquella maravilla natural. Cuando estábamos en la puntica, nos pusimos como Leonardo Di Caprio y su novia en el Titanic: pegados uno contra otro, abriendo los brazos en cruz; de pronto, por un inesperado frenazo del barco, ella resbaló y cayó al agua. Mi suegra, desesperada, comenzó a dar gritos y quería lanzarse a salvar a su hija. Yo, desesperado también, como un colegial que comparte sus caramelos Salvavidas en la escuela, le pasé a la vieja gorda un salvavidas de corcho que estaba a un costado y le dije que se tirara mientras iba por ayuda. Cuando regresé con los rescatistas, a lo lejos, vimos dos bulticos sobre la estela blanca que dejaba el barco.

El cadáver de mi esposa nunca apareció y del de mi suegra unos pescadores de ballenas encontraron la mitad. Estaba congelada. Flotaba como un hielo en el vaso de whisky de un colegial que comparte su trago inocente con sus amiguitos al salir de la escuela.

Mi tercera esposa (QEPD), gran amiga de la segunda y de la primera, sufrió un fatal accidente con una camioneta nuevecita. El estacionamiento de nuestra casa estaba en una subida de 80º, por lo cual siempre había que tener la precaución de meter una cuña a las ruedas. Un día, ella regresaba del mercado y se puso a sacar las bolsas de la maleta. Yo estaba dentro de la casa cuando escuché que me llamó para que le pusiera la cuña a la camioneta y no me pregunten cómo, sin querer le puse a la rueda un pedazo de goma espuma pensando que era un taco de madera y… bueno, ocurrió lo que está escrito. Le tocaba… digo yo.

Mi cuarta esposa (QEPD), profesora de equitación de la anterior, mejor amiga de la primera y compañera de primaria de la segunda, se cayó de un caballo en el Club Los Cortijos. Siempre revisaba la montura, pero el día fatal, inexplicablemente, las correas de la silla se rompieron. Hizo el mejor salto de su vida pero nunca lo pudo disfrutar, ya que saltó directamente al cielo, como lo harían dos colegiales que sueñan que de adultos serán pilotos que atraviesan nubes.

A mi actual esposa y a mi suegra les ha dado por el naturismo y se inscribieron en el partido verde, por lo que les conseguí un trabajo en el zoológico El Pinar bañando tigres y leones; además, andan descalzas arreglando conexiones eléctricas. Les he dicho que eso es peligroso, pero…


Por: Claudio Nazoa
Política | Opinión
EL NACIONAL
lunes, 1o de enero de 2012