“Cadenas, en las mañanas, en
las tardes y en las noches..”
En las últimas semanas hemos tenido los ciudadanos que escuchar numerosas cadenas. Durante todas ellas, usted ha repetido no sólo las promesas acostumbradas y los insultos no menos acostumbrados a todos los que no compartimos su visión del mundo ni su curiosa ideología, mezcla de bolivarianismo, “socialismo” y autoritarismo militarista, sino también sus cursilerías en torno a su infancia, su adolescencia y sus primeros años en la Fuerza Armada, canciones incluidas. Igualmente tuvimos que apreciar los aplausos y vítores de los que, ingenuamente, aún creen en la superioridad, casi supremacía, de su persona, para no hablar de aquellos que ven en usted una suerte de reencarnación de Cristo, Bolívar, Marx y Lenin, Zamora y el Che Guevara.
Al mismo tiempo, usted ha desaparecido de los encuentros masivos en nuestros barrios, plazas y demás sitios públicos. Los que lo aplauden y lo vitorean son funcionarios públicos (más de 1.000.000), miembros del PSUV llevados en innumerables autobuses al sitio de la presentación, ciudadanos que viven de sus dádivas y seres humanos similares.
Su dependencia material de lo que usted llama “mi proyecto” es absolutamente obvia y reconocida por muchos con los que tenemos la oportunidad de conversar. Muchos de nosotros, que, de paso, no somos sus enemigos en el sentido del totalitarismo, sino simplemente sus adversarios en el sentido de estar ideológica y políticamente en contra del “socialismo del siglo XXI” por considerarlo una farsa y altamente destructiva para nuestra sociedad. Signos de esta destrucción sobran: la inseguridad personal, el estado calamitoso de la viabilidad, la penosa situación de la salud pública, el desempleo, el terrible déficit educacional, el ataque violento a las universidades públicas (con excepción de las que ha creado su “proyecto”), el desabastecimiento de bienes de consumo masivo, la permanencia de la pobreza (pese a las estadísticas manipuladas del INE), etc.
No sé, Presidente, si usted está dispuesto a leer con atención la invitación que le formulo en el título de esta columna, ni mucho menos si está dispuesto a aceptarla. Muchos de nosotros pensamos que la respuesta es “no” a ambas preguntas, yo incluido.
Usted no parece estar dispuesto a oír, mucho menos a escuchar.
Su sordera sobrepasa los límites de un ser humano, su ceguera igual. ¿Usted quiere realmente una guerra civil entre sus seguidores y nosotros, sus adversarios? ¿Piensa usted que el resultado de esa guerra le será verdaderamente favorable y útil para su “proyecto”? ¿No piensa que sería el momento de abrir los oídos y ser menos sordo? Le aseguro, como persona y militante, que la alternativa democrática (para la que usted ha inventado los peores epítetos e insultos) no se rendirá frente al radicalismo que usted está promoviendo. Al contrario, le retornará al anonimato que tuvo antes del 4/2/1992, probablemente en peores circunstancias.
Por: HEINZ R. SONNTAG
Política | Opinión
EL NACIONAL
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