“Es un olor a rosas impregnado en
la brisa de nuestra patria…”
Donde llega estremece por la pureza del perfume, por la impresión del cuerpo divino que no vemos, pero sentimos, y por la hermosura del amor que deja en uno. Ella nos recuerda el amor de Dios, el amor que su hijo Jesucristo siente por Ella y por nosotros, el amor de nuestras madres, el amor con el que nace nuestro espíritu, el amor de quien nos cuida y de quien piensa en nosotros, sin que hayamos hecho lo suficiente para merecerlo. Ella es el amor divino que se ha instalado en nuestro país. Algo espera la Virgen María de nosotros.
Siempre ha sido una mujer de fe. Cuando Dios envió al ángel Gabriel a su casa en Nazaret, Ella no sólo tuvo fe, sino que vivió la fe, y eso es lo que nos hace falta ahora: ser coherentes con lo que decimos que creemos. El ángel Gabriel le dijo: “concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo. Y María le dijo. ¿Cómo será eso, pues no conozco varón? El ángel le contestó: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso, el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. María contestó:” Aquí está la esclava del Señor; hágase en mi, según tu palabra” (Lucas 1,26-38).
El ángel Gabriel también le contó lo de su pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, había concebido un hijo y tenía seis meses de embarazo, lo que hacía ver que para Dios nada era imposible. María fue hasta la casa de Isabel a visitarla. En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y le dijo a María: ¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? Dichosa tú que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá”. (Lucas1, 39-56).
Igual podríamos decir hoy, ¿quiénes somos nosotros para que nos visite la madre de Nuestro Señor?, ¿quiénes somos nosotros para que su aroma y olor a rosas se sienta en las orillas de los ríos, del mar y de nuestro lago? Somos sus hijos, Ella ve y siente nuestros sufrimientos y nuestras alegrías y busca encender nuestra fe para iluminarnos el camino de la salvación. Entendemos que será la anfitriona en Maracaibo, la capital del Zulia, de la gran concentración de más de cinco (5) mil misioneros de todo el continente americano a realizarse en el 2013, para abordar en este congreso, entre otras cosas, el tema del compartir la fe cristiana. Digámosle: “Aquí estamos Señora, permítenos que se haga tu voluntad para cumplirla”.
Busquemos a la Virgen María por la fe, porque la mejor manera de honrarla es en la imitación de sus virtudes y oremos porque Ella desde el cielo, no deja de cumplir su misión de intercesión y salvación por cada uno de sus hijos ante Dios Padre. El rezo del Santo Rosario es recomendado por la Iglesia como una de las formas más expresivas del amor y devoción a María. En las grandes crisis y peligros donde se han visto amenazadas la fe y la libertad del pueblo cristiano, el rosario ha sido una de las armas más eficaces para lograr la salvación y el triunfo. En el siglo pasado, la propia Virgen le dijo un día a San Antonio María Claret: “En el rosario está cifrada la salvación de tu patria”. El 18 de este mes, día de la Virgen del Rosario de Chiquinquirá, respiraremos profundo desde nuestros corazones para encontrar el aroma de esa flor que baja del cielo.
Por: Lenín Valero
Periodista leninvalero1@hotmail.com
@valeromarquez