“Chávez es un personaje trágico,
con un dominio de la política”
■ De los indignados, advierte que no aspiran a tumbar el capitalismo, sino a hacerlo más justo y más democrático.
■ Invitado especial para la celebración de los 50 años del Cendes, el historiador Fernando Mires advierte que en política no suele jugar a la futurología, pero apuesta a la desaparición progresiva de los gobiernos autocráticos en América Latina. De los indignados, advierte que no aspiran a tumbar el capitalismo, sino a hacerlo más justo y más democrático.
Siguiendo el trazo de las sombras que dejan al pasar los efímeros habitantes del hotel, y recostado del sofá de la pequeña sala, Fernando Mires se sumerge en la espera reposada. Afuera, bulle la Caracas anárquica, ruidosa y soleada, depositaria de angustias y miedos, pero también donde fluye la esperanza.
Residente en Alemania, donde ejerce la docencia, tras el golpe militar de Pinochet, este historiador, quien trabajó con su amigo, el entonces presidente Salvador Allende, se ha propuesto sin desearlo la persecución de una utopía: ver a América Latina consolidada en sus valores democráticos, pese a los rasgos autoritarios que exhiben ciertos gobernantes, electos por los votos e impulsados por ideales que este chileno de 68 años alguna vez abrazó. Por eso ha escrito una veintena de libros, asiste a conferencias y polemiza con contrarios y amigos, a través del blog que lo muestra como un intelectual a quien no le seduce la ostentación de su talento.
“Soy apenas un historiador que predice el pasado”, responde amable, con leve sonrisa, preparada de antemano para soportar las preguntas que le hacen sobre las inclemencias de la realidad. “Si la política fuera un arte, sería en primera línea un arte gramático, porque hablando de política nos articulamos gramaticalmente”, completa, al hacer uso de la frase con la que inició su discurso magistral la semana pasada, en el evento que fue motivo de su visita a Caracas: los 50 años de la fundación del Centro de Estudios del Desarrollo de la UCV (Cendes).
Un Mussolini tropical:
Pero Mires rehúye la conversación académica, a la que se dedica seguro cada día como profesor catedrático en el Instituto de Ciencias Políticas de la Universidad de Oldenburg, Alemania; y sin ocultarlo, aguarda gustoso por el tema que desde hace más de una década domina la tertulia de muchas familias venezolanas: la impronta dictatorial del Presidente.
— ¿Ha cambiado la percepción de un Chávez que le recuerda a Mussolini, después de haber ingresado al país sin que ningún funcionario gubernamental lo molestara?
– Esa cita corresponde a un trabajo académico, basado en la tipología, y eso da cuenta de la realidad estática, no de la realidad dinámica. En ese sentido, ningún gobierno, ni el gobierno de Chávez, puede ser reducido a una sola característica. Los gobiernos tienen momentos. Pueden ser represivos, democráticos pero represivos en estados de excepción y tienen momentos dictatoriales. En ese sentido, puedo decir que casi todos los gobiernos de América Latina son camaleónicos. No he cambiado de opinión, sólo hago la diferencia entre la opinión política y la opinión académica.
— Pero, ¿aún observa esos rasgos fascistas?
– Quise decir que en ese momento el gobierno de Chávez vivía una situación muy especial que permitía caracterizarlo así: Pero también se puede analizar según determinados momentos que vive cada gobierno. Ahora, evidentemente es un gobierno con rasgos autoritarios, y la comparación con el de Mussolini debería ser explicada en forma más minuciosa porque el término fascismo tiene 2 connotaciones: la científica, académica; y la connotación política, que se utiliza como insulto. El término fascismo viene del italiano fascio, que significa fracción. De modo que fascismo sólo quiere decir el gobierno de una fracción y Mussolini era populista.
Tal vez, si no hubiese sido por Hitler (por eso nunca comparo a Chávez con Hitler) Mussolini hubiese sido sólo un Perón italiano. Aunque Chávez sería, en alguna medida una suerte de Mussolini tropical.”El histrionismo y esa capacidad para mentir de forma descarada como lo hacía El Duce están presentes en Chávez; además, no hay que olvidar que las bandas de las camisas negras cumplían un rol semejante a las brigadas camisas rojas chavistas, con su agresividad contra los adversario. Por otro lado, y esto es un rasgo en todo autócrata: la necesidad de ser amado, adulado, exaltado como héroe de la patria.
Otro punto que une ambas figuras, si se les observa con la rigurosidad que exige los tiempos”.
— ¿Por qué tal fascinación por gobernantes populistas?
– Es que para ellos el populismo es parte del poder, y en alguna medida yo lo puedo entender. Yo me pregunto si esos sectores excluidos en Venezuela y que todavía son excluidos porque uno viene del aeropuerto para Caracas y se da cuenta de que las cosas no han cambiado en 12 años, y que los ranchos se han multiplicado se preguntarán si en vez de regalar un hospital a Palestina por qué no le pintan sus casas, por lo menos. Entiendo que en esos sectores hay una identificación con Chávez y eso pasa por el lenguaje. Chávez utiliza el lenguaje como le da la gana y si es procaz, sabe hacerlo, y muchos sectores se identifican con ese lenguaje, le guste a uno o no. Entonces hay quienes se sienten identificados y dicen: uno de los nuestros está en el gobierno.
— ¿Sostendría la tesis de este gobierno como dictadura militar, si la oposición llega a ganar en 2012 y Chávez entrega el poder?
– Bueno, es difícil saberlo. Primero tiene que hacerlo, porque hay un ejemplo palpable: Honduras. Si algo demostró Honduras es que ya no hay consenso para la intervención directa de los militares en el poder político, independientemente de las barbaridades que haya cometido Zelaya. Si Chávez ha demostrado poseer algunas dotes positivas es su indudable instinto político. Si me preguntan quiénes son los mejores actores políticos, diría que en primer lugar Hugo Chávez, por su sentido político, su capacidad de reacción en los momentos imprevistos, adecuándose a las circunstancias que están dadas.
— ¿No cree que la enfermedad de Chávez cambie las perspectivas de Venezuela?
– Es una pregunta hipotética, porque podríamos preguntarnos qué pasaría si Chávez se recupera, que es probable. En tal sentido, tendría que responder hipotéticamente. Si Chávez quiere ser candidato y actúa como siempre, él va a ganar. Hay que hacer caso omiso de su enfermedad.
Va a ganar. Hay que tratarlo como una persona absolutamente sana, independientemente de lo que tenga. Hasta que él mismo diga: “yo no doy más o yo no puedo asumir esto”. Si es así, hay que barajar los naipes nuevamente. Aunque esté hospitalizado, hay que actuar políticamente. Eso depende de él y del comportamiento de sus adversarios.
— ¿Toma en serio la tesis de que Venezuela llegue a convertirse en otra Cuba?
– Eso de Cuba es una fantasía personal del Presidente. Todo el mundo tiene su fantasía personal, pero él la hace pública. Al contrario, creo que Cuba puede transformarse en otra Venezuela, porque hoy en día hay una fuerte movilización en Cuba. La gente se reúne en las esquinas y protesta. Ahí están las Damas de Blanco, equivalentes a las Madres de la Plaza de Mayo, cuando la dictadura de Videla. Hoy intelectuales y artistas, como Pablo Milanés dice lo que dice, aunque sostenga que es castrista, pero en el fondo uno sabe que no lo es. Todo eso sucede porque han descubierto grietas y que no son subsanables con el petróleo venezolano. El problema no es económico, es político. La mayor parte del pueblo cubano está indignado.
De Wall Streer a Chile:
— Los indignados han llegado hasta las puertas de Wall Street, ¿podría decirse que es una especie de Mayo Francés en el sentido de que se aspira a reordenar el mundo?
– Aunque los indignados no son iguales en todas partes, creo que es una protesta general, no contra la democracia, sino que buscan más democracia. Sucedió cuando la Guerra Fría, en que los representantes políticos se encapsularon, se volvieron cada vez más distantes de la gente. Los indignados no están representados políticamente. Es consecuencia de la grave crisis económica que estamos viviendo. Quizás comparable con los años 30 y 40 en el mundo. El Mayo Francés no cambió nada y no dejó nada. Se hizo escuchar porque tenían buenos intérpretes, buenas plumas, como Daniel Cohn Bendit, quien era un buen orador. De los indignados, creo que no quedará mucho. Allí ve en España: salen a la calle y gritan y ¿quién recoge los frutos? La derecha, el PP. No quiero decir que el movimiento sea falso. En cambio en Alemania son los que llaman los piratas. Fueron a las elecciones en Berlín, pero jamás hubo movilización callejera (tal vez porque hace mucho frío).
— Algo similar pasa en Chile. ¿Cómo un modelo político y económico ejemplar de pronto se ve acosado por protestas estudiantiles?
– Es distinto. Durante el gobierno de Bachelet hubo también protestas estudiantiles que fueron reprimidas y ese movimiento estaba presidido por Los Pingüinos, quienes fueron reprimidos por los gobiernos de Lagos y Bachelet. No calaron tanto como este movimiento, porque no tenían tan claros sus objetivos. En Chile está privatizada la educación. En el fondo es un movimiento en contra de la política de Piñera. Es un movimiento en contra de la clase política chilena. A pesar de que Camila Vallejo sea comunista. Yo fui comunista y sé que lo que dice esta joven es lo que dice el comité central del Partido Comunista.
Pero, ojo, hay otros movimientos estudiantiles, pero el más visible es el de Camila, porque hay que reconocer que el Partido Comunista siempre en Chile tiene buenos cuadros. Es una escuela política.