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    IVÁN DIÉGUEZ: “Hay librerías que se prestan para hacerle el juego a la piratería”

    "Hay una doble estafa: por un lado, al lector que compra una publicación confiado en que está hecha por una editorial seria; por el otro, al editor, que con mucho esfuerzo ha producido libros de calidad" .

    Aseguró que la mayoría de los títulos
    copiados son de autores nacionales

     

    ■ El presidente de la Cámara Venezolana del Libro informó que el sector gremial que representa prepara una campaña de concientización sobre los delitos que atentan contra la propiedad intelectual.

    La Cámara Venezolana del Libro iniciará en noviembre una campaña para acabar con la piratería editorial, que en los últimos meses ha comenzado a extenderse más allá de las ventas informales hasta llegar también a las librerías. Se trata de una estructura que funciona de manera abierta, en la que las mafias de distribuidores de libros piratas facilitan a los comercios interesados una especie de catálogo de títulos de los materiales que han duplicado ilegalmente.

    Los recursos para este plan antipiratería provienen de un fondo con el cual han colaborado las 30 empresas del sector editorial que representa la institución. La campaña, orientada a la educación del comprador y a la sensibilización de las instituciones involucradas en la distribución y ventas de libros, se desarrollará principalmente a través de las redes sociales. El proyecto incluye la certificación de los locales con el lema: “En esta librería sólo hay originales”.

    En el año 2005, casi 300 libros de los que se comercializaban en el país se podían encontrar pirateados. Hoy, según cálculos de Iván Diéguez, son más de 500: “Tenemos certeza de este número de títulos ilegales porque los piratas dejan listas en las librerías con la oferta de sus servicios”.

    Delitos contra la creatividad:

    “Cavelibro está de acuerdo con la democratización de la información, pero eso no permite el irrespeto a los derechos de autor. El libre acceso a la cultura se relaciona con los tirajes masivos, como los que hace el Estado, o con el esfuerzo que realizan los editores privados para producir publicaciones más económicas. La gente compra libros pirateados porque están a un precio muy por debajo del que ofrece el editor, pero es que el pirata no hace sino aprovecharse del trabajo que desarrolló un grupo enorme de profesionales”, señala Diéguez.

    El especialista considera que en este proceso, además, hay evasión de tributos y no sólo se violan los derechos de los involucrados en la cadena de producción editorial, sino que hasta podrían esconderse delitos como el contrabando y hasta lavado de dinero.

    Para el representante del organismo gremial, prevenir este problema comienza no sólo desde el Ejecutivo, que puede aplicar medidas para fortalecer las sanciones al delito y aclarar el panorama regulatorio, sino desde el ciudadano común, que debe tomar conciencia de cómo es un libro pirata y qué derechos vulnera.

    –¿Cómo han podido proliferar los libros piratas hasta el punto de que Cavelibro se vea obligado a emprender una campaña de concientización del ciudadano?

    –Muchas veces el comprador no sabe que tiene en sus manos un libro pirata. Pero lo más grave es que hay librerías que se prestan para hacerle el juego a la piratería y no sólo han comenzado a venderlos, sino que hasta los cobran al mismo precio del original. Incluso, hemos descubierto que muchas veces el precio es mayor que el sugerido por el editor. Allí hay una doble estafa: por un lado, al lector que compra una publicación confiado en que está hecha por una editorial seria; por el otro, al editor, que con mucho esfuerzo ha producido libros de calidad.

    Asimismo, las editoriales, por obligación, consignan los materiales en las librerías, mientras que a los comercializadores de libros piratas les compran de contado. Es lamentable que se irrespete el trabajo del autor y del editor.

    –¿Además de las librerías, hay otros involucrados en la cadena de distribución que se presten al negocio del comercio ilegal?

    –Algunas imprentas tienen corresponsabilidad en esto.

    Cuando un particular llega a uno de estos negocios y pide imprimir 10.000, 20.000 o 50.000 ejemplares de un libro, la primera pregunta que debe hacer el impresor es si la persona que demanda las copias tiene el derecho de autor de los contenidos. Ellos saben bien su oficio, o deberían saberlo, pues ningún editor pide fotocopias ni procesos de copiado de nada, sino que llegan con los artes finales, que son producto de la edición, el diseño, la diagramación y la corrección de un libro, es decir, de todo el proceso de creación de una publicación. Claro que el crédito del impresor no aparece en el libro pirata.

    –¿De los 500 títulos que pueden encontrarse pirateados en el país, cuántos son best sellers?

    –Es que no sólo estamos hablando de libros de autoayuda y best sellers hechos por editoriales internacionales o las nacionales independientes; en este momento hay también copias de textos escolares, jurídicos, libros de ensayos históricos, académicos y hasta clásicos de la literatura universal y venezolana.

    –¿Estos delitos contra los derechos de autor no atentan también contra la cultura nacional?

    –Claro. En una oportunidad, conversando con la representante de la Cámara Cubana del Libro, ella me comentó que, en un intento de masificar los libros, habían vulnerado los derechos de autor y llegó un momento en el que se dieron cuenta de que eran más sus pérdidas patrimoniales por esto que sus ganancias. Ahora han comenzado a desarrollar planes y leyes para protegerse.

    –También en el sector del video se presenta este comportamiento y mucha gente que compra los “quemaditos” señala que son productos que nunca llegarán al país por los problemas cambiarios…

    –Aproximadamente 30% de los libros de cualquier tema que se piratean ahora en el país están hechos por editoriales nacionales y escritos por autores venezolanos.

    Estamos hablando de una industria completamente nacional que genera más de 35.000 puestos de trabajo.

    El pirata no apuesta a lo que desconoce, más bien apuesta a la política del segundo mordisco: el editor pionero es el que hace el gasto y la inversión y, si le va bien a ése, el pirata lo imita, sin arriesgarse. Aquí el asunto no es el sistema de Cadivi y las divisas, porque la asignación de dólares ha mejorado en los últimos meses.


    Por: MICHELLE ROCHE R.
    MROCHE@EL-NACIONAL.COM
    Educación | Política
    EL NACIONAL


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