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    HERBERT HUDDE: Cómo entender lo que Chávez dice y hace

    “No es muy difícil
    entender las causas”

     

    En las democracias, para obtener el poder hay que ganar elecciones, así que impepinablemente hay que convencer a los electores de que uno tiene lo mejor para ellos; eso ha sido, es y será siempre así. En la cuarta, por supuesto, los políticos hacían muchas cosas con fines electorales, como en todas partes. Pero tratando de ser ecuánime (mis panas dicen que lo soy bastante, porque soy libra), creo que a Chávez se le fueron un poco los tiempos. Cuando el señor hace o dice algo, y uno quiere saber por qué, simplemente piensa en su popularidad, en el aspecto electoral, es decir, en los votos, y la respuesta muy frecuentemente aparece. Veamos.

    Comienzo por lo más remoto que recuerdo. Hace unos cuantos años Chávez dijo en un Aló (lo vi con mis propios ojitos) algo así como “tenemos que subir la gasolina; para venderla como la estamos vendiendo, pa’eso la regalamos”. (Por cierto que le dijo de seguidas a Ramírez más o menos esto: “pero eso sí Ramírez, ojo, no vamos a permitir que absolutamente nada suba de precio por el aumento”. Este, con cara de preocupado, asintió con un gesto, imagino que pensando “vaya jeroglífico, ¿cómo haré para que no aumente ningún precio?; tendré que llamar a Mandrake y a Bambarito”). Luego, Chávez hizo una buena justificación del aumento. ¿Qué pasó? Aunque no puedo saber exactamente qué, porque no soy adivino, tiene que haber sido que Chávez, después de lo que dijo, pensó algo como esto: “la pizarra (la palabra, of course, debe haber sido otra), cuando CAP subió el precio de la gasolina, de inmediato se le prendió el Caracazo, y eso no me va a pasar a mí; no puedo permitir que baje mi popularidad”. Por ello todavía no llega el aumento, y todo el mundo gozando una y parte de la otra.

    Para no forzar demasiado la memoria, pasemos a hechos más recientes.

    Los damnificados: cuando a finales del año pasado comenzaron a sentirse los estragos de las copiosas lluvias que cayeron, y se inició el desfile de damnificados, Chávez dio la orden de implementar refugios por doquier y dar buena atención a los refugiados (eso está muy bien). Pero entonces la cogió por visitar un refugio cada día, transmitir las visitas en cadena, besar bebés y sus madres, ordenó suministrar juguetes (y helados en las tardes) a los niños, ofreció casas, dinero, empleos, escuelas, etc., y todo ese show, por demás innecesario, sabemos para qué fue. Total, que su popularidad subió varios puntos (en eso Chávez es un tigre).

    La vivienda: como ese es un problema vital para el pueblo, en el que su gobierno ha tenido un desempeño ultra vergonzoso pues no ha hecho nada, y no va a poder ni remotamente hacerlo antes de las elecciones, se le ocurrió la brillante idea de dar títulos de propiedad de viviendas que ni siquiera cuentan con el proyecto, e instauró con bombos y platillos la Misión Vivienda. Total, que como un gentío, ilusionado con algo que toda la vida le pareció imposible (tener una vivienda digna), va y se inscribe en dicha misión (soñar no cuesta nada), y piensa que si gana la oposición es seguro que no le van a dar nada porque el que hizo la oferta fue Chávez, pues nuestro hombre se metió una pila de votos en el bolsillo, y le volvió a subir la popularidad. Este logro debe enseñarse en los Master en Marrullerías y en los cursos de magia: ¿cómo, sin hacer nada, sacarle el mayor partido a eso que no se hizo?

    Su prédica cotidiana: esta implica la inoculación del concepto de que la causa de todos los males de los que menos tienen son los capitalistas, sinónimo de ricos. La mayoría en Venezuela es de escasos recursos, y no muy difícilmente (Chávez ya lo hizo) se le vende la idea de que la culpa de sus carencias es de alguien, en este caso los ricos, que tienen bastante, a costillas, por supuesto, de los que tienen poco (la lógica es bastante sencilla: si tú tienes 3 y yo 1, tú te cogiste 1 mío). Así que cuando de mil y una formas se solidariza con las clases populares, y en forma abierta, o velada, estigmatiza a los que tienen, se conecta de maravilla con los primeros, y como, repito, estos son la mayoría, eso significa más votos.

    Hay bastantes más ejemplos, pero para que no me regañen en El Universal porque el artículo es muy largo, lo dejaremos aquí.

    Así que creo que no es muy difícil entender la motivación de muchas de las cosas que dice y hace nuestro comandante-presidente.


    Por: HERBERT HUDDE
    herbert_hudde@yahoo.es
    EL UNIVERSAL
    martes 11 de octubre de 2011

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