“La diferencia entre venciendo y
vencido podría ser dramática…”
Si está recuperado, será el favorito…
Luego de un par de meses tratando de entender hacia dónde podía moverse el respaldo de Chávez alrededor del tema de su enfermedad, la incógnita se devela. Chávez subió.
Las primeras mediciones se habían mantenido estables, mostrando una sociedad que parecía esperar más información para tomar decisiones. La teoría indica que una enfermedad grave puede generar solidaridad, pero difícilmente votos. Si la opinión pública se matrizaba hacia la tesis de que el Presidente tenía el futuro comprometido, sus principales indicadores electorales podrían caer, pero si Chávez vencía la adversidad, real o perceptualmente, el juego iría en la otra vía.
Bajo esta hipótesis, pensábamos que los movimientos en la aprobación de gestión esperarían por más información. Pero la medición de septiembre dio una respuesta adelantada, mostrando un incremento en la evaluación de gestión de Chávez que pasó de 49% en julio a 59% en septiembre.
No es la primera vez que Chávez registra un aumento abrupto en su popularidad. Para ser exactos, este es el cuarto episodio en 12 años. La diferencia es que los anteriores ocurrieron previo a una elección. No estamos cerca de ella, ni de otro evento especial, por lo que la enfermedad parece el disparador de este repunte. Pero esto no quiere decir que estar enfermo resulte “nice” en términos políticos. Lo que estimula la mejora en la popularidad presidencial es el manejo comunicacional y no la enfermedad en sí misma. Lo popular no es el Chávez “enfermo” sino el Chávez que “batalla” contra su enfermedad. Es obvio que esta estrategia ha sido exitosa y que los conectores emocionales se dispararon, pero el juego no ha terminado. Es un arma de doble filo. De un lado, su lucha ayuda a reconquistar terrenos perdidos, pero del otro ¿qué pasa si debe ir a la campaña enfermo?
La diferencia entre venciendo y vencido podría ser dramática. Si está recuperado, será el favorito, aunque no blindado. Pero si tiene que ir enfermo a la campaña no la tendrá fácil, más aún cuando cualquiera de los candidatos opositores con opción, hará gala de lo que Chávez podría no tener: juventud, energía y futuro.
Si bien es cierto que la popularidad de Chávez es alta, su disposición de voto continúa siendo retable, ubicándose en 40%, mientras el grupo de personas que preferiría que Chávez no sea reelegido ronda el 60%. Las oportunidades de capitalización opositora siguen vivas.
Por supuesto que ante la brecha relevante entre popularidad y voto seguro saltaron los (la) linealpensantes radicales de siempre: “Eso es una inconsistencia”. “La encuesta está comprada”. Lo leerán ustedes por aquí al lado. Brillante explicación del problema, que plantea que el termómetro, en este caso todos los termómetros relevantes del país, son culpables de la fiebre. Ahora que estamos en temporada puede que le den un Nobel por su contribución a las ciencias políticas.
Ya habíamos comentado el hecho evidente que explica esta diferencia que los linealpensantes llaman “incoherente”. Una persona que evalúa positivamente la gestión de Chávez puede pensar que no es una buena idea tenerlo de Presidente por siempre, ¿no te parece?, y estar abierta a una propuesta alternativa que, por cierto, aún está por elegirse. La oportunidad de la oposición está en captar esa brecha que busca más allá de Chávez, aunque no lo rechace y que sigue haciendo mayoría. Es ahí donde deben invertir su energía.
Por cierto, es un honor y un orgullo que con la misma data y análisis, seamos objeto central y protagonistas de críticas, artículos y programas de los dos extremos más radicales e irracionales del país. Demuestra que hacemos… lo que se debe hacer.
Por: LUIS VICENTE LEÓN
luisvicenteleon@gmail.com
@luisvicenteleon
EL UNIVERSAL
domingo 9 de octubre de 2011