Las fuerzas del CNT han tomado el
control del aeropuerto de Sirte
■ Halcones libios entre rejas.
■ Sirte uno de los dos últimos bastiones de las tropas de Gadafi.
■ “Los combatientes de Misrata nos contactaron para anunciarnos que Musa Ibrahim había sido capturado”, dijo Mustafá ben Dardef.
Las fuerzas del Consejo Nacional de Transición (CNT) siguen avanzando en Sirte, donde aseguran que han capturado al portavoz de Gadafi, Musa Ibrahim, a quien ya dieron por muerto en un ataque en Trípoli el pasado mes de septiembre.
Según ha informado el gobierno interino, Musa Ibrahim fue detenido en la noche pasada, cuando trataba de huir de la ciudad vestido con ropa de mujer y un velo.
Sirte, localidad natal del desaparecido Gadafi, es una de las dos últimas ciudades en manos de las tropas leales al exdirigente. Los rebeldes se están haciendo en los últimos días con el control de la ciudad y este jueves capturaron el aeropuerto de la ciudad.
La situación, no obstante, sigue siendo crítica para la población local y el CNT libio ha pedido a Naciones Unidas combustible para las ambulancias que evacuan a los heridos. Entretanto, los civiles siguen huyendo desesperados.
Los combates en torno a la ciudad y la continuada inseguridad en torno a la zona de Bani Walid, el otro bastión que les queda a las fuerzas de Gadafi, están impidiendo al organismo internacional desplegar a cooperantes en su interior.
La Interpol, por otro lado, ha emitido un aviso rojo para facilitar la detención de Saadi Gadafi, el tercer hijo del líder libio derrocado Muamar Gadafi, a petición de las nuevas autoridades de Libia.
Esta es la primera vez que el CNT hace una petición de este tipo. Un aviso rojo no es formalmente una orden de arresto internacional, pero solicita la detención de una persona buscada con vistas a su extradición.
El CNT había dicho a Interpol que Saadi Gadafi malversó propiedades mediante el uso de la fuerza y la intimidación cuando presidía la Federación Libia de Fútbol, según ha explicado el organismo policial en un comunicado. Interpol está intentando averiguar si, como han dicho varias fuentes, Saadi Gadafi, de 38 años, fue visto por última vez en Níger.
Halcones libios entre rejas:
Tres hombres con ropa de andar por casa aparecen sentados en unas colchonetas en el interior de una habitación de unos 15 metros cuadrados que comunica con un baño. Sobre la pared blanca está apoyado el bastón de uno de ellos. En la estancia, una televisión de pantalla plana encendida, un reproductor de DVD, algo de comida y bebida y cierta atmósfera de relajación.
Así es el lugar de detención improvisado donde desde hace varias semanas las autoridades rebeldes de Libia mantienen a tres altos cargos de las fuerzas de seguridad del régimen de Muamar Gadafi. Permiten a este enviado especial comprobar las condiciones en las que viven, pero no dejan hacer preguntas ni fotografías. Uno de ellos, sentado en el suelo sobre una delgada colchoneta, se interesa en árabe por la nacionalidad del reportero. Se trata del general Hassan El Kassah, hombre fuerte del Ministerio del Interior y descrito por las diferentes fuentes consultadas como un notorio torturador.
«Son tres altos mandos de entre los cinco más importantes del país. Los tenemos aquí para protegerlos», afirma Bachir Belgasem Lamín, de 48 años, responsable de la custodia de estos tres hombres y de otros treinta que se encuentran arrestados en otras dependencias de este mismo lugar. Aunque no están oficialmente acusados de nada, «son altos cargos muy importantes de un aparato represor que ha matado a parte de nuestra sociedad». «Tienen información importante y los necesitamos como fuentes», añade este hombre vestido de civil con una chapa con la nueva bandera libia prendida en la camisa.
Irse a tiempo:
A la habitación donde los tienen recluidos se accede por una puerta de madera sin más seguridad que la de los hombres armados que merodean por los alrededores. Lamín asegura que ni él ni sus hombres llevan a cabo los interrogatorios, y que están a la espera de celebrar un proceso justo con «juez, fiscal y todas las garantías».
«Tenga claro que no los vamos a tratar como ellos hacían antes», dice Lamín —uno de los responsables de las Fuerzas de Intervención de la Policía—, en referencia a los abusos cometidos por el régimen gadafista. Lamín trabajó con el régimen hasta el pasado 12 de mayo, cuando dejó su puesto y se marchó a Túnez, como hicieron muchos otros. Unos comprobaban que la dictadura se venía abajo y que no merecía más la pena apoyarla, otros aprovechaban el caos para unirse a la revolución.
Lamín asegura que se apartó de sus funciones en el momento en que se empezó a atacar a los civiles que se manifestaban contra el poder en las calles y que incluso llegó a desobedecer órdenes. Pero en mayo las revueltas ya habían tomado la calle desde hacía tres meses y los muertos en la capital se contaban por decenas o centenares, pues no hay estadísticas fiables.
A pesar de todo, el responsable de custodiar a los tres mandos gadafistas no tiene miedo de que lancen acusaciones contra él. Es verdad que el edificio de la nueva Libia se pretende levantar casi desde cero, pero será imposible prescindir de todos los funcionarios que trabajaban en el régimen anterior, empezando por algunos de los máximos responsables del gobierno transitorio.
El lugar en el que custodian al general Kassah y a los otros dos responsables es la sala de espera de la sede de una empresa de inversiones, una propiedad de alguien cercano al poder que en los últimos días ha sido ocupada por los insurgentes en el barrio de Farnaj, en Trípoli.
En otras dependencias del edificio aseguran que mantienen a unas treinta personas más. No son, reconoce Lamín, peces gordos como los otros tres. Lugares como este son habituales en la capital desde que hace poco más de un mes los opositores se hicieran con el control de la ciudad y dieran la puntilla al régimen.
Otros, como varios hijos de Muamar Gadafi y algunos altos cargos militares han tenido más suerte, al menos por el momento, y han logrado ponerse a salvo fuera de territorio libio. Han escapado, principalmente, hacia Níger y Argelia. Las nuevas autoridades han pedido ayuda a la comunidad internacional para controlar sus fronteras, especialmente las del sur.
Por: LUIS DE VEGA / Agencias
ENVIADO ESPECIAL A TRÍPOLI