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MIGUEL BAHACHILLE M: Los majunches

La última chocarrería del presidente

 

Los majunches, coreada por sus acólitos, convencido de su virtualidad intelectual y superioridad fenotípica, obviando los deberes de jefe de Estado, es calificar a los adversarios políticos de majunches. Majunche (Drae): de calidad inferior, deslucido, mediocre. Por cierto el concepto deriva del vocablo Macuache: indio bozal mexicano carente de instrucción. Chávez, abusando del poder que da el cargo que casualmente ostenta, hasta el año que viene según los sondeos serios, cree que puede estigmatizar en cadena nacional a quien le venga en ganas. Su bastedad lejos de honrarlo lo degrada y desvía de los principios democráticos que él, más que ninguno, debería patrocinar.

Además de mofarse de la prosapia indigenista que tanto dice salvaguardar, agravia caprichosa y reiterativamente a su mismo equipo gubernamental. Es difícil encontrar en nuestra historia republicana un Gabinete más mediocre, o majunche para usar el término presidencial, que el que él representa. Pareciera que el plan está enmarcado dentro de un viejo credo según el cual los futuros señores de la tierra se servirán de la nivelación por debajo para someter al mundo bajo la égida de mediocres quienes florecerán como los sobrevivientes del futuro.

¿Quiénes conforman el actual equipo de gobierno socialista?: ¿gentes orientadas al rendimiento productivo o mediocres a ras de la tierra? En este sentido es como se entiende el poder sin autoridad y su aprovechamiento para los “negocios piadosos”. Algunos pensarán que cualquier análisis respecto a la expresión presidencial, acostumbrado al lenguaje chabacano, es una futilidad sobre la cual no vale la pena referirse. Sin embargo no es así. Él aprovecha su habitual histrionismo ladino para tratar de justificar el caos de su gestión aunque por ello sufra la sociedad como un todo. El venezolano es víctima de la tosquedad de los revolucionarios que se impacientan más por elogiar las chuscadas del jefe que cumplir con sus compromisos burocráticos.

El índice de criminalidad, agravado y fuera de control, revela la majunchería de 22 planes de seguridad ciudadana confeccionados por 11 ministros de Interior y Justicia, obviamente majunches, que formaron parte de un equipo de gobierno socialista más majunche aún. ¿Y los planes de vivienda, salud y educación?; ¿y los garantes de la infraestructura? El Presidente intenta catequizar al pueblo ostentando una supremacía moral que no posee; de allí el insulto hacia los otros sin importar que se pauperice el nivel del debate cívico. Entendiendo por pauperización un contexto político en que el ciudadano está impedido de cotejar y tomar sus propias decisiones, se quede sin alternativas por las cuales optar, y se sienta obligado a afiliarse a las ringleras de la mediocridad.

No es pues cuestión de encuestas sino de realidades. ¿Cómo explica el encuestador que anda predicando a los cuatro vientos que Chávez arrasaría en una elección presidencial porque ha creado un vinculo religioso-emocional con los pobres si éstos son los más castigados por este régimen majunche y destructor? El signo de la campaña electoral de los demócratas debe trascender el espíritu mágico que el Presidente cree poseer por legado de héroes legendarios como Bolívar y Zamora. La crisis del país requiere algo más que magia como por ejemplo proponer planes para enfrentar los asesinatos diarios que ocurren a ojos vista de todos.

Así pues los majunches se amanceban al lado del Presidente. En la otra parte están los que entienden que fueron elegidos a cargos públicos no para agraviar sino para ocuparse de sus deberes como efectivamente lo hacen a tiempo completo. A la vista de todos están las buenas obras de gobierno de Henrique Capriles, Pablo Pérez, Henri Falcón, Morel Rodríguez, Henrique Salas, César Pérez Vivas, entre otros, no obstante el cerco presupuestario, antojadizo, ilegal y cruel, impuesto desde Miraflores.

No podemos ver el futuro como una amenaza, como lo pretende Chávez, sino como una esperanza. La crisis no está precisamente en el futuro sino en este presente destructor y sarcástico desprovisto de planes sobre todo para los más jóvenes. La certidumbre en el voto en 2012 es el instrumento más vigoroso para salir del traspié que nos hostiga desde hace 13 años.


Por: MIGUEL BAHACHILLE M.
miguelbm@movistar.net.ve
EL UNIVERSAL
lunes 26 de septiembre de 2011