La falsa soberanía de Guyana
■ La decisión unilateral de Guyana afecta la salida soberana de Venezuela al Atlántico.
Entre las cuestiones de mayor sensibilidad de una nación ocupan lugar primordial aquellas vinculadas con la soberanía y la integridad territorial. Por esa razón, nadie, ningún venezolano, del sector o de la ideología que profese, o de la profesión a que se dedique, pueden serles ajenas las cuestiones que las afectan.
La Constitución Nacional consagra en términos precisos y concluyentes lo relacionado al territorio y a la soberanía: “El territorio nacional no podrá ser jamás cedido, traspasado. Arrendado, ni en forma alguna enajenado, ni aun temporal o parcialmente, a Estados extranjeros u otros sujetos de derecho internacional. El espacio geográfico venezolano es una zona de paz. No se podrán establecer en él bases militares extranjeras o instalaciones que tengan de alguna manera propósitos militares por parte de una potencia o conjunto de potencias….” La Carta es clara: “la soberanía plena de la República se ejerce en los espacios continental e insular, lacustre y fluvial, mar territorial, áreas marinas interiores…. Y subsuelo de éstos; el espacio aéreo continental, insular y marítimo…”
Estas reflexiones vienen a cuento porque de manera inconsulta y poco amistosa, la República de Guyana decidió la extensión de la plataforma continental de 200 a 350 millas, “incluyendo la porción costera del territorio en reclamación por parte de Venezuela”. Esto afecta los derechos de nuestro país. Según se lee en las noticias, Guyana consultó con Trinidad-Tobago, Barbados y Surinam, pero no con Venezuela. Tan grave anomalía ocurre mientras un facilitador designado por el secretario general de la ONU tiene la misión de contribuir a un entendimiento entre las partes, a fin de resolver la reclamación venezolana. Convendría consultarlo y conocer su opinión.
La decisión unilateral de Guyana afecta la salida soberana de Venezuela al Atlántico. El procedimiento del país vecino no es compatible con la comprensión asumida por Venezuela a lo largo de casi dos siglos, desde que el primer reclamo al Imperio británico lo formulara el canciller de la Gran Colombia, Pedro Gual, en 1822.
No basta reclamar a Guyana su unilateralismo, si, al propio tiempo, no anotamos el estilo unipersonal que en materia de política exterior y en asuntos de tantas implicaciones como las cuestiones territoriales, ha puesto en práctica el Presidente Hugo Chávez Frías. Comenzó muy temprano excluyendo a todos los sectores nacionales, asumiendo toda la responsabilidad como si se tratara de algo personal. Eliminó la Comisión Asesora de Relaciones Exteriores, la cual había sido clave en el exitoso proceso de delimitación de las áreas marinas y submarinas llevado a cabo entre 1977 y 1978 con el Reino de los Países Bajos, Antillas Neerlandesas, los Estados Unidos de América y la República Dominicana, tres Tratados que garantizaron para Venezuela una Zona Económica Exclusiva de vital extensión e importancia en el Caribe.
En aquella época se puso en práctica como requisito indispensable que las negociaciones territoriales debían ser objeto no sólo de consultas, sino de consenso nacional. El Ministerio de Relaciones Exteriores informaba debidamente a los diversos sectores del país, sus instituciones y personalidades sobre el curso de las negociaciones. A las Fuerzas Armadas, por su significación y misión, se les daba cuenta con toda amplitud. Opinaron con entera libertad, y no ocultaron nunca sus observaciones. No era un procedimiento de gracia, sino obligación racional con los responsables de velar por la soberanía nacional. El Congreso estaba representado en la CARE, y también las Fuerzas Armadas, las cuales nunca fueron “convidados de piedra”. Los poderes del Estado contaban asimismo con la información oportuna y necesaria. Los medios de comunicación contaron con el acceso a las fuentes. No cabe duda de que esa manera inteligente y patriótica de proceder rindió excelentes frutos para la nación.
Venezuela se ha distinguido por su moderación y lealtad en las largas negociaciones territoriales y en las relaciones bilaterales y de cooperación con la República Cooperativa de Guyana. El golpe bajo que ahora le ha dado a Venezuela indica que no era merecedor de tanta consideración y amistad, y que sus tácticas dilatorias descubren la estratagema de ganar tiempo.
Reiteramos: Las negociaciones que comprometen intereses vitales de la República no pueden ser objeto de políticas unipersonales incompatibles con el interés nacional. Pedimos que se creen organismos de consulta nacional. Que cuestiones que tocan intereses vitales de la nación sean objeto de consulta y de consenso.
Es urgente que el Gobierno bolivariano fije su posición sobre la sorpresiva decisión de la República de Guyana, y defienda la soberanía de Venezuela como lo dispone la Constitución Nacional. Nadie puede ser indiferente en asuntos que tocan la integridad territorial y la soberanía de la Patria.
Una sola consigna nos debe unir a los venezolanos de todas las regiones:
¡Todos contra el comunismo!
¡Por la vigencia del Estado de Derecho!
¡Por la libertad y los derechos humanos!
Caracas, 31 de julio 2011
Movimiento 2D • democracia y libertad
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