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Damnificados: Nueve meses y vuelve a llover

En el Pdval de Gato Negro los refugiados resguardan su privacidad con dificultad.

Los damnificados estan preocupados
otra vez por las lluvias de ayer

 

■ Nueve meses cumplieron damnificados en refugios.

■ Familias debieron adaptarse a la convivencia en albergues.

■ El hacinamiento y la falta de privacidad pasaron a formar parte de la rutina de quienes perdieron su casa por las lluvias.

■ Reciben cobijo en un refugio que pensaron sería temporal, pero el hacinamiento y la falta de privacidad son parte de la rutina.

■ En el galpón de Pdval en Gato Negro los niños se mojaban con el aguacero y reían, mientras a sus madres les traía tristes recuerdos.

En ese abrigo hay desde el año pasado 141 personas, que tienen sábanas como paredes y apiñados sus pocos enseres. Las precipitaciones del jueves causaron estragos en la capital. Cayó granizo y 3 personas fueron arrastradas por la crecida del río Guaire. Una de ellas aún estaba desaparecida anoche.

El piso de la Casa de Talleres Museo Jacobo Borges, en la avenida Sucre, está limpio. Al mediodía, los olores de la cocina llegan hasta el pasillo. Los damnificados que duermen allí desde hace 9 meses, están organizados para mantener la limpieza, preparar los alimentos y garantizar la convivencia.

“¿Quién no se va a acostumbrar? Ya llevamos este tiempo aquí y estamos adaptados”, dice Marisol Moreno, que se aloja en el albergue junto a 104 refugiados.

Para ella, las cosas van sin problemas: tienen comida ­incluso, hay días en los que sobran los alimentos­ y viven en paz. Al principio, cuenta, no era sencillo porque había personas que no cumplían con sus labores. “Después hicimos asambleas y nos organizamos.

Estamos bien, dentro de lo que cabe”, se consuela.

Moreno asegura que el sábado harán una reunión en la que les informarán dónde estarán localizadas sus casas. Otra damnificada, que prefiere mantener su nombre en reserva, dice que a siete familias les prometieron la mudanza al interior.

Ella, en cambio, quiere quedarse en Caracas porque no puede estar lejos de su familia.

“En ocasiones hay diferencias entre la gente, pero son muy pequeñas. Claro que a veces me provoca irme de aquí”, dice.

La crecida del Guaire sorprendió a quienes habitan en la ribera.

Pronóstico: Lloverá en el centro y en el sur

Las precipitaciones obedecen a la inestabilidad atmosférica sobre el mar Caribe, informó el Instituto Nacional de Meteorología e Hidrología.

Las lluvias de ayer estuvieron acompañadas de descargas eléctricas y ráfagas ocasionales de vientos en los estados Miranda, Vargas, Distrito Capital, Aragua y Carabobo.

El pronóstico del Inameh indica que las precipitaciones continuarán durante el fin de semana y que la región central y la parte sur del territorio nacional serán las más afectadas. Descartaron que la tormenta María, que actualmente se acerca a las Antillas Menores, represente peligro para el país, y aclararon que de presentarse ráfagas de viento será por la nubosidad y no por la tormenta.

David Sánchez, pronosticador del instituto, especificó que las lluvias ocurrirán durante la tarde o la noche. El Inameh recomendó a las autoridades a las que compete tomar las medidas correspondientes debido a que pudieran presentarse deslizamientos en zonas elevadas y crecidas repentinas de ríos.

Inconformes:

Ayer al mediodía, los niños se mojaban con la lluvia frente a la puerta del albergue, que se encuentra en el galpón de Pdval en Gato Negro.

Las gotas bajaban por sus mejillas y ellos reían. A una damnificada, que duerme en ese refugio y prefiere mantenerse en el anonimato, esas precipitaciones le trajeron recuerdos tristes. Su casa en el sector La Ladera se desplomó a finales de 2010.

Ella es una de las 130.000 personas que pasó a dormir en refugios por las lluvias del año pasado. Después de 9 meses, 141 damnificados carecen de privacidad en ese galpón: las literas se separan con cobijas y sábanas. Ventiladores, televisores, peluches, ropa y otras cosas están amontonados.

La mujer dice que tienen 4 meses en espera de la división de los cubículos. También pide que el Ministerio de Transporte y Comunicaciones, padrino del albergue, solucione el problema de los ventiladores, la cocina y la adjudicación de viviendas. Cerca de 30 familias se mudaron a Maturín, y ahora están ofreciendo llevar a 13 a Ocumare del Tuy. Ella dice que eso no es conveniente porque no hay fuentes de empleo.

La mujer pensó en algún momento que lo peor de su situación era haber perdido su vivienda. “Pero no. Lo más difícil es vivir con gente que no se pone de acuerdo”, afirma.


Por: ARIANA GUEVARA GÓMEZ
arguevara@el-nacional.com
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