“La finalidad de este Gobierno no es
gobernar sino mantener el poder..”
■ El humorista afirma que la adulancia es un componente de la vida política venezolana porque no hay institucionalidad y que los venezolanos seguimos esperando que la providencia nos resuelva los problemas.
— ¿Existe un venezolano que no sepa quién es Esteban? Al cuestionar como una blasfemia, el artículo “Venezuela sin Esteban” (Tal Cual, 29-01-2010), irónicamente el Gobierno popularizó el alias extraoficial del presidente Hugo Chávez y demostró el poder del humor para poner el dedo en la llaga.
Su autor, Laureano Márquez, sostiene que cuanto más amenazada está la libertad, el humor cobra más fuerza porque tiene la capacidad de vencer las barreras y las censuras que una sociedad opresiva coloca”.
El humorista y politólogo habla de un país que no se toma en serio, artificialmente fracturado, donde la gente se relaciona ante el poder como súbdito y no como ciudadano, pero en el que existen más acuerdos que diferencias.
“Se nos ha intentado crear un desacuerdo que no ha terminado de calar en la sociedad porque, en el fondo, la gente no lo percibe. Hay muchas cosas en las que estamos de acuerdo, incluso sin necesidad de discutirlas. Uno quiere un hospital que funcione, avenidas transitables, buenos colegios. Hay un acuerdo tácito en un montón de cosas, a diferencia de otras sociedades”.
Sin embargo, observa que aún existe mucho resentimiento acumulado. “Nuestro deber es luchar en contra de eso. Lo que pasa es que no nos escuchamos y cuando uno no escucha al otro, no puede saber si uno está de acuerdo o no.
La descalificación en Venezuela va más por el lado personal que por el argumental”.
Agrega que si el Gobierno quiere desmantelar el sistema de salud privado, hay una manera sencilla: hacer de los hospitales públicos hospitales de primera categoría. “¿Quiere acabar con la educación privada? Que haga colegios públicos de excelencia. Lo que pasa es que padecemos un gobierno cuya finalidad no es gobernar sino permanecer en el poder. Gobernar, en definitiva, es resolverle los problemas a los ciudadanos y este gobierno, lamentablemente, no lo sabe hacer”.
— A usted le gusta indagar en la identidad nacional. ¿Ha hallado las claves del éxito del Presidente?
– Chávez logra una identidad con la gente al conectarse con sus necesidades. A lo mejor no resuelve satisfactoriamente, pero la gente termina sintiendo que se preocupa por sus problemas. Y eso es algo que muchos, quizá, tenían tiempo que no sentían. Una de las preguntas que me hago es cómo una persona que es tan mala resolviéndole los problemas a la gente, logra todavía que le sigan creyendo.
Chávez tiene una habilidad comunicacional espectacular.
Y creo que esa personalidad es auténtica, no una pose, por más que después lo pueda explotar.
— Eso habla de cierta candidez de los venezolanos.
– Hay una candidez que tiene que ver con no saber, en definitiva, para qué le sirven los gobiernos a uno y con la creencia de que los gobiernos no están al servicio de uno, sino que uno está a su servicio.
Nosotros no tenemos todavía la condición de ciudadanos sino la condición de súbditos, por eso es que nos acercamos al poder adulando. Los ciudadanos no adulan, exigen sus derechos. Pensamos que el poder político es algo que está por encima y a lo cual le debemos obediencia, incondicionalidad. La adulancia es un componente de la vida política venezolana porque no hay institucionalidad y cuando no hay instituciones, uno adula para conseguir lo que necesita.
— ¿Se refuerza con el lenguaje monárquico de Chávez la condición de súbditos?
– Cierto, es un lenguaje monárquico. Si ves como habla de la economía: me voy a traer los lingotes. O sea, son míos. Yo como soberano tengo el dinero, yo mando a callar, yo mando a cerrar, yo detengo. Chávez actúa como el soberano absoluto, como la monarquía absoluta, tiene muy claro ese concepto.
— Se preguntaba en una de sus columnas por qué tanta gente abandona un país que, según Gallup, es el quinto más feliz del mundo. ¿El venezolano miente o se conforma con tan poco?
– Quisiera ver cómo se midió esa felicidad porque me parece que ahí hay algo que no está bien. No entiendo por qué tanta gente feliz se va.
Uno no ve a los suizos huyendo. Cuando la gente emigra es porque el país está mal. Me he preguntado mucho si en verdad podemos ser felices como estamos. Y noto que tenemos cierto conformismo. Un conformismo que tiene un cierto origen trágico y es que no hemos terminado de asumir nuestra nacionalidad y nuestro compromiso como país.
Seguimos viéndolo como nuestro negocio más que como nuestra casa. No nos comprometemos demasiado con nuestro sentir colectivo, con nuestro proyecto de país. Todavía no hemos logrado, tener un sentido de lo que somos y terminamos negociando el bienestar colectivo en función del bienestar personal.
–Se dice que los venezolanos no nos tomamos nada en serio. ¿Es una forma de sobrevivir, de resistir, incapacidad para la tragedia?
– El hecho de que los venezolanos no nos tomemos las cosas en serio no tiene que ver mucho con el humor. Mucha gente piensa que como tenemos capacidad para llevar todo al chiste o a la burla, no nos tomamos las cosas en serio y como nos la vacilamos, no estamos dispuestos a cambiar las cosas. Yo creo que la motivación es otra: no nos tomamos las cosas en serio porque no nos hemos terminado de tomar en serio como país.
No nos hemos puesto a pensar qué somos nosotros, de dónde venimos, hacia dónde vamos y qué queremos ser.
— ¿Qué opina del cierre del semanario 6to Poder?
– Ningún medio debe ser cerrado por las cosas que diga, independientemente de que sea una imbecilidad como en este caso. ¿Quién determina cuál es la opinión inteligente y cuál no? Cuando una persona se siente agredida debe tener instituciones civiles a las cuales recurrir, pero que un Estado cierre un medio de comunicación es una agresión, no es democrático. Tenemos que aprender a entender que la expresión del pensamiento es un valor y que eso acarrea cosas que a veces no nos gustan. Uno tiene que aguantársela y, sobre todo, quien está en el poder. Los gobiernos están expuestos al escrutinio.
— ¿Qué presidente soportó mejor la crítica?
– Carlos Soublette tiene una anécdota significativa. Cuando se escribió una obra titulada Excelentísimo, Señor, en la que se hacía sátira de él, citó al escritor, Francisco Robreño, y le pidió que se la leyera.
Soublette, que se rió en algunos casos, le dijo: “Veo efectivamente que usted se burla de mí, pero le voy a hacer honesto: esperaba mucho más”; y agregó: “Vaya y monte su obra que Venezuela no se ha perdido ni se perderá, porque el pueblo se ría de su presidente sino cuando el presidente se ría de su pueblo”. Es una imagen aleccionadora de cómo debe comportarse un gobernante. Un presidente debe tener piel dura frente a la crítica y soportarla porque escogió ese camino y está bajo el escrutinio. Puede defenderse y argumentar, pero cerrar un medio es una pésima idea porque denota su poco talante democrático.
La enfermedad de Chávez:
El poder autoritario siempre tiene un misterio.
Laureano Márquez espera que el Presidente se reponga pronto. “Mi sueño es que sea derrotado donde tiene que serlo, en las urnas electorales. Los venezolanos hemos confiado demasiado en la providencia y seguimos esperando que sea la providencia la que nos resuelva los problemas”.
Al reflexionar sobre la enfermedad y el poder, sostiene que el poder autoritario siempre tiene un misterio, un secreto; todo depende de una sola voluntad. “Castro ha sido un maestro en ocultamiento. En la Unión Soviética nadie se enteraba de la salud de los presidentes, los sacaban casi que movidos con hilos. Las sociedades muy personalistas, dependen mucho del líder y eso es un síntoma de atraso social”.
No cree que Chávez manipule conscientemente con su salud. “Ya es un acto espontáneo de quien se sabe muy poderoso, dueño de la situación y del país. Todo depende de su estado de ánimo, de su salud, y eso demuestra nuestra orfandad institucional. En los países con instituciones sólidas tratan de ser claros para evitar rumores. Aquí todo es un misterio”.
Y le parece raro llorar frente a un espejo, como hizo Chávez al saberse enfermo.
“Puede ser un acto de mucho egocentrismo o que, por lástima o por vergüenza, uno no resista la contemplación de su propia imagen. Eso es doloroso y muy triste”.
* FICHA PERSONAL: POLITÓLOGO HUMORISTA ESCRITOR DE LIBROS.
Por: CRISTINA MARCANO
Política | Opinión
EL NACIONAL