“Hoy la necesitamos mucho
más que nunca antes…”
No podemos ocultar la incertidumbre que vivimos, y frente a ella tenemos que llenarnos de fe, que es la confianza y la esperanza en Dios. Vemos que tormentas oscurecen el camino. Debemos tomar conciencia de nuestras dificultades, asumirlas con responsabilidad, que la unidad por la que luchamos y donde hemos avanzado, nos permita por nuestra fe, tocar las puertas de los centros de poder civiles y militares, para blindarnos si nos toca entrar en el ojo del huracán.
No hemos terminado de digerir la desagradable noticia de la enfermedad del Presidente Chávez, y ahora una tormenta financiera, amenaza con desplomar los precios del petróleo en el mercado mundial, con el agravante de que nuestra deuda externa supera los 65 mil millones de dólares, más del doble de nuestras reservas internacionales, y pone en aprietos nuestra capacidad de pago, lo que nos llevaría a una recesión económica para la cual nuestro país no tomó las previsiones de sobrevivencia y ahora podría arrastrarnos a una crisis sin precedentes, en vista de que nuestro aparato productivo está seriamente dañado. La realidad nos hace vulnerables a una eventual crisis, pero al mismo tiempo sentimos que entre nosotros existe la esperanza de cambio. Esa es la fe que nos viene de Dios y no debemos abandonarla.
Podemos referir en un pasaje de la Biblia, los momentos que vive el hombre frente a las dificultades y a la fe. En (Mt 14,24-33) La barca se encontraba a buena distancia de la costa, sacudida por las olas, porque tenía viento contrario. Ya muy entrada la noche Jesús se acercó a ellos (los discípulos) caminando sobre el agua. Al verlo caminar sobre el lago, los discípulos comenzaron a temblar y dijeron: ¡Es un fantasma! Y gritaban de miedo. Pero Jesús les dijo: ¡Ánimo! Soy yo, no teman. Pedro le contestó: Señor, si eres tú, mándame ir por el agua hasta ti. Ven le dijo. Pedro saltó de la barca y comenzó a caminar por el agua acercándose a Jesús; pero, al sentir el fuerte viento, tuvo miedo, entonces empezó a hundirse y grito: ¡Señor, sálvame! Al momento Jesús extendió la mano, lo sostuvo y le dijo: ¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste? Cuando subieron a la barca, el viento amainó. Los de la barca se postraron ante él diciendo: Ciertamente eres hijo de Dios.
No debemos dudar de asumir las responsabilidades frente al país, debemos aceptar que Venezuela desaprovechó en estos últimos años del gobierno del Presidente Chávez, el período de bonanza petrolera más largo de su historia. A pesar de la inmensa cantidad de recursos extras que registró en su administración, no le alcanzaron los reales para cubrir el abultado gasto público o para conquistar cariños de otros países a fuerza de dinero, y tuvo que recurrir cada vez más al endeudamiento tanto externo como interno. Muchos de los nuestros, millones de los nuestros hoy no tienen trabajo, no tienen empleo, no tienen vivienda, no tienen que comer; otros, perdieron sus negocios y sus cosechas. Y los sobrevivientes se ven amenazados de una tormenta sin precedentes.
Tengamos fe. Hombres jóvenes estarán al frente de la batalla. Civiles y militares velarán por los intereses de la Patria. Somos un país rico de espíritu, dueños de nuestro destino, capaces de corregir cuando se hace necesario y dotados de sabiduría para entender que para la unidad del país es necesario que nos contemos todos los que creemos en Dios por la fe que tenemos en Él.
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Por: Lenín Valero
Periodista leninvalero1@hotmail.com
@valeromarquez
