Tiene 42 días esperando
una respuesta de vida
■ Matheus insistió en que la dilación no se debe al paro médico.
■ Jesús Matheus protagoniza la historia del desconcierto, la desidia y la ineficiencia hospitalaria.
Morir de mengua. Esa es la imagen que utiliza el periodista Jesús Matheus para describir su situación y la de tantos otros pacientes en el área de trauma del Hospital Domingo Luciani, también conocido como El Llanito.
Lleva 42 días allí, esperando una intervención quirúrgica, después de que su caso se sumara a las estadísticas de los caraqueños que quedan atrapados entre las balas de pandillas enemigas, y reciben la peor parte.
En tres ocasiones ha estado a punto de ser operado; las tres veces ha resultado infructuosa la espera. Hoy, no responsabiliza a los médicos ni al paro que llevan adelante. Las circunstancias que vive se deben a la ineficiencia del sistema.
“El infortunio me alcanzó el pasado 21 de junio. Culpa de la inseguridad que reina en todas las calles del país, un balazo me provocó una fractura abierta en la región supracondrial del fémur derecho.
La causa: un enfrentamiento entre un ex policía de Baruta y un funcionario de la Guardia Nacional, a plena luz del día, al final de la avenida Baralt”, explicó Matheus.
Ese día, luego de haber impartido clases en la Universidad Santa Rosa, iba a buscar a su hijo de 3 años de edad a la guardería. El pequeño no sufrió percance alguno.
La historia de Matheus es como la de tantos venezolanos. Sufrió en carne propia el “ruleteo”: lo llevaron al Hospital José María Vargas, al Pérez Carreño y, finalmente, al Domingo Luciani. “Como ciudadano venezolano siento que mis derechos fundamentales (como el derecho a la vida y a la salud) han sido flagrantemente vulnerados”, indicó el docente.
¿A la tercera va la vencida?
Matheus se negaba a hacer uso de la condición de periodista para exponer su caso. Pero en la narración de lo ocurrido, hay espacio para otros ejemplos lo suficientemente trágicos como para tomar cartas en el asunto.
“Hay gente que tiene aquí tres y cuatro meses esperando una intervención quirúrgica.
Algunos están desde marzo, a otros los han tenido que operar dos veces. En la sala de trauma permanece una señora, de 82 años de edad, con una fractura en la muñeca. Hay otros que tienen premura, que de no ser ingresados al pabellón pueden tener consecuencias más serias”.
Y es que los problemas óseos tienen esa particularidad, mientras más tiempo tardan en ser atendidos, más difícil se hace la intervención y la recuperación. Cada día que pasa, el hueso se calcifica más en el lugar incorrecto.
Matheus estuvo quince días en Emergencia, antes de que lo pasaran al área de trauma.
Allí vio cómo referían a un paciente porque no estaban dadas las condiciones para atenderlo. “Aquí no hacemos medicina heroica”, fue el argumento que ofrecieron los médicos de guardia. Ahora, lleva más de un mes a la espera de una intervención quirúrgica que no termina de llegar y que ha sido suspendida en varias ocasiones.
“Tres veces me han programado en unos supuestos planes para operarme y luego, cuando estoy en la sala de preanestesia, algo ocurre.
La primera justificación para la suspensión fue que tenía la tensión alta, pero nunca, en todo el día, me la habían tomado. La segunda vez me prepararon, me vistieron, me arreglaron y al final la suspendieron porque se dañó el intensificador de imagen. Más recientemente, cuando estaba listo, modificaron el tipo de intervención que me iban a hacer”. Ahora tiene sus esperanzas puestas en el próximo jueves, fecha en la que le correspondería, finalmente, entrar en quirófano.
De acuerdo con la versión que les ofrecen a los pacientes del hospital, las operaciones sólo se efectúan una vez que se tiene la aprobación del director del centro asistencial, Alexis Parra.
Matheus aseguró que el paro médico no ha tenido incidencia en los acontecimientos, que los encargados de su caso le han garantizado que si la dirección lo permitía, las intervenciones electivas podían ser presentadas como emergencias, para así dar luz verde a la larga lista de procedimientos que están en espera.
“La verdad es que después de vivir esto, no dejo de preguntarme cómo será el caso de personas que ni siquiera cuentan con el Seguro Social.
No me lo quiero ni imaginar”, reflexionó.
Por: LAURA WEFFER CIFUENTES
lweffer@el-nacional.com
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