Venezuela tiene un
gobierno ilusionista
■ Las expectativas hacen que se mantengan las esperanzas, según Federico Welsch.
■ El objetivo es deslindar al presidente Hugo Chávez de los miembros de su gabinete, para que el ciudadano lo perciba bien intencionado y le achaque la incompetencia al entorno, afirma John Magdaleno.
La filosofía que encierra el dicho popular “la esperanza es lo último que se pierde”, reforzada con “como vaya viniendo vamos viendo”, se niega a desaparecer de los escenarios del día a día de los venezolanos, que sobreviven en un mundo de inseguridad, violencia carcelaria, apagones, falta de viviendas y colapso de servicios públicos.
El evidente conformismo popular, según estudiosos de la opinión pública, se mantiene gracias a que Venezuela tiene un gobierno ilusionista, que se dedica a sembrar expectativas sobre diferentes ofertas, para evitar que la gente se encuentre de frente con la cruda verdad. “Cuando los venezolanos chocan con la realidad, se desmorona la esperanza. Por eso el Gobierno debe inventarse un cuento nuevo cada cierto tiempo para reactivar la esperanza, porque se agotan las anteriores”, señaló Alfredo Keller, directivo de la encuestadora Keller y Asociados.
Aunque aún no se tienen resultados de los sondeos de opinión del primer semestre de 2011 sobre la situación del país, es evidente que en ese lapso se han presentado tres grandes crisis que amenazan la base popular del Gobierno, como el racionamiento eléctrico, la falta de viviendas y la violencia carcelaria. Keller explica que, concretamente en el caso de la vivienda, todos los venezolanos, sean chavistas u opositores, sienten preocupación y desencanto que se reflejan en más de 50% de las respuestas a la encuesta realizada en marzo 2011; no obstante, las visiones de la población son diferentes en cuanto a la gestión del Gobierno en ese sentido. “El pueblo chavista siente mayor entusiasmo, por ejemplo, frente a la Gran Misión Vivienda, porque confía en que saldrá beneficiado, mientras que el resto de la población necesita la vivienda, la espera, pero duda que el Gobierno se la otorgue”, dice el consultor.
Keller concluye que en este momento los venezolanos están muy experimentados y saben que el Ejecutivo promete mucho y cumple poco. “Las promesas le dan apoyo temporal, en la medida en que hace que la gente gire en torno a ese tema y levanta expectativa, pero se desvanece cuando transcurre el tiempo sin obtener resultados concretos”.
Ilusionismo mediático:
El director de Datanálisis, Luis Vicente León, señala que el Gobierno se aprovecha de la ilusión que siembra en la población cada vez que presenta proyectos de soluciones para reconectar con la base popular, a pesar de que los efectos se rompen cuandono hay materialización de las promesas. Por ejemplo, cuando ofrece una casa y después presenta una maqueta, crea una ilusión en una persona que necesita desesperadamente creer en eso porque no tiene otra opción. Así, la ilusión se puede romper, pero se tapa con otra.
Explica León que el racionamiento eléctrico fue estudiado por Datanálisis el último trimestre del año pasado y el Gobierno salió evaluado muy negativamente. En marzo de este año repitió el sondeo y hay una recuperación de la imagen, porque la gente da por superada la crisis pues cree que se plantearon soluciones.
“Cuando se consulta un problema específico, el rechazo supera 80%, pero si se estudian en conjunto, la gestión del Gobierno sale favorecida”.
Ante la interrogante sobre por qué el conformismo y la recuperación constante de la conexión popular durante 12 años ante nuevas ofertas del Gobierno, el politólogo John Magdaleno indica que el punto de fondo es que las comunicaciones políticas del Ejecutivo han servido de amortiguadores de las crisis y su impacto negativo. “Las comunicaciones oficiales están destinadas a romper la relación entre el jefe del Estado y su gabinete, los regaños a los ministros son para notificar esa ruptura, por eso es que se ha configurado desde hace muchos años la creencia de que el Presidente es muy bueno y tiene buenas intenciones, pero el entorno no lo ayuda. Esa ha sido la mejor herramienta para afrontar los temas críticos; ahora, con el Presidente enfermo, eso puede ser algo que altere esa relación”, advierte el analista político.
Magdaleno aclara que frente a esa estrategia hay que distinguir entre la imagen presidencial y la del Gobierno, porque las encuestas hablan del nivel de aprobación de la gestión gubernamental y otra cosa es el nivel de agrado, lo que técnicamente se llama popularidad o confianza depositada en el Presidente, que siempre aparece mejor evaluado que su gobierno.
El politólogo sostiene que el impacto de la crisis carcelaria, de vivienda y el racionamiento eléctrico en la base popular del Gobierno, se medirá de acuerdo con la encuesta referencial que se tenga. No obstante, hasta la fecha el común de los análisis revela que la imagen del Ejecutivo y la del Presidente todavía no han estado severamente afectadas por estos problemas, lo cual no significa que no lo van a estar. “Un viejo sociólogo llamado Seymour Martin Litsep dijo que las crisis de eficacia se prolongan en el tiempo, y cuando sus efectos se comienzan a sentir de forma masiva en la población traen consigo crisis de legitimidad”, dice.
Expectativas y esperanzas:
El profesor de Ciencias Políticas de la Universidad Simón Bolívar Federico Welsch plantea que la paciencia del pueblo venezolano es muy grande porque la expectativa hace que la esperanza se mantenga, porque de vez en cuando hay entrega real o ficticia de alguna vivienda, aunque sea de propiedad colectiva, y eso renueva la esperanza. “La falta de planificación en las políticas públicas muestra que la incompetencia para afrontar la crisis no es fortuita; por ejemplo, el problema de la vivienda es por falta de adecuación de la oferta a la demanda en una sociedad que crece. Esto se conecta con la crisis eléctrica porque el programa Mi Casa Bien Equipada genera aumento de la demanda de electricidad y eso no se previó. En este gobierno un ministro hace lo que perjudica al otro”, dice Welsch.
Con respecto a la situación de las cárceles, señala Welsch, la promesa ha sido humanizar, pero se ha hecho todo lo contrario: “Nunca antes se había visto tanto almacenamiento de armas de fuego, al punto de que no sabemos si el Rodeo es comparable con Cavim”.
Frente a este panorama, de acuerdo con el analista, el apoyo al jefe del Estado y su gobierno se compone de dos elementos fundamentales de carácter emocional, no reflexivo y de aceptación a las políticas públicas. “El problema está en que la percepción de la crisis genera un rechazo de la gente, que no supera la conexión emocional con el Presidente, y por eso el Gobierno hace de las suyas sin que se le pida cuentas”, concluye Welsch.
Por: DORYS VILLARROEL
dvillaroel@el-nacional.com
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