“Especialistas no lo recomiendan
pero tampoco lo censuran…”
Cualquiera dirá que Luisa y Juan Carlos son un par de locos. Pero basta con escucharlos para entender por qué su defensa del sexo breve no se constituye en la señal de que algo anda mal en su relación sino que, al contrario, han hallado la clave para salvarla.
Cinco años de matrimonio, dos hijos y una suegra afectada de salud y sin intenciones de mudarse son razones suficientes para enfriar los encuentros íntimos en el hogar. Por suerte, uno de los dos planteó la idea del “sexo furtivo”, que practican a la hora de salida de sus trabajos. Cuando regresan a casa sienten que le han infligido una derrota al hastío.
“Una amiga me contó lo excitante de sus `rapiditos’ con un compañero de oficina con quien mantenía un romance, y eso me dio la idea para que Juan y yo recuperáramos el territorio que había sido tomado por los niños y la presencia, por cierto, nada discreta de mi suegra”, resume Luisa, contenta de haberse topado con la olla de moneditas de oro al final del arco iris.
“Es verdad, los quickly o rapiditos son encuentros fugaces de placer que no sólo rompen con la rutina, sino que salvan matrimonios obligados a congelar el sexo por el exceso de trabajo”, explicó Rafael Sánchez Rangel, especialista en resolver conflictos conyugales, y seguro de que casi 80% de los problemas de pareja empiezan y terminan en la cama.
“¿Cómo pretendes que un matrimonio con apartamento en Guatire y trabajo en Caracas pueda tener sexo, si llegan a las 8:00 de la noche y deben hacer la comida para el otro día y adelantar las tareas que dejaron postergadas?”, pregunta el sexólogo y, sin esperar respuesta, resume: “El sexo instantáneo es hijo del estrés de las ciudades y depende de cada pareja hacerlo emocionante”.
Para Juan Carlos y Luisa, que ayudaron a este trabajo por vía de Sánchez Rangel, el comienzo de la experiencia no fue grato. “Sentíamos como si estábamos haciendo algo inapropiado, pero luego con humor y creatividad llegamos incluso a revivir los días de novios”, indicó Juan Carlos, al resumir la situación como “si uno hiciera de su mujer una amante a escondidas”.
Faltan cinco pa’ las doce. J y CV se asoman del otro lado de la acera. Ambos casados e infieles “sólo en horas del mediodía”, aprovechan que mientras sus compañeros hacen la cola frente al microondas de la oficina, ellos se deslizan furtivamente por la salida y calientan pasiones en una habitación del hotel cercano a su trabajo.
“Es una pausa”, aclara J, “es sexo sin amor, porque cada quien tiene su cónyuge, pero somos abogados litigantes y tú no sabes lo que cuesta pasar horas y horas frente a un expediente de 6.000 folios, anotando detalles y revisando leyes para hacerlo bien; de modo que 5 minutos antes del mediodía liberamos el estrés y regresamos a la oficina por separado. El resto del día, ni nos hablamos”.
Es la fórmula más frecuente de los encuentros furtivos.
“¿Por qué conformarse con un festín rutinario cuando se puede disfrutar de esos breves tentempiés a cualquier hora y en cualquier lugar?”, escribe Joel D. Block, psicólogo del North Shore-Long Island Jewish Medical Center, en su libro El arte del sexo rápido, en el que revela técnicas para disfrutar al máximo un encuentro sexual por muy breve que sea.
Para evitar malentendidos, Sánchez Rangel advierte que no hace apología del “coito urgente”, pero lo avala como un hecho real. Admite que nadie puede evitar que lo que se inicia con miradas cómplices entre dos compañeros de oficina termine en el baño o en la escalera del edificio en un encuentro desesperado.
¿Cómo es qué te llamas? Otra modalidad es el llamado sexoexpress, urbano y nacido en fiestas y discotecas, cuando la pareja homo o heterosexual se conoce, celebra la coincidencia de sus gustos y, obviando la fase en la que se dan los números telefónicos, terminan en una cama y al día siguiente se juran no volverse a ver.
“Eso suena bien en las series de televisión, pero no en este país donde la clave para evitar un asalto es desconfiar de desconocidos que después de preguntarle el nombre lo siguiente que le dicen a la chica es ¿por qué no nos vamos de la fiesta?”, dice el sexólogo Sánchez, y para añadir tensión al discurso recuerda a la siniestra Alexandra Forrest de Atracción Fatal, interpretada por una magistral Glenn Close.
Pese a ello, el sexo-express es común en las ciudades, incluso en Caracas. Si se quiere es algo brusco, menos elaborado y renuncia a las caricias, olores y a una parte importante de la sexualidad, “pero este acto breve, guiado por las circunstancias, por el lugar o las condiciones físicas del espacio donde acontece, tiene más seguidores en jóvenes de 20 a 30 años de edad, y no siempre ocurre con desconocidos, sino entre amigos y compañeros de clases”.
Un hotel, la terraza del edificio o lugares suelen ser escenarios de estos cinco minutos de éxtasis. Los sexólogos no lo aconsejan; sin embargo, muchos pacientes han confesado que la emoción del sexo furtivo les disparara la adrenalina ante la posibilidad de ser espiados o descubiertos.
Por: ELIZABETH ARAUJO
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