¿ Nos rasgamos las vestiduras porque
Chávez permanezca en La Habana?
■ Ojalá que él y nosotros tomáramos unas vacaciones de un año.
Mataron a 21, ¿o a 37?, presos en la cárcel del Rodeo… si hubieran asesinado a 37 militares o a 37 ciudadanos de Chacao, no hubiera habido un debate sobre la violación de la Constitución, pero como murieron 21, ¿o fueron 37?, hijos de los pobres, y para colmo delincuentes, hay que escandalizarse porque Chávez haya violado otra vez la Constitución. La violará 10 veces en julio, 15 en agosto, 22 en septiembre.
En 1999 el país aplaudió a rabiar la anulación de una Constitución llevándose a la torera las formas que la propia Constitución determinaba para modificarla. El Congreso, el Tribunal Supremo, los partidos, admitieron esa enormidad. El que hace lo grande hace lo pequeño, viola la nueva Constitución. Hoy matan a 31, ¿o 21?, personas y el debate es jurídico. ¡Asombroso! Cualquier visitante interplanetario confundiría a los venezolanos con suizos ante su apego a la legalidad, hasta que circulara por Caracas y viera el desprecio cotidiano y universal por cualquier norma o ley.
Un encuestador explicaba en privado que para ganarle a Chávez hay que privilegiar a los pobres en el mensaje; los argumentos jurídicos sólo sirven de pretexto para que los diputados chavistas acepten un debate.
Los diputados chavistas han reducido la teoría revolucionaria al culto a un teniente coronel, corean de pie: “Chávez, adelante”. Hace treinta años los adecos respondían a las acusaciones de corrupción contra Carlos Andrés por el caso del Sierra Nevada gritando: “Queremos Carlos Andrés tal y como es”. A Chávez lo adoran por encima del bien y del mal.
¿Son sinceros los diputados, o aplauden con el estómago? Se comportan igual que con ciertos secretarios generales en los últimos gobiernos democráticos, a los que llamaban “caudillo”. En su fantasía, Chávez imagina dirigir una verdadera revolución; no pasa de servir de escudo a las mafias que trafican con las cabillas de Sidor, la gasolina en la frontera, el cemento de las plantas nacionalizadas, las mafias que llevan gasolina a las islas vecinas, los que afilan los dientes para agarrarse un buen pedazo de las obras del plan de vivienda: la centralización absoluta desemboca en la máxima corrupción.
Edelca y el Metro de Caracas eran las empresas estatales más exitosas de Venezuela, junto con Pdvsa. Después de desbaratar la gerencia del Metro, Chávez lleva cinco años tratando de que los trenes no choquen, funcionen las escaleras mecánicas y los ascensores. Está pagando también un precio terrible por haber desmantelado Edelca y llenado Corpoelec de chavistas incondicionales y de militares.
Los pobres tardan cuatro horas en ir y volver del trabajo, sus hijos no reciben desayuno escolar, no aprenden matemática ni química; si caen presos desaparecen en un hoyo negro. Ese es el gran tema. Aunque sea de la boca para fuera, Chávez demuestra interés por los pobres, que no creen que este Gobierno sea mejor pero sienten un tremendo aburrimiento ante los argumentos jurídicos. Con razón.
En las cárceles mandan los presos, secuestran a los funcionarios y están mejor armados que la Guardia Nacional, hay que negociar con ellos. Otra cosa, ¿quién les suministrará granadas, fusiles, pistolas? María Corina Machado demostró en el debate parlamentario dignidad y coraje.
No se me achicopale.
Por: FAUSTO MASÓ
fausto.maso@gmail.com
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