“Se está metiendo la verde”
■ Los parientes dicen que hay muchos muertos.
■ El traslado de los heridos se prolongó hasta la noche.
■ Los comercios cerraron debido a los gases lacrimógenos.
■ Vecinos del Rodeo alojan a parientes de reos en sus casas.
■ Los reclusos enviaron testimonios del asalto de la GN con vídeos, audios y fotos.
■ Los reclusos abaleados ingresaron en el hospital militar y en el Domingo Luciani de El Llanito
■ Vecinos de la cárcel y familiares de los presos también sufrieron la arremetida de los uniformados.
■ En un procedimiento de más de 12 horas, la Guardia Nacional tomó el control de una parte del complejo carcelario.
■ Para hoy está prevista la intervención de 400 paracaidistas del Ejército en Rodeo II, donde hubo la mayor resistencia.
El viernes a las 2:00 am, la esposa de un recluso que estaba en el sector Rodeo 1, conocido como La Torre, recibió un mensaje inquietante: “Se está metiendo la verde”.
En ese momento comenzaba el agrupamiento de más de 3.500 guardias nacionales en las afueras del penal, que tiene aproximadamente la misma población, entre procesados y penados.
Poco después, un vehículo pasó con un altavoz y alertó a los reos sobre lo que ya era inminente. Los familiares se movilizaron para llegar a las puertas de la instalación antes del amanecer, como lo hicieron durante toda la semana debido al enfrentamiento entre presos que causó 37 muertos.
A las 4:30 am, la mujer recibió otro mensaje de texto: “Hay 165 convoyes en la prevención. Esto va a ser una plomazón por un buen rato”.
A las 5:00 am comenzó la intervención:
Las autoridades del penal cortaron el servicio eléctrico y el agua. Los reclusos del área conocida como el Anexo, ubicada más cerca de la entrada, se rindieron sin ofrecer mayor resistencia. Mientras lo hacían, gritaron nueve veces “¡Gloria!” para dar a conocer su decisión.
Luego, rompieron todos los teléfonos con los que se comunicaban con sus parejas y familiares.
El edificio fue tomado de inmediato por un grupo militares, mientras que otros guardias se distribuían en los techos y en el perímetro de la instalación. Desde allí contarían con una posición privilegiada para contestar el fuego que les hicieron durante las nueve horas siguientes.
Los presos que estaban allí fueron colocados en pasillos y balcones adyacentes. Desde ese lugar observaron todo lo que sucedía.
Barricadas:
Cuando comenzó la intervención, Magaly Domínguez estaba en el barrio que circunda los bloques de Rodeo, frente al complejo carcelario.
Tuvo que esperar hasta las 4:00 pm para poder salir de allí.
Cada vez que la mujer intentaba acercarse a la carretera nacional los guardias nacionales le lanzaban bombas lacrimógenas y la amedrentaban con disparos de escopeta al aire.
Domínguez estaba mezclada con habitantes de los edificios y familiares de los presos. Todos los comercios a su alrededor tuvieron que cerrar las puertas, debido a los gases lacrimógenos. Estaba indignada con los uniformados, y junto con ella por lo menos otras 200 personas.
“Hágale llegar al Presidente el mensaje de que nos traicionó. Creímos en él. Pero usó al Ejército contra el pueblo. Que no cuente más con nosotros”, sentenció.
Después, un grupo de vecinos caminó de espaldas hacia la carretera nacional. Los guardias de inmediato se incorporaron y les lanzaron una andanada de lacrimógenas. Todos corrieron para ocultarse.
Pero la mayoría de los familiares no pudo pasar la primera barricada que hicieron los militares al final del sector Las Rosas de Guatire. Allí estaban los guardias, formados en línea y respaldados por un vehículo tipo “ballena”.
A las 10:15 am, los familiares de los reclusos recibieron la primera andanada de lacrimógenas y agua a presión.
Habían bloqueado la vía con cauchos y basura encendida.
Desde los ranchos ubicados en un costado de la carretera los militares recibieron pedradas y botellazos. Ninguno resultó lesionado.
Arde “ciudad telita”:
Desde el balcón de una vivienda situada a 150 metros de la entrada a la cárcel, Wilmary Delgado observaba angustiada el desarrollo de la refriega. Su esposo, Alexis Núñez, de 28 años de edad, resultó lesionado en la mano derecha durante el tiroteo del domingo pasado. Fue uno de los heridos de los que nadie se enteró. Nadie lo atendió ni formó parte de las estadísticas oficiales. Su esposa, sin embargo, conserva como prueba una foto en su celular.
Delgado estaba en La Torre, y como otros tantos reclusos informaban por mensaje de texto o alguna llamada furtiva lo que sucedía durante la intervención.
No era fácil:
Los guardias lanzaban periódicamente sobre esa edificación una lluvia de bombas lacrimógenas trifásicas. Lo hacían desde la fachada frontal e igualmente desde ambos costados.
“Cada arma, cada bala que hay allí la pasan los mismos guardias. Nosotras no podemos entrar con nada. Nos requisan todo. Casi nos desnudan para hacer la visita, y nos revisan la comida. Ahora ellos se quejan, pero son los que pasan todo. Por eso no quieren que la prensa se entere, y les impiden el paso”, afirmó Delgado.
A las 12:30 pm, una humareda comenzó a salir desde una edificación adyacente a La Torre. Los familiares lloraron y gritaron al creer que ellos podían estar incendiándose.
Luego una de ellas las calmó.
“¡Lo que se quema es ciudad telita!”, les gritó, en referencia a un sector donde los reos separaron sus espacios mediante sábanas.
En ese momento, una de ellas recibió en el celular una foto en la que aparecían los reclusos sin franelas agolpados en un pasillo, en aparente estado de asfixia.
De inmediato, cada quien comenzó a llamar a las personas que conocían dentro de La Torre. “Entréguense, ya está bueno”, les gritaban.
En la planta inferior de ese pabellón hubo una explosión. El fuego se extendió hasta donde estaban los reclusos en rebeldía.
La entrega:
A las 3:00 pm, los ocupantes de La Torre comenzaron a expresar su deseo de deponer las armas. El mensaje, sin embargo, no llegaba a los guardias que participaban en la intervención.
“Nos estamos rindiendo, y nos están echando plomo igualito”, afirmó Pedro, uno de los reos.
Una de las esposas explicó que desde las 2:00 pm los que estaban en La Torre empezaron a quedarse sin municiones.
“Nos vamos a entregar.
Chao”, escribió Núñez antes de romper el teléfono.
“Dios está contigo”, le contestó la esposa.
Los presos asomaron franelas blancas por las ventanas, en señal de rendición. Luego comenzaron a salir semidesnudos. Hubo un breve silencio, y después intensas ráfagas.
Nadie sabe aún cuántas personas murieron en ese momento.
Los heridos:
La ruta de las ambulancias que salieron ayer desde el Rodeo fue dispersa. Los reclusos que resultaron heridos fueron trasladados, en su mayoría, a hospitales de Caracas, según oficiales de la Guardia Nacional y personal médico. En el Domingo Luciani de El Llanito habrían ingresado seis prisioneros.
En el piso 14, habitación 16, del Hospital Militar Doctor Carlos Arvelo, en San Martín, se encontraban dos reclusos.
“Están seguramente allí. No están recibiendo a presos con heridas graves en los hospitales de aquí, pues no tienen insumos. Esto ha sido horrible, incluso los han llevado vía aérea”, dijo un uniformado de apellido Gutiérrez, que custodiaba el Hospital General Guatire-Guarenas. En ese centro de salud estaban siete reos heridos. “Sólo uno ingresó esta mañana (ayer) porque el resto está desde el domingo”. Y en el Hospital Luis Salazar Domínguez, en Guarenas, se hallaba desde el domingo el recluso José Barrios.
Cercados por las armas:
Un cerco militar dividió en dos a los barrios cercanos a la prisión. “Tengo más de 20 años viviendo cerca del Rodeo y nunca vimos algo así”, contó Dilia Cruz, vecina de Barrio Nuevo de Guatire.
Su casa, ubicada específicamente en el callejón Mariño, se convirtió en un refugio de parientes de reclusos. Anoche alojaba a 11 mujeres desconocidas, que se concentraban frente al televisor de la vivienda para informarse sobre la situación de la cárcel. “Ellas no saben nada de sus parientes. Me dolió verlas llorar. Los guardias solamente han reprimido a la gente”, dijo Cruz.
Los gases de las bombas lacrimógenas se colaron en las viviendas de Barrio Nuevo, ubicado antes del piquete de la GN. José Antonio León, vecino, relató que debió resguardar a sus dos hijos, de 4 y 7 años de edad, respectivamente, en el baño de la casa ante la arremetida militar. “El agua entró a la sala, también las lacrimógenas. Los niños se asfixiaban”.
Los comercios aledaños al sitio también cerraron sus puertas ante el conflicto.
Al superar el cerco militar están los sectores Terrazas del Rodeo, Guaya y Araira. Sus vecinos debieron someterse ayer a fuertes requisas para acceder a sus hogares. Las furgonetas, ambulancias y convoyes de la GN fueron los únicos vehículos autorizados para sobrepasar el cerco. María Arrieta, de 52 años de edad, tuvo que caminar anoche hasta su casa en Araira. Sólo tres de cinco líneas de transporte en GuarenasGuatire prestaban servicio.
“Las camionetas sólo se acercan a los militares y nos dejan de inmediato. Intentamos no salir del cerro, pero me tocó hacerlo porque tengo a mi hijo muy enfermo. Esto es un toque de queda”.
Zoraida Núñez, tía de dos reclusos, denunció que su prima Belkis Sánchez, de 34 años, fue retenida por efectivos en el barrio Terrazas del Rodeo. “Le descubrieron unas grabaciones en su celular que demostraba la agresión de los militares. Un oficial le rompió su teléfono y no la deja salir. Su última llamada fue a las 6:30 pm, lo hizo del celular de una vecina y contó lo sucedido. No sabemos nada de ella”.
Participaron 5.000 funcionarios:
Entre las 4:00 am y las 5:00 am, los presidiarios de Rodeo I y II sintieron llegar tanquetas y otros vehículos de la Guardia Nacional. Lo que hacía días sospechaban y habían tratado de impedir se cumplió.
Los funcionarios llegaron a ese sector de Guatire dispuestos a tomar los dos centros carcelarios.
Desde los hechos de violencia en Rodeo I el domingo 12 de junio, la población penal estaba reacia a ser trasladada a otros penales, por temor a que los asesinen.
Desde el amanecer, a través de un megáfono, la Guardia Nacional le pedía a los presos de La Torre bajar al patio y entregar las armas de fuego.
Pasadas las 7:00 am, el ministro Tareck el Aissami informó al país que “con toda normalidad y con la participación de más de 5.000 funcionarios de la Dirección de Servicios Penitenciarios, Fiscalía, Defensoría del Pueblo, Fuerza Armada Nacional y la Guardia Nacional” se realizaba la intervención. Luego agregó que la operación se hizo “para restituir el orden interno y en plena garantía de los derechos humanos de la población privada de libertad”.
Desde Valencia, Carabobo, el vicepresidente Elías Jaua dijo que en la madrugada se había reunido con el ministro de la Defensa, Carlos Matta Figueroa, y con El Aissami para analizar la intervención: “Hasta ahora hemos logrado avanzar en la ocupación de estas cárceles sin ninguna víctima fatal. Nunca, en el gobierno del presidente Hugo Chávez, se actuará para masacrar a los privados de libertad. Eso sucedía en la cuarta república”.
El control:
En la mañana, el viceministro de Prevención y Seguridad Ciudadana, Néstor Reverol, anunció que estaban asegurados alrededor de 1.700 presos en una parte de Rodeo I. Agregó que se garantizaban los derechos de los internos.
Al mediodía, Reverol declaró que con la entrega de los presidiarios de La Torre de Rodeo I tenían el control de 74,8% de la población penal de las dos cárceles: “Desafortunadamente tenemos 16 efectivos militares heridos: siete oficiales -entre ellos, tres oficiales superioresy nueve guardias nacionales”.
Dijo que uno de los funcionarios tenía tiro rasante en la cabeza y que la mayoría de las heridas de los militareshabían sido por armas de fuego largas de alta potencia.
Obispos alertan:
La Conferencia Episcopal Venezolana se pronunció sobre los hechos de violencia ocurridos en Rodeo I y II. “Sentimos la urgencia de promover y fortalecer la dignidad humana, el valor de la justicia, la verdad, la libertad y el respeto de los derechos humanos de los privados de libertad”, se lee en una nota de prensa. También manifiesta que el Estado venezolano incumple el mandato constitucional y ha abandonado su responsabilidad de garantizar la vida y la integridad física de los internos.
Cofavic rechazó el uso desproporcionado de la fuerza para el control de la situación interna en Rodeo I, “pues esto es arbitrariamente contrario al Derecho Internacional y a nuestra Constitución, y coloca en evidencia la falta de cumplimiento de la garantía de no repetición por parte del Estado venezolano de lo ocurrido en 1992 en el internado judicial Los Flores de Catia.” Cofavic pidió averiguar los hechos de violencia en Rodeo I y II, y dar acceso a la información a los parientes de los presos.
Incapacidad gubernamental:
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La diputada María Corina Machado expresó su solidaridad con los familiares de los presos de Rodeo I y II, y dijo que lo que ocurre en las cárceles del país “demuestra la incapacidad de las autoridades para dar respuestas y soluciones dignas.
Ese problema sí tiene solución si actuamos desde hoy”.
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El diputado Richard Blanco pidió que se instale una comisión de alto nivel con representantes del Ejecutivo Nacional, poderes públicos, la Iglesia y ONG para buscar solución a la crisis carcelaria.
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El diputado William Ojeda pidió la destitución del ministro Tareck el Aissami y su tren de gobierno, porque “son responsables directos de la masacre en Rodeo y las irregularidades del sistema carcelario”.
…
El gobernador Henrique Capriles Radonski pidió a los parientes de los presos de Rodeo mantener la calma. Dijo que una operación militar no es la salida y que deben solventar la situación de forma pacífica.
Por: JAVIER IGNACIO MAYORCA
jmayorca@el-nacional.com
MAOLIS CASTRO
macastro@el-nacional.com
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