El calor se sintió en los
espacios hospitalarios
■ El Adolfo D’Empaire de Cabimas, el General del Sur y el Chiquinquirá fueron los centros de salud más afectados.
Las fallas eléctricas ocasionadas por la explosión de cinco transformadores en la subestación del Tablazo (Zulia) vapulearon a los hospitales de la región. Para María Moreno, secretaria Regional de Salud, las pérdidas por los equipos quemados sobrepasan los dos millones de bolívares fuertes.
Cada vez que hay un bajón de corriente la cifra aumenta y con ello los inconvenientes en el sector salud. Los aires acondicionados, las máquinas de rayos X y los equipos de laboratorios fueron los aparatos más golpeados.
Los principales perjudicados son los pacientes. Moreno explicó que las máquinas de rayos X sufren demasiado con los apagones, por lo que no puede encender los equipos hasta que se normalice el sistema eléctrico.
“La tarjeta de un equipo de estos puede costar 100 mil bolívares fuertes. Si llega una persona con una fractura tiene que esperar 20 minutos para que vuelva a prender, porque si la encendemos de una vez se puede quemar”.
Los equipos de los laboratorios son automatizados y se descontrolaron. “Cuando hay reiteración de las fallas se descalibran y los técnicos tienen que volver a calibrarlos para ponerlos operativos”.
Sin aire no hay salud:
Aunque las plantas eléctricas de los hospitales funcionaron con eficiencia durante el apagón, estas no tienen la capacidad para hacer funcionar las unidades enfriadoras de líquido que operan los aires acondicionados.
El calor se sintió en los espacios hospitalarios. La paralización de los aires retrasó las actividades. Si se va 20 minutos la luz, se apaga la ventilación y en ese tiempo –por ejemplo- sudan las paredes de los pabellones. Las máquinas son digitales y cuando se restablece el servicio es necesario esperar que los técnicos las reprogramen, y eso podría tardar 15 minutos mínimo. “No se puede volver a operar hasta que se realice todo el proceso de esterilizar y fumigar el quirófano. Si vuelve a fallar hay que repetir todo el proceso”.
Para muestra del desbarajuste está el hospital Chiquinquirá. Allí se quemó el compresor de 50 toneladas de una unidad de enfriamiento. Tan sólo ese daño se calculó en al menos 120 mil bolívares fuertes. La Gobernación del Zulia saca sus cuentas, pero hasta que no cesen las fluctuaciones eléctricas los daños serán incalculables.
En carne viva:
Amelie Tello tiene que esperar. Con apenas 11 meses le diagnosticaron una cardiopatía denominada CIV tipo II. La iban a operar el sábado en la Fundación del Hospital de Especialidades Pediátricas (FHEP), pero por la interrupción en el servicio eléctrico la intervención no se concretó.
Ingresó el viernes. Todo estaba listo. Cuando iba a Pabellón, les informaron a sus familiares que la operación quedaba suspendida. Amelie, quien tiene esperando tres meses esta operación, tendrá que esperar que los médicos vuelvan de Caracas para participar en la jornada mensual cardiológica que realizan en la FHEP.
Personal del centro infantil, que no quiso identificarse, aseguró que vivió momentos trágicos durante las cuatro horas que estuvieron sin luz. La desesperación reinó desde de las 7.00 de la noche hasta las 10.30.
Siete niños se trasladaron junto a sus madres hasta la sala de juego para acercarse a la ventana y así poder tranquilizarlos un poco. Los que estaban en una situación delicada no salieron de sus habitaciones y “gracias a Dios” no necesitaron ningún aparato electrónico. Una enfermera dijo que cambiaron los monitores por tensiómetros manuales, bombas de infusión y reguladores de flujo.
Centros más golpeados:
Hospital Chiquinquirá: Se quemó un compresor de 50 toneladas y un motor 2hp de la Emergencia de adultos. El sistema automático de la planta eléctrica se averió.
Hospital General de Cabimas Adolfo D&39;Empaire: Se dañó la tarjeta de la máquina de Rayos X y los aires de las áreas de Observación de adultos y Mioanatología.
Hospital General del Sur: El aire acondicionado de Emergencia se quemó.
Por: Leopoldo Márquez
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