Aún no está clara la mudanza de
las operaciones a Las Mayas
■ Los vendedores informales venden con sobreprecio, pero el Indepabis sólo fiscaliza a los comerciantes.
En cada una de las calles del Mercado Mayor de Coche se pueden contar, por lo menos, 10 puestos de buhoneros. La mayoría vende alimentos, pero hay algunos que prefieren ofrecer otros servicios, como el alquiler de celulares. Nadie los molesta. Ni siquiera los miércoles. Ese día tienen prohibido trabajar según una disposición de Inmerca, Integral de Mercados y Almacenes, adscrito a la Alcaldía de Libertador. Sin embargo, allí están.
“Estamos aquí desde la madrugada y en lo que llegan los camiones que surten el mercado, le compramos nuestra mercancía”, dice un vendedor informal que no quiso dar su nombre. Todos los puestos están bien surtidos, incluso se pueden conseguir los productos que escasean en las cadenas de supermercados.
Como ya es habitual, expenden los alimentos con sobreprecio. Un kilo de leche en polvo la ofrecen en 30 bolívares, cuando el precio regulado es de 23,80 bolívares; el litro de aceite lo tienen en 18 bolívares y el controlado es 6,54 bolívares; el kilo de harina de maíz precocida está en 6 bolívares, pese a que el precio regulado es 2,72 bolívares, y por el kilo de azúcar hay que pagar hasta 6 bolívares, cuando el Gobierno lo fijo en 4,89 bolívares.
Pese a la evidente violación del control de precio impuesto por el Gobierno, el Indepabis ignora a los buhoneros cada vez que hace una inspección en el mercado de Coche. En los operativos los funcionarios sólo fiscalizan los locales, asegura un vendedor que tiene más de 15 años en el mercado.
A las 11:00 de la mañana los comerciantes informales ofrecen bebidas alcohólicas “bien frías” a los visitantes. Los empleados de seguridad no los reprimen, sólo le piden discreción. “¡No seas tan boleta!”, le grita uno. Los comerciantes formales, que se quejan porque han perdido espacio dentro del mercado, han bautizado a los buhoneros como “los reyes del mercado”.
Yudith Leal, comerciante con más de 20 años en el mercado, expresa a propósito de los buhoneros: “Esto no es ni la sombra de lo que era hace unos años”.
Cambios:
Los comerciantes formales han modificado los esquemas de trabajo para mantener la rentabilidad.
La anarquía e inseguridad en el mercado han alejado a los compradores de Coche, así que los vendedores dejaron sus comercios como centro de recepción de mercancía. Ahora prefieren llevar los pedidos directamente a los clientes. “Es que aquí si no te roban al entrar, lo hacen al salir y los organismos de seguridad no hacen nada”, asegura Leal.
Aunque esta nueva modalidad les permite continuar operando, hay un inconveniente y es que les genera más gasto. Indican que las ventas que antes podían hacer con 5 empleados en los locales del mercado, ahora las hacen con 10, que incluye los que se quedan en el puesto y los que salen a repartir la mercancía.
Pedro Pérez, consumidor, recuerda que un día le robaron la batería del vehículo, que estaba estacionado al lado del puesto de la policía. “Prefiero el mercado por la costumbre de comprar hortalizas, pero muchos de mis amigos ya no vienen por la inseguridad, es que te roban al lado de la policía y ellos no hacen nada”.
La merma del comercio ha hecho que el vendedor de hortalizas Rosiris Torregroso haya perdido varios sacos de mercancía. “El sábado la situación mejora, pero la semana es muerta. Muchas veces la mercancía se me queda fría”.
Aun cuando los ingresos de los comerciantes formales han bajado, los costos de operaciones se incrementan constantemente. Además de pagar el alquiler del local a Inmersa -uno de dos pisos puede costar 3.500 bolívares mensuales- deben correr con los gastos de mantenimiento que antes estaban incluido en la renta.
Leal refiere que hasta hace 3 años Inmerca se encargaba de pintar los establecimientos, pero ahora obliga a los vendedores a encargarse de esas labores.
Para los comerciantes informales la historia es distinta.
“No creo que los buhoneros estén aquí de gratis, pero seguramente pagan menos que nosotros, y ese dinero no entra en el instituto”, apunta un vendedor.
Incrédulos:
Los comerciantes no han sido informados formalmente sobre el anuncio presidencial de mudar el mercado de Coche al sector de Las Mayas, para levantar en ese terreno un complejo residencial de 2.500 viviendas para atender a los más de 130.000 damnificados que han dejado las lluvias.
Afirman que todo lo que saben es porque lo han leído en la prensa. Sin embargo, no es la primera vez que escuchan de un plan similar. Dicen que desde que Aristóbulo Istúriz estaba al frente de la Alcaldía de Libertador (1993-1996) se hablaba de mudar el mercado, por lo que no le creen que esta vez se concrete.
“Eso es muy difícil. Deben conseguir un terreno de estas dimensiones (16 hectáreas), garantizarle todos los servicios públicos y hasta ampliar el distribuidor de la autopista porque por el actual no hay suficiente capacidad para el tránsito de las gandolas de los proveedores”, dicen.
Pese a la duda, los comerciantes aseguran que de concretarse la mudanza no serviría de nada oponerse. “El Gobierno no nos hace caso ni se preocupa por los problemas de inseguridad que enfrentamos, menos tomarán en cuenta nuestra opinión al respecto”.
“Qué se puede esperar”
Muchas de las conversaciones con los comerciantes del Mercado Mayor de Coche para este trabajo se hicieron vía telefónica. Los periodistas y los fotógrafos no son bienvenidos.
El miércoles pasado, mientras se entrevistaba a un vendedor, alrededor de siete agentes de seguridad interrumpieron la entrevista e impidieron que concluyera.
Uno de ellos advirtió al comerciante que podía salir perjudicado por atender a la prensa.
El equipo reporteril fue llevado a la oficina central. El jefe del departamento fue tajante: En el mercado no se pueden hacer entrevistas ni fotografías sin la autorización de la Alcaldía de Libertador.
Pidió a los periodistas que salieran del mercado y para asegurar que la decisión fuese cumplida ordenó que fueran escoltado por un motorizado hasta la salida.
Los comerciantes tienen una explicación ante esta actitud. “Qué se puede esperar, si el presidente de Inmerca, Fidel Franco Manrique, es un tupamaro”.
Por: CARMEN SOFÍA ALFONZO A.
LUZANGELLY MEDINA
MERCADOS Y CONSUMO
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