Esta es la historia de un hombre que parecía
una joven promesa de la música popular
■ Pero que en realidad escondía su verdadera profesión: es uno de los sicarios más peligrosos de la capital.
“Estuvieron de buenas porque me cogieron sin mi pistola encima. Donde la tenga, les mato por lo menos a dos o tres, y no me dejo llevar vivo”. Con esta desafiante frase le respondió Carlos Valencia al nutrido grupo de policías que en la noche del miércoles de la semana pasada lo arrestó a la salida de un establecimiento público en el sur de Bogotá.
Valencia es un hombre delgado, de baja estatura y con la apariencia de un joven inofensivo. De allí que muchos de los que presenciaron su arresto no entendían el descomunal operativo policial para su captura, que incluyó 15 integrantes del Grupo de Operaciones Especiales (GOES), ocho integrantes de la Sijín y dos más de inteligencia. Pero justamente la necesidad de usar 25 policías del Comando Operativo de Control y Reacción (Cocor), una unidad especial de la Policía de Bogotá, habla por sí misma de su peligrosidad. Lo increíble es que Valencia no es un completo desconocido aunque muchos quedarán asombrados al conocer su verdadera historia.
Con escasos 25 años ha aparecido en varios reconocidos programas de televisión nacional en donde fue presentado como una joven promesa de la música de despecho. Varios de sus videos musicales están entre los más vistos en Internet y era contratado en varios bares de la capital para pequeños conciertos. También en varias ocasiones fue telonero de conocidos artistas de ese género musical. La popularidad de Valencia comenzó a ascender en diversos sectores. Tanto es así que incluso algunos ediles y políticos bogotanos llegaron a contratarlo para hacer presentaciones como parte de actividades de proselitismo en épocas de campaña. Para todos ellos Valencia era simplemente un joven con buena voz y un promisorio futuro en la música. Lo que obviamente, claro está, todos desconocían era que el talentoso cantante tenía una doble vida.
Valencia nació en Cartagena del Chairá, Caquetá:
Muy joven fue reclutado por la guerrilla y a los 13 años ingresó a las filas del frente 14, comandado por Fabián Ramírez. Hace un poco más de tres años se desmovilizó y se trasladó a Bogotá. Su ‘carrera’ comenzó cantando en galleras y bares de mala muerte en el sur de la ciudad, especialmente en el sector de Ciudad Bolívar. En esos sitios comenzó a ser conocido y a promover, además de canciones, otras ‘habilidades’. Entró a formar parte de una banda en esa zona de la capital -conformada por desmovilizados de la guerrilla y paramilitares- que extorsionaba a comerciantes y transportadores diciendo que eran del grupo de las Águilas Negras.
Al tiempo que la carrera de cantante de Valencia iba en ascenso, y grababa videos y CD con canciones románticas, la sangre fría al momento de cometer los crímenes y su habilidad con la pistola también comenzaron a hacerle tan conocido en el mundo del hampa como en los programas de televisión a los que lo empezaban a invitar y en los que manejaba una imagen pública de joven romántico.
El nombre de Valencia quedó en la mira de los investigadores de la Policía hace seis meses como consecuencia de una serie de operaciones adelantadas en la capital contra un centenar de bandas. A medida que se iban desarticulando y arrestando delincuentes de todo tipo, algunos de ellos comenzaron a mencionarles a las autoridades la existencia del ‘Solista’, alias con el que era conocido Valencia, así como muchos de sus crímenes, incluidas decenas de asesinatos cuyos responsables hasta ese momento eran un misterio para las autoridades capitalinas. Los policías empezaron a investigar a Valencia con algo de escepticismo, pues algunos dudaban de que ese joven cantante con actividades públicas y relativamente conocido fuera el responsable de asesinatos, extorsiones, venta de armas, etcétera.
Con el avance de la investigación, los policías se dieron cuenta de que no solo sí era el criminal que les habían dicho, sino que inclusive era peor y podría ser el responsable de una oleada de homicidios, entre otros graves crímenes, que han sacudido a la ciudad. Durante meses se dedicaron a seguirlo de día y de noche y a documentar y judicializar todas sus actividades, la gran mayoría de las cuales están grabadas. “Ese ‘man’ se murió por marica, no quiso entregar la plata por las buenas y ahí quedó tirado”, dice en una de las conversaciones que Valencia sostuvo hace dos meses con su esposa, cuando acababa de asesinar a un hombre a la salida de una gallera. “El ‘man’ quedó ahí tirado en el andén, pero bueno, lo importante: ¿qué hay para comer en la casa? ¿Me guardó carne?”, le preguntó a su compañera en esa misma conversación, que escuchó tras el homicidio, como si el crimen que acababa de cometer fuera un asunto menor o un trabajo cualquiera.
“Él le trabajaba a todo el mundo. Lo buscaban comerciantes, guerrilleros, exparamilitares, narcos e incluso otros delincuentes que necesitaban que les hiciera un trabajo”, contó a SEMANA uno de los oficiales que participó en la investigación y captura. “La gama de ‘servicios’ que ofrecía era muy amplia y prácticamente recorre todo el Código Penal. Traficaba armas, principalmente granadas, amenazaba, extorsionaba y también aprovechaba la experiencia que adquirió en la guerrilla en uso de explosivos”, afirmó el oficial. Intentó usar esa experiencia, por ejemplo, hace menos de un mes cuando iba a poner un carro bomba con 20 kilos de explosivos contra una reconocida empresa de flotas en Bogotá que no había querido pagarle una extorsión. “Para ese momento ya estábamos encima de él y logramos tomar todas las medidas necesarias para impedir ese atentado”, afirmó el investigador.
Aunque Valencia había adquirido cierto reconocimiento como cantante, la realidad es que esa actividad no era permanente y mucho menos una fuente de ingresos. “Él podía acabar de salir de cantar en un bar o una gallera en donde le pagaban 200.000 o 300.000 pesos y después salía como si se dirigiera a un segundo trabajo a cometer un asesinato. De eso nos dimos cuenta porque, casi siempre después de cometer el crimen, llamaba a quien lo había contratado a darle el parte y los detalles sobre cómo había salido todo”, contó uno de los investigadores, que además afirmó que rara vez Valencia fallaba. Una de las pocas ocasiones que no fue tan efectivo ocurrió hace tres meses.
Un reconocido empresario de papa, cuyo nombre SEMANA se abstiene de revelar, contrató los ‘servicios’ de Valencia para cometer un homicidio. Tras estudiar a su víctima determinó que lo más efectivo era lanzarle una granada mientras estaba en un establecimiento en el sur de la ciudad, como efectivamente ocurrió. Pero las cosas no salieron como las tenía planeadas. “Hermano, una cosa. Ese sapo hp no se murió. Ese pirobo está vivo, pero está en (el hospital) Meissen. Pero fresco, que ya voy para allá y lo remato”, dice uno de los apartes de la conversación entre Valencia y el empresario que lo contrató. “Las cifras que cobraba por un homicidio variaban dependiendo de la víctima. Algunas veces cobraba 200.000 o 500.000 pesos. Pero en otras oportunidades nos dimos cuenta de que había cometido asesinatos ‘gratis’ por hacerle un favor a un amigo o a un cliente”, dice el oficial, que afirma que Valencia puede estar relacionado en las investigaciones de no menos de cuarenta homicidios ocurridos en Bogotá en el último año. Las autoridades tienen documentado que también realizó ‘trabajos’ en Neiva y Villavicencio e incluso había sido contratado para ‘una vuelta’ en Madrid, España, país al que iba a viajar el próximo 12 de julio.
Decenas de conversaciones telefónicas, entre muchas otras evidencias, fueron recolectadas por los investigadores de la Policía. El jueves pasado ante un juez, Valencia aceptó los cargos de concierto agravado y extorsión, dos de los delitos por los que fue arrestado el día anterior. Lo que hasta ahora desconoce el sicario cantante es que en los próximos días tendrá que volver nuevamente ante un juez, pero esta vez para responder por todos los homicidios que lleva a cuestas. Cuando eso ocurra, en el estrado escuchará una grabación, pero no de sus canciones, sino hablando de los crímenes que cometió.
Por: Redacción/judicial
Sábado 28 Mayo 2011