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    MOVIMIENTO2D: El fracaso de la Gran Misión Vivienda desata ola de expropiaciones en Caracas

    Ayer hubo 44 expropiaciones entre quintas, terrenos y edificios; este año ya van 78, pero no se ha levantado ni una casa en ellas.

    La Gran Misión Vivienda lanzada
    con bombos y platillos

     

    Como todos los planes improvisados del Gobierno, ya está mostrando las primeras evidencias de un fracaso cantado. El régimen camina para adelante y para atrás en la feria de sus promesas. Veamos: el Presidente, primero, prometió 2 millones de viviendas. Después del anuncio de la ambiciosa cifra, los planificadores del régimen deciden hacer un censo para medir “con exactitud” la demanda de vivienda, y entonces llamó a todos los que desearan o tuvieran necesidad de un techo a inscribirse en el Gran Registro de la Vivienda.

    El operativo comenzó con la propaganda de costumbre. Como una jornada más del PSUV. Todo el mundo de rojo. Todo el mundo de riguroso uniforme, para que quienes concurrieran a inscribirse supieran bien a quién se le debería agradecer el favor. No era una gestión de la administración pública, del Estado o del Gobierno, no, era una gracia personal. A quienes se inscribían, luego de dar nombres y señas, le daban un papel con el rubro de certificado que los autorizarían, supuestamente, para recibir una vivienda en un momento del futuro. No se dice cuándo ni dónde.

    En el “futuro”, y si queremos comprender mejor, eso quiere decir “después de las elecciones presidenciales de 2012”. El “certificado” vale un voto, obviamente porque esa vivienda se le dará en algún momento, pero para que eso ocurra quien se compromete debe seguir en el Gobierno. La carambola está a la vista.

    Paralelamente, la propaganda de los 2 millones de viviendas se fue transformando y anunciaron que otros países, China, Rusia, Bielorrusia y el infaltable Irán, se encargarían de cooperar en el proyecto. Pero sucede que esas naciones ni hacen milagros ni trabajan gratis. Muy pronto se dieron cuenta de que en Venezuela escasea el cemento y escasean las cabillas, que las empresas estatizadas por la revolución están en crisis y son incapaces para satisfacer la demanda de un proyecto ambicioso.

    Como se ha demostrado a lo largo de 12 años, el Gobierno solo es incapaz de asumir una tarea semejante. En 12 años no llegó a construir sino 250.000 viviendas, menos de lo que hacían en 5 años los gobiernos de la era democrática. Ahora el Gobierno está frente a una disyuntiva muy grave, en vísperas electorales. El tiempo se les viene encima y ellos, como siempre, con las manos vacías en materia de vivienda. Como si esto fuera poco, los damnificados convertidos en refugiados no ven la luz en el fondo del túnel. Tienen la sensación de que quedarán refugiados para toda la vida. Los refugiados en ministerios y oficinas públicas se quejan de sus incomodidades, de la comida que se repite, de que han perdido el trabajo, de que ahora dependen más de la asistencia pública. Entre tanto, las actividades ordinarias de los ministerios se interrumpieron sin fin. Hasta en la Escuela de Artes Plásticas las carpas sustituyeron a los caballetes. Los damnificados aumentan cada día que llueve y los refugios se convierten en soluciones habitacionales.

    El Gobierno sabe que parte de la solución está en el sector privado, el sector que desarrolló la industria de la construcción en Venezuela. El sector que está en capacidad de construir miles de viviendas en todo el país. Pero el Gobierno está en guerra contra ese sector, y en el mejor de los casos, quiere utilizarlo pero sin darle garantías de que en el camino o al final de la jornada no serán expropiadas las viviendas que sea capaz de construir. Varias compañías constructoras se han ido de Venezuela. El asedio gubernamental las debilita al extremo y el primer “damnificado” va a ser el Gobierno. Y probablemente no va a conseguir “un refugio”. En el sector de la construcción ya se ha impuesto la convicción de que el Gobierno bolivariano, mientras secretamente reconoce que le hace falta, no cesará de hostilizarlo y de agredirlo.

    El gran fracaso de la Gran Misión Vivienda comienza a ser evidente antes de lo esperado. Del Gobierno se ha apoderado el temor de que la gente deje de creer en el milagro de los papeles que les ha entregado como un “certificado” para tener vivienda en el futuro. Ese temor se tradujo en los últimos días en la nueva ola de expropiaciones que se registró. Por decisión presidencial, 44 edificios fueron expropiados en Caracas: 15 en la parroquia El Recreo; 8 en Altagracia; 5 de Catedral; 4 en Santa Teresa; 3 en San Bernardino; 2 en Candelaria y uno en cada parroquia de San Juan, Sucre, El Paraíso, Chacao y Santa Rosalía. En los decretos publicados en la Gaceta Oficial se alega que se trata de proporcionar “viviendas dignas para el pueblo caraqueño”. Al Gobierno se le dan las cosas fáciles. Los edificios estaban ahí, construidos por el sector privado.

    Ahora con un zarpazo se convierten en “viviendas dignas”. ¿Qué habrían hecho la revolución y su gobierno si no hubieran encontrado las soluciones hechas antes por quienes ahora se obstinan en destruir?

    Una sola consigna nos debe unir a los venezolanos de todas las regiones:

    ¡Todos contra el comunismo!
    ¡Por la vigencia del Estado de Derecho!
    ¡Por la libertad y los derechos humanos!

    Caracas, 29 de mayo de 2011

    Movimiento 2D • democracia y libertad
    www.movimiento2d.org

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