El Lago de Valencia está a punto
de superar su cota máxima

Es el segundo lago más importante de Venezuela -después del de Maracaibo- y la única fuente endorreica (sin salida al mar) existente en el país. Sus aguas abarcan dos estados, y sus islas sirvieron de refugio para los carabobeños que en septiembre de 1561 huían del español Lope de Vega. En la época precolombina, en sus alrededores vivían las comunidades indígenas más avanzadas del país, como los guaiqueríes y taramainas. Pero ahora, el Lago de Valencia es sólo un generador de problemas para los habitantes de esta zona de la región central del país.

En el pasado, muchos eran los que acudían a este espacio -que iba, según Alexander Von Humboldt, desde Los Guayos hasta Cagua- para pasar un rato de esparcimiento y tomar un baño; ahora quien se atreva a hacerlo estaría expuesto a un alto nivel de contaminación. Desgraciadamente, éste no es el único problema que agobia al lago. El rápido e imparable aumento de su nivel pone en riesgo las viviendas y la calidad de vida de quienes habitan en las urbanizaciones Mata Redonda y La Punta, en el estado Aragua. Y es, además, el responsable directo del estado en que se encuentra el vital líquido que a diario llega a las casas de todos los carabobeños.

El conflicto que tienen que afrontar los ciudadanos del sur de Aragua es de vieja data, y nada se hace para mejorar de una vez y para siempre su calidad de vida. Hace tres décadas se construyeron urbanismos en terrenos que una vez pertenecieron al Lago de Valencia. Con los años, éste ha comenzado a reclamar sus espacios. Cada vez que llueve, y la cota sube, las casas se inundan. Sus habitantes viven en un estado de insalubridad permanente y con el temor de que en cualquier momento ceda el muro de contención que los protege de las aguas del lago. Esto casi se hace realidad el pasado lunes 16 de este mes. Ese día, tres familias tuvieron que desalojar sus casas en el sector El Indio, de Maracay, porque las aguas invadieron sus viviendas y se llevaron todo lo que encontraron a su paso, a causa de las fuertes precipitaciones registradas los últimos días en gran parte del territorio nacional.

Un mal que se agrava:

“La situación se agrava cada día, todas las cloacas están colapsadas, el agua que sale por nuestros grifos no es completamente potable, mientras que la cota del lago está en 411,29 metros y va en aumento”, narra Blanca Ramoni, miembro de la mesa conciliatoria ante el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ). En los años 70 se había establecido que el nivel máximo permitido era de 408, ya en el nuevo milenio se cambió a 410, pero su cota ha llegado a alcanzar 412 metros sobre el nivel del mar.

Diego Padrón, habitante de las adyacencias y quien también actúa como uno de los mediadores ante el TSJ, asegura que la comunidad ya tiene todo preparado para presentarse ante el Ejecutivo en exigencia del pago de sus indemnizaciones. En 2006 se ordenó un recurso de amparo para estas personas, ratificado el 13 de agosto de 2007, en el expediente 001362. En esa ocasión se acordó que el Gobierno Nacional debía indemnizar a los afectados. A más de cuatros años, no han recibido el dinero.

Para Padrón, es imperativa una discusión inmediata sobre el caso, debido a que “es extremadamente grave, y no se puede esperar a que llegue la época de lluvias para volver a prestarle atención al problema”.

Efecto dominó:

Precisamente para evitar que se sobrepase la cota límite, desde 2005 -por orden de Hidrocentro y del Ministerio de Ambiente- el Lago de Valencia hace un trasvase hasta el embalse Pao-Cachinche. Esto, lejos de remediar algo, sólo provocó que un problema causara otro aún mayor: el lago sigue subiendo y al embalse, del que se extrae agua para la Gran Valencia, llegan a diario miles de litros contaminados.

Desde que esta medida se puso en marcha, diversos movimientos e instituciones han denunciado la situación, e inclusive analizado las aguas para demostrar su suciedad, pero las autoridades competentes insisten en que el líquido que llega a las casas es potable, y por tanto, apto para el consumo humano. El efecto dominó se completa con el hecho de que la segunda cuenca de Venezuela, es también desviada al Pao-La Balsa, en el estado Cojedes, otro embalse almacenador.

“Los aspectos técnicos ya se han agotado por completo, ya han sido muchas las sugerencias que se han dado. El asunto es ahora político. En el presidente Hugo Chávez y los ministros de ambiente yace la responsabilidad de que no se hayan asignado los recursos necesarios para construir todas las obras relacionadas con el control del nivel del lago y de la calidad de sus aguas”, expresa Luis Fernando Arocha, director de aguas de la Alcaldía de San Diego y ex directivo -para la región central del país- del extinto INOS.

El físico Edicson Durán, coordinador del Movimiento por la Calidad de Agua, afirma que “el problema de Valencia es gravísimo”, pues se utiliza para el consumo humano agua a la que llegan los desechos líquidos de muchas comunidades. “El mismo reservorio del que tomamos agua para potabilizarla, es el mismo al que llegan las residuales, si no la limpiamos muy bien, se nos va a revertir en un problema para la salud”.

¿A qué se debe su contaminación?

90% de las industrias de Carabobo está distribuido en la cuenca del Lago de Valencia, y aunque según el presidente de la Asociación Interamericana de Ingeniería Sanitaria Ambiental (AIDIS), Rafael Dautand, la legislación que se aplica es bastante estricta, no todas las compañías poseen un control total de sus desechos tóxicos. Para el ingeniero, las aguas residuales no tratadas inciden mucho más en su contaminación, que las descargas industriales.

-No hay que olvidar que si no se modifican las normas de calidad del agua para descargar al embalse Pao-Cacinche, el problema seguirá. Suponiendo que lo que dice Hidrocentro sea cierto, y que las aguas que salen de La Mariposa y Los Guayos están por debajo de la norma, eso aportaría unas 30 toneladas por día de carga orgánica. De esta manera esta dificultad nunca se va a arreglar.

¿Qué se puede hacer?

La descontaminación sería un buen inicio, pero para ello es necesario tener los recursos económicos a la mano. Para poner operativas las plantas de tratamiento se requieren alrededor de 30 millones de bolívares fuertes. Una opción para obtener ese dinero rápidamente, sugiere Rafael Dautand, es que de 150 mil familias, cada una haga un pago único de 200 bolívares. “Con eso se solucionaría el problema de raíz, desde el punto de vista operativo, pero no general”.

-Es necesario cambiar la filosofía del manejo integral del agua, y entender que a pesar de que el Estado es el que debe hacer las inversiones, es una obligación del ciudadano pagar por el servicio que obtiene. Las empresas hidrológicas en Venezuela no tienen cómo sustentar su plataforma, porque no pueden tener acceso a un incremento sustancial de las tarifas. Si se cancela un precio justo, se puede exigir un servicio excelente. En cuanto a los más pobres, ahí sí el Gobierno debe pagar por ellos.

Para hacer que el Ejecutivo intervenga adecuadamente, Luis Fernando Arocha propone que Chávez haga un “Aló, Presidente” en la orilla del Lago de Valencia, en el que “participen todos los técnicos que puedan, tanto traídos por él, como de los estados Aragua y Carabobo, quienes son expertos en la materia; para intercambiar ideas, analizar la situación de una manera integral y buscar soluciones idóneas”.

Por: María de los Ángeles Martínez
mmartinez@el-carabobeno.com