Una líder golpeada, lo único
que pido: es resignación
A Apolonia Tocuyo, líder vecinal del Barrio Nuevo, de Antímano, le mataron a tres de sus diez hijos en las calles por las que tanto ha luchado.
Ahora confiesa que tiene miedo de regresar a su comunidad, pues además, desde diciembre pasado, quedó damnificada tras perder su casa por las lluvias.
Apolonia Tocuyo, a sus 56 años, tiene miedo de volver a pisar el barrio donde ha vivido por mucho años. Ello, a pesar de ser líder comunitaria y parte fundamental del sector Barrio Nuevo de Antímano. Y es que allí le han matado a tres de sus diez hijos en balaceras repentinas.
Hoy, en el Día de la Madre, ella solo quiere resignarse ante tanta adversidad padecida.
“Ha sido muy difícil para mí. Cuando quise regresar ayer (el jueves) no pude, entré en pánico y recordé muchas cosas feas. Yo se que la gente allí me necesita y estoy confundida”, dijo la mujer aún dolida.
Recordó cuando la noche del pasado sábado 30 de abril le mataron al menor de sus hijos.
Ha sido la cuarta muerte violenta que le ha tocado vivir en carne propia.
Al joven Andy José Parga Tocuyo, de 23 años, lo tirotearon en la calle principal del sector Barrio Nuevo de Antímano, a las 7 de la noche. Estaba a escasos metros de su residencia, cuando quedó atrapado en una balacera entre enemigos.
“Mi hijo llevaba una bolsa de mercado para su familia. Había trabajado y venía cansado como siempre. Una vecina lo levantó y lo llevó al hospital Pérez Carreño, pero murió durante una operación”, relató Apolonia.
Todavía el dolor abunda, no solo por Andy José, sino por sus otros tres hermanos fallecidos, dos de ellos en balaceras.
“Amanezco sin ánimo, pensando cosas malas. Cada vez que llegan los viernes para mí es fatal, porque siempre pasa algo malo. Es un dolor inexplicable”, contó la mujer.
Una líder golpeada
Apolonia llegó a Caracas cuando tenía 17 años. Es oriunda de Maturin, estado Monagas.
La enfermedad de su padre y la situación crítica que vivían como familia, la obligaron a trabajar a esa edad.
“Me vine a trabajar en una casa de familia para poder ganar dinero y llevarle a mi papá. Así pasó mucho tiempo hasta que conocí a quien sería mi esposo y padre de mis primeros cinco hijos”, relató.
Ana fue su primera hija, la tuvo a los 19 años. Luego dio a luz a Héctor Luis, José Gregorio, Juan Carlos y Gabriel.
Con sus hijos se quedó sola porque tuvo problemas con su pareja. El hombre la abandonó y ella tuvo que seguir trabajando para criarlos.
“Rehice mi vida y conocí a un hombre con quien tuve tres hijos más: William y Zulimar que son gemelos, y Danny José. Los dos últimos: Karem Parga y Andy José Parga son de mi tercera pareja”, refirió.
Pese a las adversidades, Apolonia estaba feliz con sus diez hijos. Pero la tragedia comenzó a golpearla cuando su hijo William (uno de los gémelos) falleció durante un accidente.
El joven apenas tenía 16 años cuando perdió la vida trabajando en Ciudad Bolívar.
Estaba pasando vacaciones con sus abuelos paternos y como no tenían dinero para viajar y regresar para Caracas, el jovencito comenzó a hacer trabajos para una empresa eléctrica de la zona.
“Un poste le cayó encima y lo mató. Eso fue terrible”, dijo Apolonia entristecida.
A pesar del dolor, ella comenzó a trabajar en su comunidad haciendo labores sociales y ayudando a la gente que tenía problemas.
Los vecinos del sector Barrio Nuevo de Antímano le tomaron mucho aprecio, aprendieron a quererla por su colaboración en la zona.
“Siempre me interesé por la ayuda social, si alguien necesitaba capacitación, incluso la reparación de servicios básicos, allí estaba yo”, manifestó.
En junio de 2002, Apolonia sintió de nuevo el dolor de perder un hijo. Héctor Luis Castro tenía 26 años cuando quedó atrapado en un tiroteo entre malandros del barrio. Estaba cerca de su casa y cayó herido de bala.
En ese momento, Apolonia no tenía dinero para cubrir los gastos funerarios, y fueron los vecinos de Antímano quienes colaboraron con todo.
“Ellos me ayudaron porque yo trabajaba en una fábrica de costura y no tenía dinero. La muerte de mi hijo “el Negro” fue muy triste”, relató.
Cuando apenas comenzaba a recuperarse de la pérdida, cinco meses después, en noviembre, mataron a Danny José Barrios, de 19 años. Él también quedó en medio de una balacera en el barrio, muy cerca de su casa. “Me sentía muy sola con este nuevo crimen, pero de nuevo los vecinos me dieron mucho apoyo”, explicó.
La tragedia la sentía como propia, algo así como una especie de mala suerte, pese a ser líder comunitaria y estar de lado de mucha gente del barrio.
El año pasado Apolonia perdió su vivienda. Las lluvias la dejaron en alto riesgo y fue trasladada a un refugio.
“Estoy viviendo en el hotel Ávila. Tengo seis meses esperando una vivienda. Aquí llegan voceros y nos engañan, diciendo que ya tienen el terreno para construir las casas, o que ya tienen las llaves de los apartamentos. Al final no sabemos qué va a pasar con nosotros”, explicó la mujer.
En medio de esa tragedia, Apolonia perdió a su otro hijo: Andy José Parga, el 30 de abril.
“Espero resignarme ante tanto golpe que me da la vida. En esta ciudad ya no se puede ni respirar. Ya no quiero nada en el barrio, pero me viene a la mente la gente que me necesita allí y me provoca regresar. por ahora no se qué hacer”, dijo Apolonia entristecida.
“Es lo único que pido: resignación. Tener fuerzas para seguir adelante con mis hijos. Por ahora me vine a Macarao con uno de mis hijos para estar tranquila, solo así estoy segura de que puedo olvidar”, dijo.
Apolonia es una de las muchas las mujeres que ha perdido a sus hijos como consecuencia de la violencia.
DEIVIS RAMÍREZ MIRANDA | EL UNIVERSAL
dramirez@eluniversal.com
domingo 8 de mayo de 2011