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    HEINZ R. SONNTAG: La estrategia de las cadenas

    La pretensión del uso de las telecomunicaciones por
    parte de los Estados no es un invento del siglo XX

     

    Tan tempranamente como desde finales del siglo XVIII, Francia, España e Inglaterra emitieron normativas legales del uso de los incipientes sistemas que les dieron al Estado poder para supervisar y controlar los mensajes que se transmitieron por estos medios. En Estados Unidos se aprobaron, a finales del si glo XIX, decretos que permitieron al Gobierno central la regulación del sistema telefónico. Sin embargo, con el avance de la democracia, en muchos países de Occidente dichas regulaciones fueron aliviándose en la medida de la aparición de nuevos medios, como la radio, que le devolvía a la sociedad civil al menos una cierta libertad.

    Una segunda etapa de este proceso fue el surgimiento de los regímenes totalitarios después de la Primera Guerra Mundial. La Revolución Bolchevique de 1917 en Rusia, especialmente desde 1924 después de la muerte de Lenin en adelante, con el creciente poder de Joseph Stalin, y el surgimiento y afincamiento del régimen nacionalsocialista desde 1933 en Alemania, implicaron la aparición de formas de control absoluto de las comunicaciones radiofónicas, en medio de la pretensión totalitaria de la “hegemonía comunicacional” y el intento de someter a todos los ciudadanos en cuerpo, intelecto y alma a los dictados de las respectivas ideologías.

    En América Latina y el Caribe el único Estado que impuso el control absoluto fue el cubano después de la revolución de 1959. En los demás países, con mayor o menor grado, existía una libertad de los medios, cuyos propietarios y operadores fueron del sector privado. No obstante, casi todos los Estados establecieron sistemas públicos de radio y televisión, aparte de regulaciones sistémicas que permitieron al Poder Ejecutivo, en situaciones de emergencia nacional, dirigirse por la cadena de la red de emisoras públicas y privadas a la ciudadanía.

    Nuestro país no fue una excepción. Después del derrocamiento de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez y el restablecimiento de la democracia en 1958/59, la Constitución de 1961, el cuerpo normativo-legal que regía la vida política-pública contenía la fórmula aprobada por nuestros países vecinos.

    Hasta donde yo recuerde, los presidentes hacían un uso moderado de esa prerrogativa.

    El cambio vino con el ascenso al poder de Hugo Chávez en 1999. Prácticamente desde los inicios de su gobierno, las cadenas fueron un instrumento importante de su estilo y su ejercicio. Esta tendencia se ha intensificado, especialmente después de la derrota de la reforma constitucional, en diciembre de 2007. En los tiempos actuales, no pasa de hecho ni un día de cada semana en el que el comandante-presidente no se dirija vía cadena a los ciudadanos (¿o debemos decir ya súbditos?). La estrategia de estas cadenas es en sus objetivos básicamente la misma de los regímenes totalitarios de antaño y de Cuba: en nuestro caso, someter a toda la sociedad a los postulados de la ideología del “socialismo del siglo XXI” y así llegar a controlarla como un todo y en su carácter de comunidad de individuos al control absoluto: de costumbres, de ideas, de valores, de tradiciones y de posiciones políticas.

    Pero hay un objetivo estratégico más: las cadenas se hacen justo en las horas en las que los venezolanos quieren gozar de la libertad de escuchar y ver los programas que les dé la gana.

    Finalmente, el contenido de las intervenciones del máximo líder es siempre el mismo, con énfasis particular en subrayar que él es el único que puede salvar el país, esto es: su eternizacion en el poder.

    Conciudadano: ¡ojo con las cadenas!


    Por: HEINZ R. SONNTAG
    heinzsonntag@cantv.net
    Política | Opinión
    EL NACIONAL

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