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Mª Teresa Belandria: Venezuela y Colombia: No, We CAN not

Reunión de Chávez y Santos
dejó más dudas que certezas

 

La relación entre Venezuela y Colombia en los últimos 5 años ha sufrido los vaivenes del estado de ánimo de los mandatarios, como un matrimonio mal avenido Uribe y Chávez destilaron los peores adjetivos calificativos en su forzado entendimiento hasta llegar a la ruptura de las relaciones diplomáticas el 22 de julio de 2010, hecho sin precedentes cercanos. La llegada de Santos y su declaración de afecto hacia Chávez calificándolo de su “nuevo mejor amigo” abrió el camino y el 10 de agosto de 2010 el apretón de manos, la creación de 5 comisiones marcaron el paso del reencuentro.

Las comisiones tienen la tarea de fomentar el comercio, atender la infraestructura, consolidar las acciones sociales en la frontera y mantener óptimos los niveles de seguridad. Planes que han sido abordados de manera global con Colombia en los últimos 22 años a través de la Comisión Negociadora y la Comisión de Integración y Asuntos Fronterizos y que hoy aparecen segmentados y descoordinados atendiendo sólo a la coyuntura económica y dejando de lado aspectos tan importantes como las migraciones, el manejo de las cuencas hidrográficas y la delimitación de las áreas marinas y submarinas.

Los habitantes de ese 3er estado llamado “la frontera” sufren las consecuencias derivadas de los vaivenes de la relación, sus actividades cotidianas: hacer mercado, ir al trabajo, llevar los niños al colegio o al médico fluyen con tranquilidad entre San Antonio y Cúcuta, el límite de afloja, y los encargados de la seguridad se dedican a cazar narcos, paracos y guerrilleros. Pero cuando los Presidentes se enemistan la frontera se resiente, el límite se endurece y esos quehaceres diarios se vuelven una tortura: aumentan los controles migratorios, se incrementa el matraqueo en las aduanas y colas interminables para ir al otro lado trastocan la cotidianidad.

En 2008 pico más alto del intercambio comercial con 7.000 millones de dólares transitando entre el puente Simón Bolívar y el puente Francisco de Paula Santander marcó la prosperidad de la frontera, se crearon puestos de trabajo, aumentaron las empresas de transporte, se incrementó el turismo y todos felices, incluidos los grupos irregulares que hacen vida en la frontera: paramilitares, narcos, guerrilleros y contrabandistas. La caída del comercio desde 2009 a la fecha cuyo monto de intercambio no llega a los 1.000 millones de dólares en la actualidad ha tenido un impacto directo en la frontera, 600 empresas de transporte cerradas, 3.000 talleres de costura en silencio, desempleo y aumento del comercio ilegal. La incertidumbre se apoderó de todos los sectores.

La reunión de Chávez y Santos dejó más dudas que certezas, se firmaron 16 acuerdos en el marco de comisiones, pero el más importante de la reunión quedó en el aire: el Acuerdo de Complementariedad Económica no se firmó, sencillamente se decidió prorrogar las preferencias arancelarias de la CAN por 3 meses prorrogables, es decir, nada está listo. Nos fuimos de la CAN por rabia con Colombia y no volvemos por orgullo. Firmamos con Bolivia y Ecuador un acuerdo que solo cambia los nombres y mantiene las preferencias de la CAN. ¿Que ganamos? Nada. ¿Qué perdemos? La institucionalidad construida a lo largo de 40 años de buena vecindad, de un traje a la medida de nuestras economías y la pérdida de la frontera más viva de América Latina


Por: María Teresa Belandria
@matebe
10 de Abril 2011