Siria un inmenso barril de pólvora
■ Queman una comisaría de Policía cerca de Deraa
■ Miles de personas queman la sede del partido Baaz.
■ Decenas de muertos al disparar las fuerzas de seguridad a la multitud.
■ Siria es el país árabe con menos espacios de libertad y más tensiones religiosas.
■ Las manifestaciones contra El Asad se extienden a Damasco y otras ciudades.
■ Las fuerzas de seguridad sirias perpetraron ayer una nueva matanza de manifestantes.
DAMASCO, 26 Mar. (Reuters/EP).- Una turba de miles de personas en la localidad de Tafas, cerca de la ciudad de Deraa (sur), ha quemado este sábado la sede local del partido gobernante Baaz y una comisaría de Policía durante el funeral de un manifestante muerto ayer, según han relatado los residentes.
La multitud, que pidió libertad, estaba participando en el funeral por Kamal Baradan, un manifestante muerto en viernes en Deraa, ciudad que se ha convertido en el epicentro de las protestas contra el régimen de Bashar al Assad.
En Deraa, según un testigo, cientos de personas se han dado cita nuevamente en la principal plaza de la ciudad pidiendo libertad. Según el testigo, tres jóvenes escalaron a los restos de la estatua del ex presidente Hafez al Assad, padre del actual mandatario, que había sido quemada ayer, con pancartas en las que se podía leer “el pueblo quiere la caída del régimen”, emulando el lema de las protestas en Egipto que culminaron con la renuncia del presidente Hosni Mubarak el mes pasado.
Ante el crecimiento de la revuelta en la ciudad sureña de Deraa y la extensión de las protestas a otras zonas del país, incluido Damasco, el régimen de Bachar el Asad olvidó las promesas de tolerancia formuladas la víspera y volvió a reprimir con la máxima brutalidad. Hubo al menos 20 muertos, según testimonios citados por Al Yazira. El furor de la multitud de Deraa y los ametrallamientos indiscriminados y ya casi cotidianos demostraron que la presidencia de El Asad estaba en serio peligro e intentaba ahogar la revuelta en un baño de sangre.
Buthayna Chaabane, consejera política de El Asad, apareció en televisión el jueves para prometer más libertad, menos corrupción y un aumento de sueldo para los funcionarios. Lo mismo que ya había prometido en 2005, sin que se cumpliera nada. El jueves aseguró que no habría nuevas matanzas y que serían investigados los posibles excesos cometidos por las fuerzas de seguridad. Esto último debió convencer a muy pocos, ya que los tiroteos sobre la multitud eran atribuidos a la Guardia Presidencial y a la Guardia Republicana, cuerpos de élite dirigidos por Maher el Asad, hermano menor del presidente.
En esta ocasión, las promesas duraron una sola noche. Lo que tardó en formarse una nueva manifestación en Deraa tras la oración del mediodía, convocada, a la manera egipcia, como Viernes de la Dignidad. Unas 20.000 personas, musulmanes de la mayoría suní, salieron de las mezquitas para gritar contra Bachar y Maher el Asad y contra el régimen, dictatorial y laico, dirigido por la minoría chií alauí. También hubo gritos contra Irán y Hezbolá, los aliados chiíes del régimen.
La marcha discurrió sin incidentes hasta que hacia las tres de la tarde un grupo de personas encendió una hoguera bajo una estatua de bronce del expresidente Hafez el Asad, muerto en 2000 y padre de Bachar el Asad. En ese momento volvieron a escucharse ametralladoras que disparaban desde las azoteas y se produjo un número de víctimas desconocido por ahora. Fuentes hospitalarias solo confirmaron la llegada de un cadáver. El Gobierno se ha justificado asegurando que los opositores contra los que ha abierto fuego iban armados, mientras EE UU, a través del portavoz de la Casa Blanca, Jay Carner, ha condenado “enérgicamente” los intentos de Damasco de “reprimir e intimidar a los manifestantes”. El secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, ha pedido la “máxima contención” a las autoridades sirias” y Amnistía Internacional ha denunciado la muerte de al menos 55 personas, sin contar los sucesos registrados en las últimas protestas.
Antes ya habían muerto unas 10 personas, según fuentes citadas por Al Yazira, en la cercana población de Sanamein, a unos 50 kilómetros de Deraa. Unos 500 ciudadanos de la localidad se habían concentrado en una plaza para viajar a Deraa y sumarse allí a las protestas, pero las fuerzas de seguridad abrieron fuego contra ellos.
También en Damasco se formó una pequeña marcha de apoyo a Deraa y de repulsa a El Asad a la salida de las mezquitas. Varios centenares de personas recorrieron las calles del distrito de Mouadamieh, en la capital. Mientras tanto, surgió otra manifestación (coreada por numerosas bocinas de automóviles) de apoyo al régimen. Ambos grupos se encontraron y se registraron enfrentamientos violentos. Más tarde, la policía disolvió la protesta contra El Asad. Según la agencia Reuters hubo disparos de las fuerzas de seguridad y al menos tres manifestantes muertos, además de docenas de detenidos. Decenas de personas fueron arrestadas en la capital siria, donde decenas de partidarios del Gobierno se acercaron a la sede de Al Yazira y amenazan con entrar en ella e incendiarla, según informó la propia cadena, que mostró la concentración en directo.
En Tel, cerca de Damasco, unas mil personas llamaron “ladrones” a los Asad. Incluso en Hama, al norte, hubo una manifestación. Eso resultó especialmente sintomático, porque Hama fue la capital de una rebelión de los Hermanos Musulmanes en 1982 y el régimen devastó la ciudad a cañonazos, para rematar a los supervivientes entre las ruinas; hubo entre 10.000 y 20.000 muertos, y desde entonces en Hama reinaba una calma absoluta.
Era imposible saber cuántos fueron ayer los muertos. La ausencia de periodistas extranjeros (no se conceden visados), la represión sobre los periodistas locales y el aislamiento completo de Deraa, acordonada por el Ejército y sin teléfonos móviles ni Internet, impedían hacer una estimación fiable. Entre el martes y el jueves hubo al menos 50, 100 según France Presse. Ayer fueron decenas, 20 o 30 según distintas estimaciones locales. La organización Amnistía Internacional ha asegurado que al menos 55 personas han muerto en la represión de las protestas desde el inicio de las mismas. Los datos provienen de “contactos y organizaciones creíbles”, según ha explicado la ONG en un comunicado, y no contemplan a las víctimas mortales que se hayan producido en este Viernes de dignidad.
Tampoco se podía predecir si el régimen de El Asad sobreviviría a las tremendas convulsiones. Resultaba claro, en cualquier caso, que no era viable una revolución poco cruenta y tutelada por el Ejército, como en Túnez y Egipto. Las principales fuerzas militares sirias están dirigidas directamente por la familia El Asad y son inseparables del régimen.
Si las protestas se convirtieran en rebelión, habría que mirar más bien hacia el ejemplo de Libia. Eso podría disuadir a la gran mayoría de la población urbana, harta de la dictadura, la corrupción y la decadencia económica, pero muy poco interesada en una guerra interna o en sustituir el régimen de El Asad (que permite ciertas libertades privadas, siempre que no afecten a la política) por un régimen islamista.
Convocatorias en internet, sin éxito:
Los alminares de Deraa han resonado con las llamadas de los imames para asistir a los funerales. La mayoría murieron cuando las fuerzas de seguridad dispararon el pasado miércoles contra los manifestantes en la ciudad, de mayoría suní. Pronto la indignación se difundió a través de las redes sociales en internet. Una página de Facebook llamada Syrian Revolution (Revolución Siria) convocó a reunirse este viernes en un Viernes de dignidad, tras los rezos, en “todas las mezquitas, en todas las provincias, en las plazas más grandes”. Pero convocatorias como estas se han sucedido durante los últimos meses y ninguna ha logrado organizar marchas que amenacen el yugo de Asad, que sucedió a su padre, Hafez el-Asad, hace 11 años. Ambos pertenecen a un partido, el Baaz, que gobierna Siria desde 1963 (actualmente forma parte de una coalición con otros partido legales, mientras que la mayoría de la oposición no tiene reconocimiento legal).