De 19,5 kilos que consume el venezolano cada
año, 10,5 kilos son de ganado nacional
■ Los cortes como chocozuela, falda y ganso no llegan a Mercal ni a Pdval y en las carnicerías el despacho es irregular.
■ Comprar carne en el país ya no depende de la libre oferta y la demanda sino de la suerte.
Ir a un supermercado o a una carnicería de un mercado municipal y conseguir el producto al precio regulado de 17,6 bolívares el kilo es como ganarse la lotería. La mayoría de los llamados cortes de primera como chocozuela, ganso, pulpa negra y falda, entre ellos llegan a las neveras de los establecimientos, pero la cantidad es poca.
El presidente Hugo Chávez anunció, en su programa radial del pasado domingo, la creación de las carnicerías móviles como parte del plan de expansión de Mercal. Aseguró que cada unidad atenderá a 1.200 personas y estarán “por todas partes para ofrecer carne de primera con un ahorro de 50%”.
Sin embargo, las carnicerías móviles están lejos de resolver el problema de suministro del alimento, incluso en las bodegas estatales. En Mercal y Pdval no siempre hay carne disponible. Según el INE sólo en Mercal adquieren carne 9,53% de los hogares.
Se ofrecen en operativos especiales y en su mayoría son cortes de segunda, importados de Brasil y Nicaragua. Los consumidores recorren varios locales en busca del producto.
El encargado de Pdval El Silencio los manda a Propatria.
José López es uno de los distribuidores del Mercal de La Vega. Aseguró que despachan constantemente pollo en las bodegas, pero que tienen fallas con la carne. “Los productos los traemos desde La Yaguara.
Esta semana debería llegar el pedido”. Sin embargo, una de las encargadas aseguró que es raro cuando reciben carne.
Los consumidores se quejan porque deben recorrer distintas bodegas del Gobierno para conseguir carne. Rosa Díaz señaló que en los abastos Bicentenarios consigue regularmente el producto. En el Pdval de El Silencio, Los Ruices y en el Mercal de San Martín no reciben carne de primera desde hace un mes.
Manuel Pérez, otro consumidor, indicó que ante las fallas en el suministro de carne en las red oficial, tiene que comprar la carne en el mercado de San Martín, donde la venden al doble del precio regulado. “Pago entre 35 y 37 bolívares por un kilo de carne”.
Efectivamente, los comercios independientes los venden hasta por encima de 32 bolívares el kilo, aunque corran el riesgo de ser sancionados por sobreprecio. Hace casi un año la Fiscalía imputó a varios carniceros por especulación y los privó temporalmente de libertad. La medida no sirvió para recuperar el mercado cárnico: el abastecimiento sigue siendo irregular.
Carlos Guerrero, carnicero de Frigorífico El Establo de La Candelaria, aseguró que no recibe carne de primera regulada desde enero. “Lo que tenemos es carne nacional, pero a 28 bolívares el kilo”, dijo.
Explicó que la importada llega empacada al vacío desde Brasil y Uruguay, pero el despacho no es constante. Además, la mayor parte son cortes de segunda.
En el mercado de Quinta Crespo los vendedores trabajan con producto importado. “No es de buena calidad, los consumidores se quejan y parte de la caída de las ventas tiene que ver con esta razón.
No recibimos carne nacional”, comentó José Rivas, vendedor del mercado municipal, en la avenida Baralt de Caracas.
Algunos mayoristas ofrecen en 16,5 bolívares el kilogramo de carne en canal, cuando debería estar entre 11 y 12 bolívares, a fin de poder colocar el producto al consumidor en 17,6 bolívares, como está fijado en la Gaceta Oficial desde agosto de 2008.
Julio Villarroel, también carnicero del mercado de Quinta Crespo, señaló que ha recibido mercancía nacional e importada, pero no en la cantidad suficiente para satisfacer la demanda. “Las ventas están regulares. La gente sigue comprando los cortes de siempre, pero en menor proporción”, sostuvo.
Cuando no hay cortes regulados los establecimientos ofrecen los llamados parrilleros: lomito, solomo de cuerito y punta trasera, que cuestan entre 38 y hasta más de 60 bolívares el kilo, según el establecimiento.
Alimento de lujo:
A la mayor parte de los consumidores les importa poco si la carne es nacional o importada; lo que piden es que se regularice el abastecimiento. En el supermercado Central Madeirense, de El Paraíso, las bandejas con el producto no llegan a las neveras de refrigeración. Los consumidores interceptan el carrito que lleva los cortes para agarrarlos. “La carne regulada es la primera que se vende, la gente se queja porque cuando llegan sólo encuentran los cortes más caros”, relató uno de los vendedores.
Jorge Romero señaló que ha tenido que pagar hasta 34 bolívares por los cortes de primera que no están regulados, porque la carne popular ya no se consigue.
Ladislao Sainz expresó que el alto costo de los alimentos, incluso el de la carne, lo ha obligado a restringir su consumo.
“El ingreso de pensionado, de 1.223,89 bolívares al mes, no alcanza para darse muchos lujos”, dijo.
“La inflación la pagamos los pobres que tenemos que comer menos carne y sustituir las proteínas importantes para la dieta balanceada con granos y verduras. Si antes se comía carne cinco veces a la semana, ahora apenas dos”, agregó Sainz.
Moraima Rosales es madre de un niño de 9 años de edad y considera importante que no falte la carne en sus comidas, como proteínas fundamental en la dieta diaria, aunque eso signifique pagar hasta 45 bolívares por los cortes parrilleros, los únicos que consigue con facilidad en las carnicerías de los supermercados.
Yamilet Orozco, también consumidora, dejó de comprar el producto por el precio.
“Mi presupuesto es limitado y debo distribuir el gasto para el consumo entre cinco personas, por eso, decidí dejar de comprar lomito y punta trasera, que son los cortes mas caros, y si no hay los regulados compro otros alimentos”.
“El problema de la carne de res es que el control de precios prácticamente se convirtió en congelamiento. No se revisa el precio de la carne y de la cadena desde agosto de 2008 y mientras, todos los insumos se han incrementado, se han registrado dos devaluaciones y además ha habido aumento de salarios e inflación interna”, explicó Jorge Ordóñez, editor de la publicación la Gaceta Ganadera.
El especialista indicó que el consumo promedio por habitante de carne de res, en 2010, fue de 19,5 kilogramos de los cuales 10,5 se atendieron con ganado nacional y 9 con reses o carnes importadas.
El peso de las importaciones:
La caída de la oferta de carne importada ha sido determinante en el aumento de los precios al consumidor. Según el reporte mensual de la Gaceta Ganadera, en enero las importaciones desde Argentina cayeron 52% con respecto a 2010.
Pero el precio por tonelada reportado fue 50% superior a las compras realizadas a principios del año pasado.
En carne fresca se trajeron de ese país 1.276 toneladas, que equivalen a 1,4 millones de dólares calculando la tonelada en 3.868 dólares.
En 2011, las importaciones van por 615 toneladas de carne fresca, y se pagaron más de 3,6 millones de dólares, calculando la tonelada en 5.800 dólares.
En cuanto a Brasil, según la Gaceta Ganadera las importaciones de ganado bovino en pie y de carne congelada deshuesada cayeron.
El volumen de compras en enero de este año descendió 45%, mientras que el valor de esas importaciones disminuyó 33%.
Entre enero y febrero de 2011 las importaciones de ganado en pie procedente de Brasil equivalen a 23.767,4 toneladas, que costaron más de 49,8 millones de dólares calculando la tonelada en 2.095 dólares. Eso representa una reducción de 39,5% en comparación con las 39.321 toneladas importadas en el mismo período de 2010.
“Eso es lo que está determinando la subida de los precios internos porque no hay tanta disponibilidad de carne importada”, dijo Jorge Ordoñez, editor de la Gaceta Ganadera.
Por: KATIUSKA HERNÁNDEZ LUZANGELLY MEDINA
khernandez@el-nacional.com lmedina@el-nacional.com
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