“Los estudiantes lo tienen loco.. .”
Cada día que pasa, Hugo Chávez está más acorralado, las circunstancias le son más contrarias, sus reacciones son más incoherentes y contraproducentes. La verdad es que la improvisación como norma gerencial, el disparate de valorar la lealtad y la adulación de su séquito por encima de cualquier otra virtud y la corrupción como premio a esa ciega sumisión, en lugar de ayudarlo a superar la gravísima crisis reinante, hunden más a Venezuela en la tinieblas de este callejón sin salida aparente. En el fondo, el dichoso ser o no ser del príncipe noruego.
En este caso concreto, su vacilación irremediable entre asumir a plenitud su papel de dictador a lo Fidel Castro, a estas alturas del proceso una opción imposible, o insistir en la infructuosa simulación democrática.
Sin duda, el caso más evidente de este contradictorio titubeo ha sido su notoria incapacidad para solucionar el problema de la compacta rebeldía estudiantil a su proyecto totalitario.
Tres hechos marcan el desarrollo de este enfrentamiento de las luces contra las sombras. El primero fue la actitud de estudiantes y profesores durante las grandes jornadas de protestas populares ocurridas a lo largo de 2002. El segundo, la defensa inconmovible de los derechos civiles y políticos del ciudadano a raíz del cierre de Radio Caracas Televisión en 2005.
Y el tercero, ahora, las huelgas de hambre en favor de los presos políticos, del presupuesto para las universidades y, naturalmente, de la autonomía universitaria, siempre amenazada por un régimen que se autodefine de revolucionario. ¡Paradoja de todas las paradojas!, una “revolución” que no puede capturar con su mensaje o con su ejemplo ni una pizca de la imaginación ni de la conciencia de la juventud universitaria.
El espectáculo protagonizado la semana pasada por los pocos chavistas que asisten a las universidades no bolivarianas, conducidos de la mano por los resentimientos del ex ministro de Educación Superior Héctor Navarro y dirigidos en la calle nada más y nada menos que por la actual ministra, Yadira Córdova, apoyados como nunca por la infraestructura mediática del régimen, que en esta ocasión contó además con la abierta complicidad de Televen, eso sí, repudiada de inmediato por los trabajadores de la planta, sólo sirvió para demostrar dos cosas. Una, que la lucha de los estudiantes no es un simple pasatiempos juvenil sino una demostración palpable de la firmeza de sus convicciones en los valores esenciales de la libertad y la democracia. Dos, que esa lucha tiene a Chávez loco desde hace años. Y que a medida que pasan los días, ni él ni sus lugartenientes saben qué hacer para controlar las acciones estudiantiles, cómo llegar algún día a ejercer su poder hegemónico sobre las universidades, por cuál retorcido sendero alcanzar el objetivo imposible de doblegar el espíritu incendiario de la juventud estudiantil venezolana.
Si Chávez no hubiera sido tan melindroso a la hora de imponer su voluntad personal y cuartelaria, ya habría cerrado las universidades. Un dictador en serio no lo habría dudado ni un minuto. A sangre y fuego contra el enemigo universitario. Pero a Chávez siempre le ha gustado arrojar la piedra y retirar a tiempo la mano. Nadar y no mojarse. Aprovecharse de los intereses y las comodidades de sus adversarios internos y externos para avanzar en su ambicioso proyecto de imponernos un régimen totalitario sin recurrir al empleo despiadado de la violencia. Una flaqueza de su corazón, que ciertamente debemos agradecer. Pero que tarde o temprano le acarreará muy amargas consecuencias.
Aún falta más de año y medio para que la caravana ferial llegue al oasis de las elecciones presidenciales de 2012. A ninguno de los dos bandos parece convenirle que una tormenta de arena los tome por sorpresa y les haga perder el rumbo. Sobre todo ahora, que estamos tan cerca de legitimar el carácter democrático del régimen, la existencia, con derechos limitados pero existencia al fin y al cabo de los partidos políticos de la oposición, y de establecer un modus vivendi tranquilo, pacífico y por supuesto electoral entre el Gobierno y la oposición, como acaba de señalar hace poco Henry Ramos Allup, al “repudiar” el golpismo del pasado, léase, la presencia de más de medio millón de personas en las calles de Caracas aquel inolvidable 11 de abril, como alternativas del presente y del futuro.
Así, pues, una vez más coinciden la cuarta y la quinta repúblicas.
Quizá por eso, mientras Chávez acosa a las universidades, tantos políticos de la oposición miran prudentemente en otra dirección.
¡Qué locura!
Por: ARMANDO DURÁN
Política | Opinión
EL NACIONAL