La primera entrevista concedida a un medio español
por Mustafá Abdeljalid, Pte. del gobierno rebelde libio
Son casi las once de la noche y la temperadura es heladora. Una furgoneta pick-up y un pequeño Hyundai de color blanco esperan a Mustafa Abduljalil a las puertas del hotel para llevarle a una nueva reunión. Se arregla la corbata y, con educación, se despide pidiendo a Dios que les de fuerza en esta guerra por la liberación del país. Un primo y un hermano, su escolta privada de confianza, le abren paso en su cuartel general de Bayda, el hotel Loloat Al Khalijen. Así se despide de ABC Mustafa Abdeljalil, líder del Consejo Nacional de Libia, al finalizar la primera entrevista que concede a un medio español y que mañana publica ABC en si integridad en su edición impresa.
Cumpliendo con la fama de hombre austero y honesto (lee aquí el perfil de Abduljalil) que no se enriqueció pese a ocupar un cargo de gran responsabilidad –fue ministro de Justicia de 2006 hasta el inicio de la revolución-, sigue fiel a este establecimiento que desde el primer día abrió sus puertas a Abdeljalil y a su equipo de colaboradores sin miedo a posibles represalias. Aquí se gestó el nacimiento del Consejo Nacional -el organismo que poco a poco se consolida como gobierno provisional de la Libia rebelde-, y desde aquí dirige la batalla contra Gadafi.
«Los días de Gadafi en Libia han terminado, solo le queda el exilio», declara, sin ira pero determinado a que así sea. Con paso firme, el veterano juez se pierde entre la niebla tras un encuentro en el que ha dejado claro que Gadafi tiene de plazo hasta el viernes para abandonar el país. A cambio le asegura que «no le denunciaremos ante ningún tribunal internacional, aunque la palabra final no está en poder del Consejo Nacional. Serán las familias de los mártires que han perdido la vida durante esta revolución quienes impongan las condiciones finales».
Los rebeldes se organizan en un Consejo Nacional:
La cabeza visible es el ex titular de Justicia del régimen. Mustafá Abdeljalid se siente seguro en Bayda, su ciudad natal. Aquí vive junto a su familia en una casa construida a las afueras, donde se llega tras pasar por la mansión de Safia Gadafi, segunda esposa del líder libio natural también de esta localidad, situada apenas a 200 kilómetros del este de Bengasi. Padre de 8 hijos, dos de los cuales viven en el Reino Unido, desde que fuera designado cabeza visible del Consejo Nacional —órgano rebelde que trata de llenar el vacío originado por la caída por el régimen—, vive acompañado noche y día por dos guardaespaldas, un hermano y un primo suyo también naturales de Bayda.
En su pueblo la gente le adora. Nadie le reprocha su pasado vinculado al régimen como responsable del Ministerio de Justicia. «Porque fue el único que plantó cara a Gadafi de verdad y el único ministro que criticó en público la falta de reformas en el país», aseguran sus colaboradores. Pero su cuota de popularidad entre la población termina de dispararse al ser el primer alto cargo del sistema en presentar su renuncia y unirse al bando revolucionario. «Fue la señal que necesitaba la revuelta en las calles para saber que era el comienzo del fin de una era», piensan en el hotel Lolloat Al Khalij, un sencillo establecimiento en el centro de la ciudad que se ha convertido en un auténtico cuartel general y que hace honor a su fama de hombre espartano y que nunca se enriqueció a costa de régimen.
Cargos secretos:
Estos últimos días vive entre Bengasi y Bayda. El mundo mira los movimientos de la Libia liberada y él es la cara visible de ese consejo formado por 31 nombres, de los cuales sólo 8 se han hecho públicos debido al riesgo que corre el resto por encontrarse en zonas que aún no están bajo el control total de la revolución.
Tras ejercer de juez durante gran parte de su vida, aceptó el reto de ocuparse del Ministerio de justicia libio, cargo que ostentó durante cuatro años y desde el que intentó promover un cierto aperturismo dentro del régimen. Buena parte de sus compañeros de aventura en el Consejo Nacional son viejos colegas del mundo de las leyes que tras sufrir la represión del sistema ahora trabajan por el cambio. Nombres como el del antiguo decano de la Universidad de Bengasi, Adula Almehub, obligado a renunciar a su cargo tras sus repetidas críticas al sagrado Libro Verde de Gadafi; la responsable de Asuntos de la Mujer, Sawa Eltachili, o el portavoz o número dos del nuevo órgano, Abdul Hafiz Goga.
«Se trata de una mezcla entre gente del mundo de la ley y antiguos funcionarios del régimen reconvertidos para la causa», explican sus allegados. Entre estos funcionarios destacan algunos diplomáticos como Mahmoud Gebreel o Ali al-Essawi —ex embajador en India—, que se encargan con las trascendentales relaciones con la comunidad internacional y que cuentan con el apoyo del gran grupo de embajadores que han dado la espalda a Gadafi desde el inicio de la revuelta para unirse a la oposición.
El factor tribal:
Abdeljalid trabaja desde la sombra. Tiende puentes con las tribus y uno de sus mayores logros ha sido conseguir que ninguna de ellas se posicione contra la revolución. «Los apoyos que tiene Gadafi entre las tribus se deben a la compra de ciertas personas influyentes. Esto le ha permitido que no se le echen encima, pero no ha logrado que le apoyen en la lucha contra la revolución», asegura Gedreel, ex diplomático libio en Bosnia y Herzegovina y en Nueva York que es el nuevo asesor político del líder en el Consejo Nacional.
Graniza en Bayda. La carretera se tiñe de color blanco haciendo honor a la localidad que también significa blanco en árabe. El frío y la inestabilidad política dan a las calles un aspecto fantasmagórico con las tiendas cerradas y apenas gente en las aceras. Nada indica que este sea el epicentro del Consejo Nacional que se prepara para regir el destino del país norteafricano, pero desde aquí Mustafa Abdeljalid mueve los hilos del nuevo gobierno en la sombra de este país.
Recompensa:
El régimen de Muammar Gaddafi ofreció hoy una recompensa de 500 mil dinares libios (400 mil dólares) a quien capture y entregue al líder rebelde Mustafá Abdel Jalil, quien encabeza el opositor Consejo Nacional Libio instalado en el este del país.
En un comunicado urgente, la televisión estatal libia también anunció una recompensa de 200 mil dinares (160 mil dólares) por información que conduzca a la captura de Jalil, a quien lo describió como un ‘agente del espionaje’.
Jalil, ex ministro de Justicia que se sumó a la revuelta popular iniciada el pasado 15 de febrero pasado en Libia, quedó al frente del Consejo Nacional Libio (CNL), constituido por los opositores en Bengazi, la segunda ciudad en importancia del país norafricano.
La recompensa fue anunciada un día después que el CNL dio al líder libio Muammar Gaddafi un plazo de 72 horas para dejar el poder y salir del país sin ser procesado por los crímenes que ha cometido durante sus casi 42 años de régimen.
Asimismo, el anuncio coincide con nuevos bombardeos de las fuerzas leales a Gaddafi contra dos depósitos de petróleo en las ciudades de Ras Lanuf y Brega, así como enfrentamientos entre las tropas gubernamentales y los rebeldes en Zauiya, que dejaron 40 muertos.
Varias cadenas de televisión difundieron imágenes con llamas y grandes columnas de humo en la zona, sin determinar si se trató de un ataque aéreo o una ofensiva con misiles.